"CAFÉ"

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Esa mañana tampoco hubo "priviet" por la radio, sin embargo Conway ya tenía su plan elaborado, llego antes a comisaría, sin haber dormido nada en toda la noche, compro dos vasos de café, se puso de servicio y espero en la patrulla frente a comisaría.
—Volkov, ¡mueve el culo princesa! —Si era muy sucio no dejarlo decidir con quién patrullar, pero su puto lado egoísta lo necesitaba, le hacía falta como el aire que respiraba.
—¿10-9, Conway? —Interrogó el ruso bastante sorprendido.
—Vamos a patrullar, mueve el culo. —Repitió poniendo en marcha el motor de la patrulla y hacer sonar la sirena.
—10-4. —Para Conway un par de números nunca antes habían sonado tan maravillosamente bien.
—Vamos a limpiar el patrulla. —Dijo una vez Volkov se montó en el vehículo. Se le veía cansado también, probablemente había dormido poco o nada. —Compre café. —Informó entregándole uno de los vasos a su comisario.
Él no dijo nada, sin embargo aceptó el vaso y bebió de este soltando luego un suspiro, como si eso fuera justo lo que necesitaba y Conway no pudo evitar sentirse orgulloso de proporcionárselo.
El patrullaje fue bien, dos códigos uno, un par de avisos de droga y un código tres en la licoreria de la playa que lograron terminar luego de una muy corta persecución pues los atracadores se estamparon contra una farola al coger mal una curva.
Estaban volviendo a comisaría cuando Conway recibió el mensaje de Freddy indicándole que ya estaba de camino al CNI. —¿Cómo estás, Volkov? —Cuestionó bajando un poco la velocidad y alargar ese momento.
—Bien. —La respuesta del ruso fue seca y concisa.
—¿Te siguen molestando las heridas?
—No.
—La malla parece estar mejorando. —Trato de insistir el superior.
—Eso parece.
Dos palabras, podía considerar eso una victoria, ¿verdad? —Vega se va a casar, ¿lo sabías?
—Sí.
Conway maldijo apretando con fuerza el volante. —Con una alumna... no recuerdo ahora su nombre...
—Kiara.
—Kiara... —Repitió pensativo. —¡Ah, la "badubash"!
Aquella referencia al sobrenombre que le pusieron juntos logró arrancarle una risa al ruso. —Esa misma. —Conway atesoro aquel sonido como si fuera la primera vez que lo escuchaba, pero tan pronto apareció, se esfumó dejando solo silencio y distancia entre ellos.
Volkov se maldijo mentalmente. ¿Acaso era imbecil? Riéndose por una tontería como aquella. Ellos ya no eran amigos, ni nada más que compañeros de trabajo, por lo que tenía que conservar su seriedad. Por suerte llegaron pronto a la tienda de ropa, el ruso casi saltó fuera del vehículo entró al local y se cambió la ropa asegurándose de que nadie lo viera. Una ves listos corrieron hasta el garaje cercano donde Conway tenía su moto aparcada.
Volkov pensó en correr al otro garaje y buscar su propio auto, pero no tenían tiempo.
—Mueve el culo muñeca. —Gruño Conway poniéndose el casco antes de poner en marcha la moto. —Sube de una puta vez.
El comisario respiro hondo, su corazón latía como loco dentro de su pecho, estar tan cerca de su superior no era bueno para él. Sin embargo no dijo nada, se montó en el asiento trasero, se colocó el casco y busco de donde agarrarse. ¿Qué mierda de moto era esa que no tenía de donde agarrarse?
El vehículo aceleró de pronto y Volkov se vio obligado a aferrarse de su superior abrazándose a su cintura con fuerza. El calor ajeno parecía emanar a borbotones solo para él, erizando la piel de todo su cuerpo por la manera en que esa calidez lo cubría entero, ahí estaba la luz atrayendo a la polilla y él no ponía ninguna resistencia, por él contrario se abrazó con más fuerza al torso de Conway y apoyo la mejilla en la espalda de este. Su aroma, tan familiar llenó sus fosas nasales y no pudo evitar volver atrás, a ese beso y todos los sentimientos que despertó en él.
Conway se estremeció al sentir el pecho del ruso pegado a su espalda y sus brazos aferrándose a él con fuerza. Su corazón latía acelerado y por un instante deseo girar la moto, coger la autopista, poner la radio y conducir sin parar, solo avanzar hasta perderse los dos y olvidar todo lo que en esa maldita ciudad los tenía atrapados. Por inercia, o porque simplemente era su deseo, colocó una mano sobre la de Volkov y apretó suavemente. El ruso pareció no notarlo por unos segundos pero cuando lo hizo retiró su mano de forma violenta y la realidad lo golpeó con fuerza.
Ambos hombres soltaron un pesado suspiro y siguieron el camino hasta las oficinas del CNI. En cuanto la moto se detuvo Volkov se bajó de esta y entro a la cede sin esperar por su superior quién iba justo detrás suyo. En el elevador no hablaron, ni se miraron. Eran de nuevo un par de extraños con un mismo punto de destino.
—¿Qué pasa nano? ¿Se te olvidó el camino? —Cuestionó Freddy bastante impaciente.
—Cómeme la polla. —Conway pasó junto al chorbo para colocarse al otro lado de la mesa. —Y bien, ¿qué era eso tan urgente que querías contarnos?
—Necesito tirar a una pandilla que está dando por culo a mis chicos. —Informó Trucazo. —Son todos unos chupapollas que se visten de azul y van por ahí con armas largas robando el dinero y la mercancía a mis chicos.
—Vale, ¿y sabes dónde localizarlos?  —El superintendente había escuchado rumores sobre eso, pero no había muchos detalles pues un vendedor de drogas no va a denunciar que le robaron su mercancía.
—Los tengo localizados, pero hay que entrar ahí y pillarlos a todos juntos o mañana habrá diez más como ellos.
—Ya. —Conway se dejó caer en una de las sillas. —¿Quieres hacerlo hoy mismo?
—Se hará ahora mismo. —Informó Michelle entrando en ese momento a la sala de juntas. Los tres hombres la miraron, dos de ellos sorprendidos. —Volkov, tu equipo. Armas, comunicaciones y las llaves de los vehículos. Si necesitas algo más me lo dices.
—¿Qué cojones? —Soltaron de nuevo los dos a la vez.
—Es algo simple, ellos dos pueden hacerlo solos. —Michelle señaló a Freddy y Volkov. —Tú vienes conmigo. Hay un par de cosas que debo mostrarte.
—Ire a prepararme. —Volkov, obediente como siempre salió de la sala para ir a los vestidores.
Freddy por otro lado comenzó a acercarse a la puerta pues sabía le caería encima una buena bronca.
—¡Tú, anormal! —La potente voz de Conway lo hizo apresurarse pero el cabrón era rápido y antes de que lograra alcanzar la puerta lo retuvo contra la pared presionando con el antebrazo su garganta. —¿Cómo mierda se te ocurre llevarlo a él y ponerlo en peligro?
—Lo asigne yo. —Fue Michelle quien respondió ganándose un gruñido de Conway. —Como dije, tú y yo tenemos cosas que atender. —La pelirroja hablo con toda calma, saliendo de la sala sin pestañear.
—Si algo le pasa...
—Terminaré como el tipo de la otra noche. —Terminó Trucazo por él. —Lo sé chorbo, lo sé. —Freddy se liberó de Conway y se colgó la mochila al hombro. —Tú tranquilo nano, te lo devolveré sin un rasguño.
Conway apretó las manos en puños, controlando su temperamento y las ganas que tenía de arrancarle la cabeza a Evans y a Trucazo. Era trabajo, se decía. Un trabajo al qué él mismo apuntó a Volkov. Por la cristalera miro al ruso en la armería y se apresuró a ir donde estaba, lo miró atento desde la puerta y suspiro con pesadez.
—Ten cuidado ahí afuera. —Susurró. Su voz a pensar de sus esfuerzos sonó demasiado cargada de preocupación.
—¿Por qué? —Volkov se retiró las gafas y el pasamontañas, se le acercó quedando a solo un paso de distancia. Sus fríos ojos azules lo atravesaron al fijarse en los suyos. —No tengo nada que perder, Conway.
Iba a decir algo, pero las palabras se le atoraron en la garganta. Volkov se colgó el arma en la espalda y volvió a cubrirse el rostro antes de pasar al lado de su superior y dirigirse junto con Trucazo al elevador.
—¿Estás listo, compañero? —Preguntó Freddy mientras bajaban.
Volkov asintió. Nunca fue uno de esos locos suicidas que buscan y disfrutan del peligro. Pero ahora, tal como había dicho, no tenía nada que perder.

"CAMINOS" (Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora