— Levanta tu trasero de el suelo y ve a desayunar.
— No quiero.
No dudo en que me veo patética desde la perspectiva de Genny, está recargada en el marco de la puerta, ni siquiera voltea a verme. Me siento segura en este pequeño rincón de la habitación mientras abrazo mis piernas, escondo mi cara y me muevo de adelante hacia atrás repetidas veces.
— Te dije que no te encariñaras con nadie de aquí— al mirarla mis ojos se llenan de lágrimas y mi rostro se enrojece.
— No me dijiste eso.
— Pero debiste de habértelo propuesto cuando te dije que tenías que sobrevivir. ¿Qué creías? ¿Qué todas serían grandes amigas y se llevarían bien en este infierno? Por Dios, deja de ser tan débil, por lo menos finge que nada te interesa, finge ser fuerte, por ti y las demás porque las veras morir a todas y también, algún día, te verán morir a ti.
— Tus palabras me hieren.
— Que bueno, ya levántate.— me jala del brazo y me pongo de pie para ir a desayunar.
Somos seis las que quedamos en este lugar, sin contar a Genny porque ella ya lleva mas tiempo aquí. Me quede despierta durante toda la noche esperando a ver a Candy caminar hacia su habitación, pero ella nunca apareció; espere por lo que parecieron ser horas y horas hasta que las luces de la jaula se volvieron a encender, los gritos habían parado desde antes que nosotras nos fuéramos a dormir, Candy nunca salió de esa habitación.
Vi a dos guardias parados frente a la puerta y a otros dos cargando una camilla con algo debajo de una sábana color azul, no tuve que preguntar lo que iba debajo de eso; su mano se dejó ver por un lado, tenía la esperanza de que fuera alguien más pero la reconocí de inmediato por sus uñas medio pintadas de rosa salmón, quise correr hacia ella para tomarla, para estar con ella por ultima vez pero un guardia se interpuso en mi camino.
Hice una rabieta, lo golpeé en la espalda repetidas veces y pataleé para que me dejara ir con Candy sin importarme en absoluto recibir un disparo en la cabeza. Me llevó hasta mi habitación y con una pasada de su pulsera en el escáner me dejó encerrada en ella, hasta que la puerta se abrió solita unas cuantas horas después, de igual manera me había quedado en la esquina, sola.
Creí que el comedor estaría en silencio absoluto pero no es así, todas charlan muy a gusto, ninguna se da cuenta de nuestra presencia hasta que nos sentamos en el comedor pero aun así no nos incluyen en la platica. Pareciera que nadie recuerda a Candy o Pearl, es como si ellas no hubieran existido jamás, como si sus muertes no fueran recientes. No se porqué pero creo que esto es obra de Genny, no dudo en que los consejos que me dio a mi se los dijo a ellas también, supongo que piensa que de esa manera nos ayudará en algo. Tal vez sea así, necesito cambiar o de otra manera me quedaré sin agua en el cuerpo por llorarles a todas.
— ¡Que ridículo! Esa fue la peor película de la historia— dice Resee.
Entre todas comparten su opinión respecto a una película que no he visto jamás pero se cual es, leí el libro.
Me uniría a su charla si tan solo tuviera ánimos de interactuar, mi batería social esta por los suelos.
Se quedan calladas cuando ven a Amely en la puerta, aunque ella ya no pueda compartir ningún comentario absurdo ninguna quiere continuar hablando, como si fuera a revelar algún tipo de información importante.— ¿Como sigues Amely?— le pregunta Coral intentando ser amable con ella.
— Imagina que te está insultando con la lengua— le dice Sabann y Amely le muestra su dedo medio.
La chica lleva consigo a todos lados una pizarra y un marcador que el Jailer le consiguió para que pudiera comunicarse pero ella casi no la usa, supongo que no sabe escribir en el idioma.
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Prisionera de la Corona
FantasíaEn mi mundo lleno de libros, estaba acostumbrada a leer sobre los reyes que gobernaban grandes naciones, algunos príncipes se enamoraban de las plebeyas y se convertían en reinas con el pasar del tiempo. No estaba preparada para lo que veían mis oj...