"LA MISIÓN"

1.3K 189 18
                                    


Volkov y Trucazo se pasaron a cambiar la ropa a una de las tiendas en la parte norte de la ciudad, cerca del bar "Tequila". Dejaron el automóvil del CNI en un garaje cercano y cogieron un vehículo diferente. El ruso iba conduciendo mientras el chorbo le indicaba el camino.
—Creí que iríamos a su cede directamente. —Mencionó Volkov, parando en un callejón, ocultos entre las sombras de la noche.
—Primero tenemos que agarrar a uno y nos de tanta información como sea posible. —Informó Trucazo señalando hacia el otro lado de la calle donde un muchacho vendía drogas a los civiles que pasaban por ahí. —¿Has oído eso de que se atrapan más moscas con miel que con vinagre?
Volkov asintió, mirando donde el contrario le señalaba.
—Pues he dejado ahí bastante miel de la más alta calidad.
El ruso comprendió el plan sin necesidad de más detalles, por lo que no hizo más preguntas y se dedicó a vigilar el entorno con los prismáticos. —Solo espero que el CNP no tenga hoy muchas ganas de acudir a los avisos de drogas.
—Si vienen tengo un par de chicos más para usar de cebo. —Comentó Trucazo mirando de reojo al hombre a su lado. Freddy no lo conoció mucho en su breve paso por la policía, pero así a simple vista tenía claras un par de cosas sobre él. Primero, era un hombre de principios, leal a sus valores, dedicado en su trabajo, y segundo, estaba enamorado de Conway. ¿Cómo sabía eso? Era fácil, solo hacía falta ver la forma en la que el comisario miraba a su superior.
—Un auto se acerca. —Aviso el ruso, deslizando su cuerpo un poco más abajo en el asiento y ser menos visible.
Freddy miró hacia su chico en la calle, el auto paso de largo. —Parece un civil cualquiera.
Volkov asintió y volvió a centrarse en la vigilancia.
—Volkov, ¿puedo hacerte una pregunta? —Cuestionó logrando una mirada de sorpresa en el contrario.
—Adelante.
—Aquella vez, en aquel túnel donde hablamos. —Freddy dudó un poco sobre cómo tratar el tema sin parecer entrometido. —¿Lo sabías? ¿Tú sabías que Conway me lanzo un farol?
El ruso lo pensó por un momento, soltó un suspiro y miro al frente con nostalgia. —Lo sabía. Como él sabe que si pegarme un tiro fuera necesario para atrapar a los asesinos de Ivanov y los demás. Yo mismo sostendría su mano con el arma apuntando a mi cabeza.
—¡Joder macho! —Trucazo se pasó la mano por el cabello. Entendía ese nivel de confianza, de lealtad, pero igual le sorprendía. —Ustedes son más gilipollas de lo que pensaba.
—¿A qué se refiere? —Había sincera confusión en la voz del ruso.
—Conway no confía en nadie, o eso dice. —Comenzó a explicarse. —Es obvio que en mí no confía, por eso aseguró que era capaz de matarte si era necesario, de ese modo si yo era un sapo no iría a por ti con tal de hacerle daño. Por otro lado, las personas que se atreven a amenazarte o hacerte daño terminan con una bala en la cabeza. —Trucazo movió la cabeza de un lado a otro. —Tú por otro lado, lo sigues a todas partes, estás siempre de su lado aún si está equivocado. Y estoy seguro que recibirías una bala por él si se diera el caso. Así que son gilipollas, por no decirse lo que sienten.
El ruso no dijo nada, sin embargo sus ojos antes apagados se llenaron de un nuevo brillo que Freddy no logró descifrar.
—En este trabajo, vivimos de tiempo prestado, Volkov. No esperes a que esas palabras sean dichas por alguno de los dos frente a una fría tumba.
Volkov escuchó cada palabra dicha por Trucazo y entendió cada una de ellas. Era la primera vez que alguien le hablaba así, y le pareció una ironía que fuera la persona a la que consideraba menos sería y madura del grupo.
—Una moto, con dos sujetos.
El aviso lo puso alerta y sin perder tiempo se colocó la máscara, saco el arma y encendió el motor del auto. La moto se paró frente al chico cebo, uno de ellos se bajó y le apuntó con un arma. —¿Te importa mucho ese chico? —Preguntó a Freddy que como él ya estaba listo.
Trucazo negó. El comisario sonrío, pisó el acelerador y en unos segundos estaban parando frente a la moto evitando que salieran huyendo.
—¡Arriba las putas manos! ¡Los dos ni un solo puto movimiento o les pego un tiro! —Freddy le hizo una seña al chico y este salió corriendo a toda prisa. Su arma apuntando a los dos tipos mientras Volkov se encargaba de esposarlos, quitarles las comunicaciones, las armas y los meterlos en el vehículo.
—¡Los tenemos, vamos!
Freddy se subió a la moto, tenían que esconderla y los amigos de los tipos que llevaban no sospecharan nada. Los dos vehículos avanzaron sin prisas, procurando no llamar la atención hasta llegar al puente frente a la zona industrial donde tenían listo un cuatro por cuatro. Dejaron la moto oculta bajo unos cartones, pasaron a los tipos al nuevo vehículo y salieron de ahí cagando leches.
—Te marque la ubicación. —Comentó Freddy señalando el GPS.
Volkov asintió y se dirigió al lugar marcado que era un viejo y abandonado cobertizo a la orilla del lago. Al final ni siquiera hizo falta torturar a los secuestrados, unas pocas amenazas, un par de golpes y los dos cantaron como gorriones en primavera, dándoles la información sobre cuántos eran, y como se distribuían dentro de su cede, además del nombre y apariencia de su jefe.
Trucazo los mato a ambos, su lado "humano" le decía que el ruso no tenía porque llevar en las manos más sangre de la estrictamente necesaria. Se deshicieron de los cuerpos de forma rápida y efectiva, sin dejar ninguna huella o rastro de su presencia en ese lugar. Volvieron al vehículo y de vuelta a la ciudad, a la zona rica donde estaba la cede de los que buscaban.
El operativo fue rápido, sin contratiempos. Unas pocas balas del francotirador para deshacerse de los cuatro vigilantes, entrada sigilosa por detrás para cargarse a los dos que estaban en el jardín, y de ahí en más fue solo entrar y disparar, hasta que solo les quedo el jefe. Freddy se encargó de explicarle la razón detrás de su muerte y por más que suplicó y trató de comprarlos, al final se llevó también una bala en la frente.
Algo de combustible y un mechero fue lo único que hizo falta para borrar todo rastro de su paso por ahí. La policía muy posiblemente dictaminaría que todos murieron por la explosión causada por una fuga de gas, porque al final del día a nadie le importaban unos cuantos maleantes muertos en la ciudad.
—¿Volvemos a la cede? –Preguntó Freddy luego de guardar las armas en el maletero del vehículo.
El ruso asintió, estaba detrás del auto cambiándose los guantes pues los que llevaba estaban llenos de sangre. —Buen trabajo, F.
Freddy sonrió, era raro para él recibir un cumplido, pero no iba a negar que se sentía bien y era algo que él también tenía ganas de implementar. —Buen trabajo neno. —Respondió al ruso, subiendo al vehículo para volver a la cede.
Y si creían que eso era todo, se equivocaron. Apenas llegar fueron interceptados por Evans, la pelirroja les explico que podían ducharse y descansar ahí mismo en las instalaciones, pero después debían redactar un informe con lujo de detalles sobre todo el operativo, de principio a fin y sin omitir ni siquiera el número de balas que gastaron. Los dos hombres se miraron con algo de pena, se supone el CNI era trabajo libre de informes, pero no, todo aquello no era más que una falsa propaganda.
Volkov dejó las armas en la armería y se dirigió a su despacho, por mucho que trato de evitarlo, su vista se dirigió al despacho vecino, el cual desde luego pertenecía a Conway pero claro, él no estaba ahí, seguramente estaría en su casa ya, o tal vez en la comisaría. Lo que fuera, le daba igual.
No, la verdad era que no le daba igual, lo había extrañado durante toda la tarde y noche, y aunque Trucazo no era un mal compañero, le hacía falta el gruñón del Superintendente y sus constantes quejas, su mal humor, su manía de insultar todo lo que se movía, su música, su voz, su aroma, sus silencios... ¡joder, estaba muy mal!
Se prometió dejarse de tonterías, se encerró en su despacho y comenzó a redactar el informe que Michelle les había pedido. Apenas llevaba una línea escrita cuando tomó su celular, busco entre los contactos y comenzó a escribir un mensaje. <La misión fue bien, sin novedades. Ya estamos en la cede.> Antes de arrepentirse presionó el botón de enviar y guardo el teléfono, así no estaría preocupado por si le respondían o no.
Conway le había exigido, pedido, casi rogado a Michelle para que le dijera dónde era la misión de Volkov, sin embargo la pelirroja no soltó ni una palabra de información. Por el contrario, lo obligó a ir con ella a una reunión con la gente de informática pues tenían algunas cosas que mostrarles sobre la investigación que se llevaba a cabo dentro del CNP y toda la malla, al final un par de agentes fueron despedidos por las constantes faltas y acciones que no eran apropiadas para la policía.
Extrañaba a Volkov, sobre todo en esos momentos de silencio mientras fumaba un cigarrillo en su despacho. Extrañaba sentir su mirada encima, el aroma terroso de su colonia, los ligeros sonidos que hacía sin darse cuenta, y su voz, sobre todo su voz al pronunciar su nombre.
Su teléfono sonó sobre el escritorio y se apresuró a revisarlo. Una oleada de alivio y orgullo le recorrió el cuerpo entero y suspiro antes de marcar el número, necesitaba hablar con él aunque fuera por un breve momento.
—¿Conway? —La voz del comisario al otro lado de la línea fue como un bálsamo para el Superintendente.
—Cuéntame, ¿cómo fue la misión? —Pidió Conway, reclinando la espalda contra el mullido sillón.
Pudo escuchar claramente que Volkov hacía lo mismo y soltaba un suspiro antes de responder. —Fue bien, logramos agarrar a un par de ellos, nos dieron información sobre su banda, y el resto fue entrar, limpiar y salir.
—¿Trucazo te dio problemas? —Interrogó solo por seguir escuchando la voz de Volkov.
—No. La verdad es que ha sido un buen compañero. —Oírlo decir eso le sorprendió pues el ruso no era conocido por coincidir con la gente.
—¿Estás bien? ¿Ninguna herida?
Volkov rió un poco y ese sonido hizo que Conway recordara todo lo que estaba bien en el puto mundo de mierda. —Ninguna herida. ¿Y usted, como se encuentra, Conway?
"Extrañándote" respondió en su mente.
—De puta madre, Volkov. —Dijo en cambio.
—¿Conway?
—Dime... ¿qué pasa?
Volkov tardó unos segundos en contestar. —¿Podemos vernos? Tenemos que hablar.
Conway se quedó paralizado por un momento, sin saber qué decir o hacer. Sus manos temblaban por el anhelo de tocarlo, de sentirlo cerca, pero por otro lado necesitaba mantenerlo vivo y a salvo, lejos de él...
—En media hora, nos vemos en la playa de aquella vez.
—10-4. —Respondió el comisario antes de terminar la llamada.

&quot;CAMINOS&quot; (Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora