Volkov no podría sentirse más feliz, todo lo que estaba viviendo le parecía irreal, tanto que le daba miedo estar soñando. Por suerte tenía a Conway y sus labios que al apretarse contra la piel de su cuello le demostraban que era una realidad, su hermosa realidad.
El yate se mecía con suavidad siguiendo el ritmo del agua, la noche era perfecta, el cielo estaba despejado y las estrellas junto a la luna iluminaban la oscuridad del infinito firmamento. Habían cenado pizza y cerveza, nada elegante pero que el ruso disfruto muchísimo, sobre todo por la amena conversación que acompañó la comida.
Al terminar se sentaron en la cubierta a fumar un cigarrillo y mirar las estrellas, el silencio los envolvía de forma apacible y de un momento a otro se estaban besando, o mejor dicho, Conway besaba el cuello y la garganta de su comisario haciéndolo derretirse de deseo.
—¿Recuerdas aquella primera noche en la playa? —Cuestionó Conway rompiendo de golpe la nube en la que Volkov volaba por el cielo.
—Lo... lo recuerdo... —Contestó con dificultad.
Conway se apartó, y el ruso odio esa distancia entre ellos. Se puso de pie y le ofreció la mano para ayudarlo a levantarse. Volkov tomó esa mano y se alzó quedando de pie frente al de cabello negro. —Te hable de mi familia... —El Superintendente soltó un suspiro y miró al cielo. —También te dije que fui un fracaso como padre, como esposo... y como hombre.
Volkov asintió sin entender a dónde iba esa conversación.
Con mucho cariño Conway se acercó a su frío ruso, le acarició la mejilla y lo beso en los labios. —En el ejército, entre colegas... —comenzó a hablar guiando al comisario dentro del yate. —Lo normal era hablar de mujeres, de formar una familia, casarse. —Llegaron adentro a la pequeña habitación. Conway tomó de la maleta una botella de vodka a la que le dio un trago directo. —Eras un hombre si te casabas y tenías hijos.
—Me está diciendo... ¿qué nunca le gustaron las mujeres? —Cuestionó curioso quitándole la botella a Conway de las manos y darle él mismo un buen trago.
—Honestamente no lo sé. —Conway dejó la botella a un lado luego de recuperarla y darle otro trago. —No me malentiendas, ame a mi mujer, la ame muchísimo. Pero cuando te digo que falle como hombre, es porque todos esos años juntos a pesar de lo feliz que era algo me faltó. Y no fue su culpa, era mi problema... ¡Joder! —Gruñó el Superintendente porque no encontraba las palabras para hacerse entender.
—¿Intenta entender, o mejor dicho, explicar porqué ahora le gusto yo, un hombre? —Volkov estaba muy confundido, pero ponía todo su empeño para entender a su pareja.
—No... sí. —Conway lucía confundido, una expresión que el ruso pocas veces vio en él.
—¿Aún cree qué es un fracaso por estar con un hombre? —Interrogó Volkov inseguro.
—¡No! ¡Coño! ¡No! —Respondió seguro de su respuesta. —Soy un fracaso por muchas cosas Volkov, pero nunca por estar contigo.
—¿Aún la ama? —Pronunciar cada palabra de esa pregunta fue como hacerle un rasguño a su corazón.
Conway cogió una bocanada de aire y lo soltó muy lentamente. —La ame, en su momento fue mi vida entera, y cuando la perdí quise morir con ella y nuestros hijos. —Su mirada café estaba fija en la azul de su ruso. —Por muchos años sobreviví estando muerto por dentro, buscando de forma consciente mi propia muerte. —Sus grandes y callosas manos acunaron con suavidad el rostro ajeno. —Y entonces apareciste tú, puto ruso frío de los cojones, siempre detrás mío, siempre a mi lado, siempre apoyándome incluso cuando fui un hijo de puta, siempre a mi defensa, siempre leal, siempre aquí, inamovible. —Conway apoyó la frente en la ajena y respiro hondo. —No me di cuenta cuándo me enamoré de ti, y cuando lo hice me lo negué, me sentía culpable por dejarlos atrás, a ella y mis hijos. Y tenía miedo, mucho miedo de que tú como ellos...
Volkov estaba llorando, ni siquiera se dio cuenta de ello hasta que sintió la fría humedad de sus lágrimas mojando su camisa. —Yo no me iré a ningún lado, Conway. —Aseguró abrazándose al cuerpo de su pareja con fuerza.
—Respondiendo a tu pregunta. —Conway secó sus lágrimas con mucho cuidado. —La ame, hace toda una vida, la ame y aún hay días que la extraño, no te lo voy a negar. Pero también es verdad que a día de hoy mi corazón te pertenece a ti, solo a ti. —Los labios de Conway rozaron de forma delicada los de su ruso. —Tú eres mi infinito, Viktor. —Susurró dando por concluida su conversación y dedicarse a besarlo de forma posesiva.
Volkov no se iba a quejar por ello. Sus labios se amoldaron a los de Conway y su lengua buscó de inmediato enroscarse con la ajena, saboreando el vodka y el tabaco en la boca de su pareja. Comprendía a la perfección sus palabras, y su corazón daba saltos en su pecho de pura felicidad. Nunca creyó ser digno de sentir un amor tan profundo, mucho menos se consideró capaz de demostrarlo con lo frío que era, pero la cuestión era que Conway era una hoguera, era fuego puro y lo quemaba de una forma tan gloriosa que se volvió un adicto a su calor.
—Viktor...
La ropa de ambos había desaparecido ya y sus cuerpos se buscaban en la cama como dos sedientos en busca de agua. Volkov encima de Conway se dio el lujo de admirarlo con detenimiento deteniendo su mirada en cada cicatriz que en vez de afectar su atractivo lo hacían aún más hermoso a ojos del ruso.
Sus miradas se cruzaron y un mismo deseo fue dicho sin palabras. "Se mío" pensó Volkov deslizando las yemas de los dedos por la piel tostada de su amante, descubriendo esos puntos donde lo hacía estremecer, recorriendo cada línea hasta grabarse en la memoria su completa anatomía.
"Soy tuyo" pensó Conway repitiendo en susurros el nombre de su amante. Su cuerpo era un manojo de nervios todos ellos conectados a los dedos del ruso que parecían tener un control inexplicable en su piel pues ahí por donde pasaban dejaban detrás ecos de placer que recorrían su cuerpo entero y se le acumulaban en el corazón.
"Como yo tuyo" pensó de nuevo Volkov, sujetó las caderas de Conway con ambas manos y con la lengua hizo el mismo recorrido que antes hicieron sus dedos, tomándose su tiempo en esos puntos que le robaban jadeos a su pareja, alargando el momento hasta que el deseo se volvía casi una tortura, entonces su boca fue directo a ese punto que clamaba por atención.
"Viktor... por favor..." Si, Jack Conway rogó. Suplico a su pareja que continuará, que no parara, que hiciera de él lo que deseara. Jack Conway por primera vez en su puta vida echó abajo todas sus barreras y se entregó al hombre que amaba sin guardarse nada, se dejó consumir por él, porque solo entre sus brazos era él mismo.
—Jack... —Gruñó Volkov, mirándolo desde abajo, subiendo y bajando por todo lo largo de su miembro, succionando con fuerza a la vez que su mano libre lo preparaba para lo que vendría después. No había prisa en sus movimientos, no había necesidad de apresurarse, por el contrario deseaba alargar ese momento entre ellos el mayor tiempo posible, sin embargo el deseo era un desagradable traicionero y entre más lo escuchaba jadear más difícil le era contenerse.
—Viktor... —Las manos de Conway tomaron el rostro de su ruso con fuerza y tiro de él para acercarlo a su boca, besándolo de manera urgente, posesiva, hambrienta, saboreandose a sí mismo en su lengua al jugar con esta.
Volkov se dejó llevar, deslizó las manos por los muslos de su pareja, casi pidiendo permiso para continuar. Lo sintió clavarle los talones en los glúteos y tomó eso como un sí, con las manos se posicionó contra su entrada y sin dejar de besarlo se empujo dentro suyo.
Los dos gimieron a la vez, sus ojos se abrieron para encontrarse e intercambiar una intensa mirada llena de palabras que no se dirían en voz alta. Volkov se empujó dentro suyo un poco más, tan estrecho, tan caliente, tan bueno que le costó no correrse ahí mismo.
Volvieron a besarse, un beso casi tierno al estar unidos por completo. Conway jadeo, Volkov gruñó, echó atrás las caderas y de una sola embestida se deslizó de nuevo dentro suyo. Jack le hundió las uñas en la espalda y le mordió los labios, Volkov ardía, juraría que era fuego puro mientras se movía de forma salvaje, entrando y saliendo de su estrecho interior, chocando contra sus glúteos de forma violenta, buscando darle mayor placer al encargarse también de su erección que sentía frotarse entre sus cuerpos.
Los gemidos de ambos se volvieron más intensos, las embestidas más salvajes y lascivas, los besos duros y violentos, el calor aumento hasta convertirse en un jodido supernova y con el nombre ajeno saliendo de sus labios los dos alcanzaron a la vez, como un torbellino de placer el tan ansiado clímax. El olor a sexo lleno el espacio junto al de sus cuerpos sudados, el silencio los envolvió como si fuera cómplice de su secreto. El yate continuo meciéndose suavemente, arrullando junto con las estrellas y la luna el latir de sus corazones que a gritos se decían lo que sentían el uno por el otro.
Había paz, por fin sus almas atormentadas encontraban la verdadera paz.
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"CAMINOS" (Volkway)
FanfictionFanfic basado en los personajes originales de GTA V Rolplay, propiedad exclusiva de sus creadores Reborn y Momonkun.