"BLACK OPS"

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—¿Qué coño les pasa a ustedes dos?
Freddy Trucazo miraba a Conway y Volkov que como siempre permanecían de pie frente a él, con los brazos cruzados sobre el pecho y una expresión en la que nada se podía leer y sin embargo, algo había diferente entre ellos, el aura que los rodeaba parecía más cálida, pero a la vez, más cerrada.
—¿A ti qué mierda te importa? ¿Tienes el informe? —Conway sin ser consciente de ello se pego un poco más a Volkov, sus brazos, del hombro al codo rozándose constantemente.
—¡Joder, ya era puta hora nenos! —Exclamó entusiasmado al comprender lo que pasaba.
—¿De qué cojones hablas? —Jack frunció las cejas y miró amenazante al Coruño.
—Nada, nada. —Trucazo tan inteligente como siempre sabía que ese era un tema delicado de tratar por lo que decidió desviar el tema por el bien de su propia seguridad. —Te deje el informe en tu escritorio neno, si lo vieras de vez en cuando te habrías enterado.
—Cállate... —Gruño el Superintendente, miró a su comisario y sonrío de forma casi imperceptible al ver que este ya iba saliendo hacia su despacho para traerle el puto informe de Trucazo. —¡No digas ni una puta palabra! —Advirtió Conway lanzando una mirada amenazante a Freddy, quien se la tomó muy en serio aunque se moría de ganas por decirles un par de cosas.
—Aquí tiene. —Volkov le entregó la carpeta con el informe a su superior y lo siguió cuando este se acercó a su asiento donde se dejó caer de golpe.
Freddy no podía dejar de mirarlos y sonreír. Para alguien que no los conocía podía parecer que nada había cambiado, pero para él que se dedicó a observarlos detenidamente era muy obvio lo que pasaba, tanto que juraría haber visto el hilo invisible que los unía.
—Así que los de la coca tienen nueva sede. —Conway dejó el informe en manos de su comisario luego de un rato y se encendió un cigarrillo.
—Eso parece neno, los he visto trasladar vehículos y cosas desde la casa del norte hasta el puerto del sur, cerca del aeropuerto.
—Un lugar peligroso, hay mucha gente que transita por ahí.
Opinó Volkov dando también una hojeada al informe.
—Depende neno, ¿no has oído eso de que si escondes el oro a simple vista brilla menos?
—Correcto, a simple vista, nadie sospecha. —Concordó Conway.
—Entonces, ¿cómo quiere proceder? —Cuestionó Volkov mirando al Superintendente.
Conway se reclinó en el asiento, dio un par de caladas al cigarrillo, se puso de pie, caminó por la oficina de un lado a otro, volvió a sentarse y a ponerse de pie, y así una y otra vez hasta consumir por completo el cigarrillo. —Vamos a acabar con ellos. Hablaré con los otros agentes infiltrados, si confían en ellos los llevaran a la sede nueva, si es el caso tendremos información de primera mano de cómo y cuándo entrar a reventarlos.
Freddy se frotó la nuca con cansancio, le preocupaba uno de los miembros de la mafia, no quería que muriera, y no veía como salvarlo, sin embargo haría lo posible por cumplir su promesa de que ambos salieran con vida de la puta guerra que se avecinaba. —¿Quieres que vigile el área y sus alrededores?
—Negativo. —Conway se acercó a Trucazo y lo miró a los ojos. —Necesito que hagas un trato tocho con ellos. Por lo menos de un millón.
—¿No crees que eso será muy cantoso?
—Hace un tiempo no mueven casi nada de su merca por los de la meta, no creo que les sobre el dinero como para que se den el lujo de negarse a un trato así. —El Superintendente volvió a su asiento y abrió uno de los cajones. Sacó una llave y se la entregó a Trucazo. —Usa los fondos del CNI, y juega con la carta de la meta, diles que si ellos no pueden cerrar el trato te irás con la competencia.
—Eso no les va a gustar neno.
—Esa es la idea. Provocarlos.
—Entendido. Le diré a mi chico que los contacté.
—Vamos a acabar con todos, pero a dos de ellos los quiero vivos. —Conway intercambió una mirada fugaz con Volkov, y el brillo que Trucazo vio en ambos le erizo los vellos de la nuca.
—De una neno, me pondré a trabajar en eso. —Freddy sabía a quienes se referían, y lo que pasaría con ellos una vez ese par los tuviera en sus manos. Sabía también lo que habían hecho y no justificaba a su amigo, sin embargo ninguno de ellos estaba libre de pecado y una parte de él quería creer que merecían una segunda oportunidad.
Con ese pensamiento en mente salió de la oficina y se retiró de la sede para comenzar a trabajar en el trato.
—La guerra está en marcha, Volkov. —Conway volvió a dejarse caer en su asiento y se frotó las sienes con dos dedos.
—La guerra ha estado en marcha desde siempre, Conway. —Dijo Volkov dando un suave apretón al hombro de su superior. —Y la vamos a ganar o perder, juntos.
El resto de la tarde lo pasaron en el CNP, entre persecuciones y robos que terminaron sin mayor contratiempo. Ya entrada la noche y debido al poco movimiento que había en la ciudad decidieron hacer un par de simulacros como entrenamiento para los policías recién integrados al cuerpo.
No era algo que disfrutarán hacer, pero sabían que necesitaban policías más preparados, con mayor experiencia y por ello dedicaban algo de su tiempo a mejorar las habilidades de los alumnos y oficiales de bajo rango. Palma y Girardon les ayudaron bastante, instruyendo a los nuevos, respondiendo sus dudas, evitando que se volvieran una molestia para sus superiores.
Al final lograron que ellos solos finalizarán un código uno sin estamparse ni incumplir ninguna de las normas establecidas, lo que era todo un avance teniendo en cuenta que la mayoría eran nuevos y nunca habían hecho algo así. Con ese pequeño logró, los dos salieron de servicio y se retiraron de la comisaría en el Audi negro del comisario.
—Llegado el momento, ¿podremos confiar en la malla?
La pregunta tomó a Volkov por sorpresa por lo que tuvo que pensar un momento en su respuesta mientras conducía de camino al departamento de Conway.
—No puedo decir que confíe en ellos. —Respondió con la vista fija al frente. —Pero siendo sinceros tenemos algunos buenos agentes que pueden ser de ayuda si se requiere.
—Son críos, no quiero que mueran...
—Son policías, Conway. Están preparados para eso.
El Superintendente apoyo la cabeza contra el cristal y cerró los ojos. Estaba cansado, tan agotado mental y físicamente que apenas podía mantenerse despierto. Y es que tenía tantas cosas que sopesar, tanta información que procesar. —Mañana nos reuniremos con Horacio y Gustavo.
—10-4... —La voz de Volkov fue apenas un suave susurro que lo arruyo al dejarse vencer por el sueño.

"CAMINOS" (Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora