"FRENTE A FRENTE"

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Volkov llegó al lugar unos minutos antes de lo acordado, ni siquiera se molestó en terminar el informe que Evas les había pedido, simplemente tomó su chaqueta, cogió una motocicleta del garaje y condujo hasta aquella playa que tan bien conocía pues volvió ahí una y otra vez luego de la conversación que tuvo con Conway.
Dejó el vehículo aparcado entre los árboles y caminó hasta la playa se sentó sobre la arena y encendió un cigarrillo. El sonido del agua deslizándose por la arena le resultó relajante y le dio la oportunidad de poner en orden sus pensamientos.
—"Priviet" —Conway saludo a Volkov con su usual saludo pero no a modo de broma, sino porque extrañaba oírlo de él.
—Priviet. —Respondió Volkov en un tono suave, casi dulce porque le gusto que su superior le saludara en su idioma.
Conway se sentó a su lado, muy cerca, tanto que sentía su calidez en el brazo que se tocaba con el ajeno. —¿Así que, Trucazo resultó un buen agente?
Volkov dio una calada al cigarro y sonrío lento, mirando al frente todo el tiempo. —Lo es, es inteligente, centrado, y muy efectivo. —Dio otra calada al cigarrillo y expulsó el humo hacia arriba antes de mirar al contrario. —Pero no vine aquí para hablar de trabajo.
Conway estiro una mano y le quito de los dedos el tabaco al ruso, dio una calada a este y suspiro antes de responder. —Lo sé. Quería romper el hielo.
—Hace un tiempo le conté de mi familia. —Comenzó a hablar Volkov, su tono era triste, pero a la vez un tanto pacífico. —Mi hermana, ella lograba sacar lo bueno que había en mí. Era alguien alegre, cariñosa, amable, positiva, quizás demasiado. Casi nunca se le veía triste, sin importar lo mal que fueran las cosas, ella conservaba su positivismo. —Volkov miró un momento hacia el océano y respiro hondo. —Ella merecía una vida larga, una familia, ser feliz... y murió, por mi culpa, sin yo hacer nada para evitarlo. —Un par de lagrimas brillaron en sus ojos azules. —Yo sabía de la tormenta, pude decirle que no fuera, que esperará a la siguiente visita, pero deseaba tanto verla... fue mi culpa.
Sin ser consciente de ello Conway se acercó aún más a Volkov, deslizando muy suavemente las yemas de los dedos por el brazo del ruso mientras lo escuchaba atento. —Fue un accidente, Volkov. No tenías manera de saber que eso pasaría. —Dijo a modo de consuelo.
—Ella era toda la familia que me quedaba. Desde entonces no deje que nadie se acercara a mí. Me volví frío como una piedra, dedicado solo al ejército, a cumplir órdenes, porque entonces lo que pasará no sería mi culpa sino de quien lo ordeno. —Aquella confesión lo hizo sentirse avergonzado y por ello bajo la mirada a la arena. —Pero entonces apareció usted. Dándole vuelta a mi mundo, haciendo que sintiera algo por primera vez en muchos años. Al principio me lo negué, incluso trate de ignorar dichos sentimientos, pero entre más lo negaba más evidente se hacía. —Los ojos azules del ruso atraparon los castaños de su superior. —Así que lo acepte, y le parecerá curioso pero al aceptarlo me sentí en paz. No esperaba nada, obviamente. Era un amor que sería unilateral por siempre, lo sabía, lo tenía totalmente claro, y estaba bien con eso.
—Y entonces... yo te bese. —Terminó Conway por él.
—No se lo estoy echando en cara, de hecho se lo agradezco, ahora tengo un bonito recuerdo de nosotros. —Volkov sonrió un poco mirando los labios de Conway. —Y si de algo me tengo que arrepentir, eso sería de no haberle dicho mucho antes como me sentía.
Conway se quedó en silencio, su mente en blanco, su cuerpo paralizado imposibilitado para moverse. Tenía tantas cosas que decirle a su comisario, pero las palabras simplemente se negaban a salir.
—Alguien me dijo que vivimos de tiempo prestado. Y es verdad, perdimos a Ivanov que tenía tanta vida por delante, a Gonetti, Torrente... y tantos otros. Hemos visto la muerte de frente más de una vez, pero como usted dijo, una bala siempre dice la verdad, y la que nos toca, no ha sido aún disparada. —El ruso se levanto con calma, sacudió la arena de sus pantalones y se quedó de pie, mirando la luna desaparecer más allá del océano. —Sin embargo, me niego a vivir con miedo, si hoy es todo el tiempo que tengo quiero irme con la cabeza en alto, sabiendo que no deje nada pendiente.
—No es cuestión solo de miedo, Volkov. —Dijo Conway poniéndose de pie y quedar frente al ruso, mirándolo a los ojos. —Soy peligroso, todo lo que toco muere... tú mereces otro camino, otro destino que no sea al lado de un puto asesino como yo.
—Así que, ¿ha pensado en tenerme a su lado? —Como polilla siguiendo la luz Volkov dio un pasito al frente, un pasito más cerca.
—¿En serio? —Conway parecía a punto de arrancarse el cabello uno a uno. —¿Solo eso entendiste de todo lo que dije?
—Llevamos años juntos, y yo sigo aquí. —Respondió con total seriedad.
—¡Y quiero que eso siga siendo así! —El Superintendente apenas alzó la voz. —Si alguien sabe que yo... pondría una Diana directo en tu cabeza...
—Mi cabeza tiene una diana puesta desde que soy policía. —La calma en la voz del comisario estaba volviendo loco a su superior.
—¡No lo entiendes!
—Lo entiendo mejor de lo que cree, Conway. ¿Acaso cree que no muero de miedo cada vez que lo veo entrar como un loco en una licoreria donde hay tres tíos disparando a matar? ¿o que no me duele verlo entrar en uno de esos flashbacks? Todo el maldito día, todos los días, tengo miedo de que le pase algo, y cuando está mal quisiera ser capaz de ayudarle, pero también temo... temía exponer mis sentimientos y perderlo, que se apartara de mí, por asco... o lo que fuera... —Las indiscretas lágrimas de antes por fin se deslizaron por las pálidas mejillas del comisario. —Después de todo lo que he perdido, ¿cree acaso que yo soportaría perderlo a usted? Mi único consuelo todo este tiempo ha sido la seguridad que tengo de que si usted muere, yo muero un segundo después.
—¡Joder! —Casi fue una queja por parte del superior pues no quería ni pensar en la muerte del ruso. Y lo cerca que estuvo de esta apenas unos días atrás.
—Podemos tener miedo, Jack. Pero, ¿qué sentido tiene vivir con miedo en vez de vivir con la persona que queremos? Ya sea por unas horas, unos días, unos años... el tiempo que me quede, viviré tranquilo. —Volkov dio un paso más al frente, su pecho rozando el contrario, su respiración sincronizada con la de Conway. —Porque te amo, y ahora lo sabes. Lo que pase entre nosotros de ahora en adelante, depende de ti. Como sea, lo que siento no va a cambiar, ni tampoco mi lealtad y devoción a ti. —Concluyó el comisario dando atrás los mismos pasos que había avanzado antes.

"CAMINOS" (Volkway)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora