𝖀𝖓𝖔

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El sol resplandeciente me cala en los ojos, hoy es un día nuevo, un día en donde todo será diferente, o al menos eso espero.

Entro sin previo aviso a la habitación de Leah quien apenas se va despertando e incorporando en su cama.

— ¿Lista para la escuela?

— ¿Lista para el trabajo? Ah no, vas tarde, como siempre.

Sin pedirle permiso voy hacia su gran armario para tomar unos pantalones. Leah es mi hermana mayor, la consentida de papá a la cual admiro mucho, una leyenda en Northell se podría decir, tengo la fortuna de formar parte de su familia... y bla bla bla.
Lucas sigue dormido cuando con cuidado tomo un cinturón negro de su escritorio, se echa un fuchi cuando salgo de la habitación.

En mi armario no hay más que ropa vieja y desgastada pero puedo formar algo decente con lo qué hay, debería pedirle a Leah que me confeccione algo bonito después.
El espejo frente a mi no hace más que mentirme, se burla de mi de alguna manera, me muestra a una chica que se ve bien con la ropa que lleva puesta y el poco maquillaje que usa, pero la realidad es otra. Por dentro estoy más podrida que la manzana de Blanca Nieves.

Oliver me manda mensajes sin parar, deseándome los buenos días y que tenga un día espectacular, bien podría decírmelo en persona cuando lo vea en la escuela, pero le avergüenza hacerlo, aunque no creo que le suceda lo mismo con Vera.

Solo serán dos años más.

No dejo de repetírmelo una y otra vez en la cabeza mientras los días pasan.

Después de eso me iré a la universidad en... no se en donde, pero muy lejos de aquí, eso es seguro. Mis padres no me extrañarán pues tendrán a sus dos hijos favoritos a su lado, estarán bien sin mi aunque de igual manera planeo visitarlos.

Llego al último escalón de abajo, a través del marco grande de la puerta mi hermana se despide con un beso en la mejilla de mamá y sale corriendo de la casa, aunque no tiene necesidad de hacerlo, su jefe siempre le perdona los retrasos.

Mamá me sirve la comida mientras me cuenta cómo es que la tía Laura descubrió la infidelidad de su esposo. Nunca me agradó la tía Laura, es una viejita chismosa que se fija en las cosas de los demás para criticarlos cuando ella está igual, o peor.
Minutos más tarde Lucas se une al desayuno mientras retira las lagañas de sus ojos adormilados.

— Límpiate.— mamá le indica con su dedo el area donde tiene baba seca pegada.

Lucas es mi cuate, el mayor, nació dos minutos antes que yo, es el capitán del equipo de béisbol en nuestra preparatoria y un completo adonis para todas las chicas e incluso chicos que no lo conocen.
Si lo vieran por las mañanas saldrían corriendo, traumados.

El claxon de nuestro transporte escolar suena afuera de la casa.

— ¡Ni siquiera me dio tiempo de lavarme los dientes!— se queja mi hermano con comida en la boca y dándole otra mordida a su pan.

— ¡Que tengan buen día mis amores!— la voz de mamá se apaga en cuanto cierro la puerta detrás de mi.

Reviso en mi espejo de mano mi barbilla, para cerciorarme de no tener ninguna mancha de pasta dental en el rostro.

En cuanto voy en el pasillo buscando donde sentarme el señor del transporte arranca haciendo que casi me vaya de boca al suelo. Paula está sentada en la primera fila, viendo por la ventana mientras escucha música que solo ella entiende.

— Casi te dejan.

Lo único que hago es asentir, me coloco los audífonos también para escuchar los nuevos hits de la semana, algo de Shawn Mendes no me vendría mal para calmar mis nervios.
In my blood resuena en mis oídos mientras me preparo mentalmente para lo que haré al llegar a la escuela.

Prisionera de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora