𝕿𝖗𝖊𝖈𝖊

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Salgo disparada en dirección a él sin siquiera darle oportunidad de que volteé y me reconozca, lo rodeo con mis pequeños brazos y lo aprieto muy fuerte, el emite un gruñido de dolor, se dobla para esconder su rostro en mi cuello y oler mi cabello, lo extrañé demasiado.

Él hace lo mismo conmigo, sus largos brazos me envuelven con facilidad y caemos juntos al suelo sin dejar de abrazarnos, puedo sentir y escuchar su corazón latiente, todo su cuerpo está temblando demasiado, por un momento me asusta, toco en su espalda un pequeño bulto que no había sentido jamás.

— Te creí muerta— su voz se escucha quebrada, como si estuviera a punto de llorar. Emito una risa gutural y él también, se seca una lágrima falsa cuando nos separamos.

No me lo pienso dos veces y analizo su espalda.
Mi cerebro no es capaz de procesar lo que estoy viendo, tiene las marcas de Barron sobre él; el bulto que sentí es el borde de una cicatriz reciente, aún se ve un poco roja e hinchada.

Tengo mil y un preguntas en mente para hacerle a mi hermano pero ya tendremos tiempo de eso después o por lo menos eso espero...

— ¿Se conocen?— pregunta Genny.

— ¿Eres tonta o qué?— le responde Mex— de seguro son familia ¡Son idénticos!

Ambos reímos ante ese comentario, es verdad que tenemos ciertas características similares pero casi no nos parecemos en nada, mi hermano es alto, cabello castaño oscuro y rizado, él es bueno con los deportes y come demasiado además de que sus ojos son de colores diferentes a los míos.
Aquí abajo tanto los de él como los míos de seguro se ven color café y no han cambiado para nada por la luz, cuando salgamos al sol si que lo harán, bueno, si es que algún día lo hacemos.

— Es mi hermano, Lucas.

Genny solo asiente con la cabeza sin más, nos quedamos viendo la serie en el gran sofá con las dos chicas que ya estaban ahí; Mex se sienta a un lado mío, Lucas al otro y Genny está en el piso recargada en mis piernas. De reojo puedo ver cómo las chicas suspiran y le lanzan miradas coquetas a mi hermano, sonrío un poco ante esa idea, él no es tonto y se da cuenta de las miradas pero no les hace caso, pasa su brazo por mis hombros y me abraza, de alguna manera me siento en casa con él aquí.
Ya no tengo que estarme martillando la cabeza preguntándome por él porque ahora está aquí, conmigo, y no pienso soltarlo jamás.

Se por su mirada que Lucas ya no es el mismo, desconozco las cosas que le hicieron allá en el primer piso pero no han de ser diferentes a las que yo pasé, puede que incluso lleguen a ser peor, se también por su silencio que no debo de preguntar al respecto, algún día, espero que pronto, decida contarme absolutamente todo.

Cuando la serie se vuelve predecible y aburrida nos levantamos del sillón, Genny me va susurrando los nombres de todos los que están aquí pero son demasiados como para memorizarlos, además, no quiero tener mas amigos a los cuales perderé algún día también.

Rose y Coral aparecen juntas caminando hasta el comedor en donde estamos nosotros, se sientan enfrente de mi sin decir nada por ahora, llevan la mirada perdida y picotean su comida dando pequeños bocados.

— Hola... mucho gusto, soy Mex— dice el pelinegro a su lado.

— Soy Coral.

— Rose.

— ¿Y tú...?— lleva su vista a la chica pelinegra sentada hasta el final de la fila, separada por tres personas de mi— ¿Te comió la lengua el ratón?

Ninguna de nosotras tres ríe, ni siquiera mi hermano pero los demás si; a diferencia de ellos nosotras sabemos lo que sucedió por lo que no es para nada gracioso.

Prisionera de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora