Volkov había vivido toda su vida siguiendo órdenes. Por treinta y nueve años su existencia se podía resumir en ser el soldado perfecto, con una lealtad impecable y un comportamiento intachable. ¿Y todo eso para qué? Se había callado tantas cosas, se acostumbró a no hablar, a no ponerse nunca él mismo por enfrente de alguien más.
De niño lo dio todo por sus hermanos y su madre, incluso por el alcoholico de su padre, y todo para que la puta muerte se los arrebatara sin más, dejándolo solo. Entonces se dedicó a seguir órdenes, como el buen soldado que era nunca puso en duda las órdenes que le daban, el simplemente acataba.
No hizo amistades, no necesitaba amigos que en cualquier momento terminarían en un ataúd de pino enterrados bajo tierra. Por eso no le costó dejar su patria para irse a Los Santos. No dejaba nada detrás.
Escalar en la policía tampoco fue un problema, el trabajo era su vida y su dedicación se vio recompensada al ascender rápidamente hasta alcanzar el rango de comisario. Se sentía bien ahí, entre la malla, en la comisaría que era básicamente su casa y quizás por eso bajo la guardia permitiendo a dos personas entrar en su corazón y volverse importantes para él.
Pero de nuevo la muerte le arrebató a uno de ellos... su amigo, su hermano. Tan similar a su hermano pequeño, con esa misma chispa de vida que él en ocasiones le envidiaba.
Ivanov se fue, y dejó un vacío en su corazón que creyó nunca iba a desaparecer, pero entonces Conway lo beso y correspondió a sus sentimientos, y se sintió cálido, se sintió vivo una vez más, la vida tenía sentido y color, tanto color.
Conway no era un príncipe azul, ni él una princesa, aunque a él le gustara llamarlo de esa forma, los dos eran fríos, cerrados, agresivos, caos a punto de desatarse. Era más posible que se agarraran a puñetazos frente a todos que a besos, eran veneno. Y él se lo dijo una vez, que todo lo que tocaba se pudría, ¿acaso se estaba pudriendo?
No. Él ya estaba podrido de antes, de siempre.
Conway sí era su príncipe, uno malhablado y malhumorado, pero por cada mierda mala que había en su personalidad, había diez virtudes que pocos tenían el honor de apreciar.
Porque Jack Conway nunca iba a admitir ante nadie que tenía un corazón, pero Volkov lo sintió muchas veces latir bajo sus dedos, lo escucho bombear suavemente mientras dormía apoyado en su pecho. Y lo vio vulnerable luego de la muerte de sus agentes, lo vio devastado frente a sus tumbas, en calma al descansar a su lado, sonriendo al mirar juntos una tonta serie de televisión, riendo divertido cada vez que lo molestaba con nimiedades cómo hacer una apuesta o cambiar de color su coche, siendo tierno en sus besos y caricias mientras tenían sexo, siendo él, sin barreras, sin miedos, sin dudas, siendo solo él en el silencio que tantas veces compartieron porque en su largo tiempo juntos aprendieron a comunicarse sin palabras.
Jack Conway era un hijo de puta. Y lo amaba con todo y la mierda del pasado que cargaba encima.
Por esa razón lo esperaba en su casa, en la cama que muchas noches compartían. Podía no estar de acuerdo con su forma de actuar, podía tener sus dudas respecto a las decisiones que tomó en el trabajo, pero ahí, en la oscuridad de las cuatro paredes que contenían sus temores y ansiedades entre sabanas de algodón, era su pareja, el hombre del que estaba enamorado y a quien seguiría hasta el mismo infierno de ser necesario.
—¿Estás dormido?
Bien, por lo menos sonaba arrepentido.
—Mhn...
Conway se desnudó lentamente, dejando cada pieza de ropa perfectamente acomodada sobre el asiento en la esquina. Una vez terminó se metió en la cama y con una timidez inusitada se acercó a Volkov todo lo posible.
—Leí el informe... y vi el video...
"Soy un desgraciado" pensó Volkov para sí mismo porque sabía que eso era lo más cerca que estaría de obtener una disculpa, pero no le hacía falta, confiaba con su vida en ese hombre y nunca, nunca pondría en duda seguir cada una de sus órdenes.
—Nos ocuparemos de eso, mañana... —susurró Volkov, lo beso en los labios y lo atrajo tan cerca de su cuerpo como le era posible.—Neno, tenemos que hablar. —Volkov se sorprendió de encontrar a Freddy tan temprano en las instalaciones del CNI, pero si lo pensaba un poco tenía sentido pues era uno de los agentes más activos.
—¿Qué pasa? —Cuestionó empujando la puerta de cristal para entrar a su despacho.
Trucazo lo siguió dentro y se dejó caer en uno de los asientos frente al escritorio. —He estado siguiendo a H...
—¿Conway te pidió que lo hicieras? —Interrogó un tanto sorprendido por esa nueva información.
—Negativo... pero luego del operativo del otro día no podía solo confiar en él y ya, mi gente también es parte de esto ahora...
Trucazo suspiró y se pasó las dos manos por el cabello, el hombre lucía realmente agotado.
—¿Qué has descubierto?
—Poco, el tío entrena, trabaja, deambula por aquí. —Encogió los hombros. —Lo único relevante es que lo veo seguido escribirse mensajes de móvil con alguien, pero no sé con quién.
—¿Desconfías de él?
—No lo conozco neno, no puedo poner las manos en el fuego por él.
—Ya. —Volkov se acercó a la puerta, mirando el pasillo. —Yo tampoco.
—¿Ya están con las pajas de nuevo? ¡Moved el culo coño! —Gruñó Conway por la radio.
—Joder macho... —Freddy se levantó, se estiró y movió la cabeza de un lado a otro haciendo crujir varias vértebras. —Si fuera verdad, no lo diría tan tranquilo.
Los dos hombres se dirigieron hacia la sala de juntas donde ya los esperaba el resto del equipo.
—Le hemos pedido apoyo al CNP para localizarlos, por lo que sabemos dejaron su sede luego de la reunión. —Informó Evans. —Hasta ahora tenemos dos posibles ubicaciones donde se ha denunciado a gente con armas largas.
—Eso no es suficiente para presentarnos ahí y pegarnos de tiros. —Conway dio la vuelta a la mesa y se quedó de pie junto a Volkov, como si de alguna manera buscará el apoyo de su comisario.
—Podemos formar dos equipos para investigar ambas ubicaciones. —Sugirió.
—Eso haremos, pero nada de ponerse chulos y entrar ahí a lo kamikaze. —Advirtió el superior. —Entraís solo cuando estemos todos y con un plan bien elaborado, no quiero putos héroes, ¿entendido?
—10-4 —Respondieron todos a la vez.
—Pero yo quiero saber... —habló Horacio desde su lugar en la parte más alejada de la mesa. —¿Qué pasará con Gustabo?
Parecía preocupado, y eso le preocupaba a Volkov pues si tenían que terminar con el payaso, Horacio sería un problema.
—Haremos lo que haya que hacer, Horacio. —Respondió Conway con seguridad. —Ya no es el Gustabo que conociste...
—Pero es Gustabo... mi hermano... —Insistió el de cresta. —Si yo pudiera hablar con él, sé que a mí no me haría daño...
—¡Ya no es Gustabo, Horacio! —Exclamó el superior. —Y si hay que pegarle un tiro, así será.
—Pero yo no quiero que muera...
—Lo sé, hijo. Lo sé.
Conway se acercó al de cresta y apoyo una mano en su hombro a manera de consuelo.
Volkov entendía la lealtad de Horacio hacia su hermano, llevaban toda la vida juntos, era la única familia que tenía y además no recordaba lo que le hizo mientras estuvo cautivo por la mafia. Quizás lo más sano sería mostrarle el informe y sobre todo el video, pero la consecuencia de mostrarle aquello podría hacer más daño que bien. En todo caso, no era una decisión que le correspondiera tomar.
—Si les parece bien, saldré a tomar un poco el aire... —Murmuró Horacio luego de mirar su celular.
—No te vayas lejos, tenemos que montar un operativo.
—10-4 —Respondió el de cresta saliendo de la sala para ir a los elevadores.
Conway se acercó a su comisario y susurró cerca de su oído. —No me gusta nada de esto. —Le confió como si fuera un secreto. —Síguelo, no lo pierdas de vista.
—10-4. —Respondió Volkov saliendo detrás del de cresta. A él también le parecía sospechosa la actitud de H.
El comisario era un experto siendo sigiloso, por lo que no tuvo problemas en seguir a Horacio sin ser descubierto, lo vio dirigirse al sur de la ciudad, hacia las naves del puerto que estaban abandonadas, una zona a la que nadie iría a menos que tuviera algo importante que hacer ahí. Algo no estaba bien, Volkov lo sentía en los huesos, sin embargo la orden era seguir a su compañero agente y eso haría.
Poco tiempo paso antes de que H se detuviera en la parte lateral de una de las naves, bajó del auto y camino hasta una de las puertas.
Volkov se estacionó a unos metros, oculto de vistas curiosas, bajo del auto y subió a uno de los tejados cercanos para mirar desde ahí hacia adentro del lugar que parecía estar abandonado. Con los prismáticos inspeccionó todo, pero no vio nada que diera a entender que aquello era una trampa.
Con cuidado bajo de donde estaba y se movió hacia la parte trasera desde donde tendría mejor visibilidad, se ocultó entre algunas viejas maquinarias y esperó. —H está solo por ahora, no parece haber nadie más... —Informó por la radio.
—No lo pierdas de vista, algo no me huele nada bien. —Ordenó Conway.
—10-4... ¡eh, espere...!
—¿Qué pasa? —La voz de Conway sonaba realmente preocupada. —¿Volkov?
La puerta por donde antes entró H se abrió y Gustabo apareció del otro lado, su sonrisa parecía demostrar que estaba contento de ver a su hermano aunque Volkov sabía eso era solo un engaño. —Gustabo está aquí...
—¡Volkov sal de ahí!
Un ruido detrás suyo lo hizo sobresaltarse y antes de poder reaccionar el cañón de un arma se apoyó contra su sien.
—Yo en tu lugar dejaría de hablar, ya.
Volkov reconoció la voz de quién le hablaba, y la ira burbujeó en su pecho cargando de violencia sus venas.
—¿Volkov?... ¿Volkov?...
El llamado de Conway a través de la radio se escuchó todo el tiempo mientras el ruso era llevado frente al payaso. H lo miraba incrédulo, como si no supiera que estaba ahí, pero también se le veía avergonzado y Volkov no supo porqué. Hasta que el de pelo rubio hablo con ese tono burlón de siempre.
—¡Bien hecho Horacio! —Lo felicito palmeándole la espalda. —¡Me has entregado el juguete favorito del viejo como te lo pedí!
Volkov miró a Horacio, no quería creer que justo él lo hubiera entregado.
—¿Volkov?... ¡Contéstame!...
La voz de Conway en la radio amortiguó el sonido del arma al ser disparada. Volkov no sintió dolor alguno, pero fue muy consciente del calor de la bala atravesando su piel, la carne, el músculo y más piel. Su muslo derecho comenzó a sangrar profusamente y perdió el equilibrio. "Conway" pensó mientras caía al suelo, avergonzado de no poder cumplirle la promesa que le había hecho.
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"CAMINOS" (Volkway)
FanfictionFanfic basado en los personajes originales de GTA V Rolplay, propiedad exclusiva de sus creadores Reborn y Momonkun.