En la mayoría de historias de fantasía vemos un héroe, quien es el encargado de restaurar todo y ayudarle a todo el mundo.
Yo llegué a este lugar por un capricho y tuve que quedarme por la simplesa que éste comprende. Me encariñé con muchas personas...
El entrenamiento en Sombra era agotador, ni siquiera podía seguirle el paso a los niños más chicos y Karenn no me ayudaba en casi nada, sus habilidades me pateaban el trasero de ida y de vuelta.
La vampiresa me cargó sobre su hombro tirándome al suelo donde suponía que el césped podría amortiguar mi caída, pero no fue así, todos me miraron riéndose incluso mi nueva amiga ocultaba una risilla mientras me tendía la mano para pararme.
-Creo que no fue buena idea cambiarme de Guardia-murmuré agitada.
-Tienes potencial, solo debes practicar-sonrió colocando una mano sobre mi hombro.
-En mi vida he podido hacer cualquier clase de deportes-negué mirando a Nevra caminar hasta el centro de la ronda.
-Bien, terminamos por hoy-exclamó llamando la atención de todos-Veo que ya la encontraste-dijo acercándose a Karenn a mi lado.
-Ella vino hacia mí, ni siquiera le dijeron donde podía comprarse ropa.
-Me hubieses buscado y te ayudaba personalmente a elegirla-sonrió de lado.
-Que amable, pero prefería al grandote-enarqué una ceja colocando una mano en mi cadera.
-¿Hablas de… Valkyon?-me miró Karenn.
-Si, por favor. ¿Has visto esos brazos? Podría cargarme las veces que quisiera. Y su cabellera plateada, por todos los cielos, ¿existe cosa más perfecta?-la miré recargándome en su hombro de forma dramática.
-Valkyon jamás se fijaría en alguien como tú, hablas mucho-gruñó el vampiro marchándose.
-En mi pueblo a eso se le llama envidia-le grité divertida.
-Déjalo, esta celoso-señaló su hermana-No soporta no ser el centro de atención.
-Lo sé, me divierte molestar a las personas-reí.
Una bola de neblina violeta se formó a mi lado llamando la atención de mi compañera quien abría los ojos algo asustada, cuando Krima apareció por completo me miro balanceando su cola para luego caminar nuevamente hasta el CG.
-¿Entonces es cierto?-preguntó ella siguiéndome el paso algo contrariada.
-¿El qué?
-¿Tu familiar es un BlackDog?-señaló.
-No le digas así-susurré-Es sensible-cubrí mi boca con una mano riéndome levemente viendo su cara-Sí, se llama Krima.
-Mi hermano estuvo mucho tiempo domesticando a Shaitán y eso que sólo es un pariente lejano de los BlackDog-comentó arreglando su manga derecha.
-Ella solo apareció a mi lado-me encogí de hombros.
-Nevae, ¿te parecería almorzar con nosotras?-sonrió mirándome cuando llegamos a la entrada del CG.
-Por supuesto-asentí feliz de tener compañía femenina.
-Listo, me voy a ir a duchar y nos vemos en la cantina en una hora-me guiñó un ojo y se marchó.
Decidí imitar su acción e ir a ducharme, en los baños había una pastilla de shampoo sólido que dejaban por si alguien no tenía, me daba un poco de asco utilizarlo pero debido a que aun no poseía uno peor era nada. Probablemente al salir le pida a Alajea que me fabrique uno y le pagaría por él, aún no estoy segura de cómo se fabrican las cosas aquí.
Tampoco me queda tan claro cómo es que llegué hasta este lugar, cómo es posible que viaja sin ningún círculo de hechicería o alguna clase de magia, yo no poseía magia, además mi cabello se había vuelto rojo. ¿Por qué razones todo lo demás se había mantenido intacto menos mi cabello?
¿Por qué soy la elegida para destruir el CG? Jamás querría destruir este lugar, amo Eldarya.
Mi mayor sueño siempre había sido vivir en este lugar y aquí estoy, no tengo motivos para dañarlo.
Cerré la llave del agua contrariada aún por lo que cruzaba mi mente, sin dudas debería buscar luego la supuesta profecía. Me coloqué uno de los cambios de ropa nuevos, la moda eldaryana me parecía de lo más genial del mundo, todo tenia ese toque de fantasía épica y medieval, ciertamente me sentía más cómoda aquí.
Sacudí un poco mi cabello húmedo para quitarme el exceso de agua y salí encontrando a Krima en la puerta, ambas dirigimos nuestro camino hacia la cantina que ya estaba repleta, habían personas de todas clases y a lo lejos como a dos mesas de donde estaban los jefes de guardia Karenn alzó la mano para que la viera y fuese con ellos.
En su mesa estaban Alajea e Ykhar, me senté entre Karenn y Alajea, quedando frente a Ykhar que me sonreía curiosa.
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