𝕯𝖎𝖊𝖈𝖎𝖘𝖊́𝖎𝖘

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El sol estaba en su máximo esplendor mientras Darmian y yo caminábamos directo a mi librería favorita, él estaba a punto de comenzar su turno en el trabajo, yo solo podía acompañarlo unas cuantas horas antes de que mi hermano pasara por mi.

En esos meses se había vuelto rutina nuestra salir juntos, me agradaba mucho estar con él porque me sentía cómoda, estoy segura que en ese entonces llegue a sentir algo por mi amigo pelirrojo. Todo eso se esfumó cuando yo recordé que tenía novio, siempre era así, lo veía y algo se revolvía dentro de mi pero segundos después descartaba ese tipo de pensamientos al recordar a su mejor amigo.

Yo leía un libro de mentes criminales (de nuevo) mientras el atendía las mesas en el otro extremo de la librería, amaba pasar tiempo ahí por el delicioso aroma del café recién preparado y el pan horneado, sabía que Darmian había escogido ese trabajo por mi, para que pasáramos más tiempo juntos aunque de igual manera solo eran unas cuantas horas las que compartíamos.

Odiaba cuando llevaba el cabello suelto mientras leía porque los mechones delanteros caían sobre mi rostro y me impedían leer a gusto así que tenía que colocarlos detrás de mi oreja.

De repente todo cambia de escena, me siento mareada y ahora estoy afuera en las oficinas de WSW yo sola, recuerdo muy bien ese día ya que tuve que ir para realizar una entrevista con Cristine Neman era la segunda vez que iba con ella para verla.
Extrañamente todo estaba vacío, solo había papeles que volaban por el lugar debido al fuerte viento que hacía, las oficinas por dentro no eran como las recordaba, había manos pintadas de rojo en las paredes color crema que estaban siendo tapadas por retratos pintados y al parecer demasiado viejos, era como si estuvieran remodelando por completo el lugar, para mi sorpresa no había ni un alma por aquí, las cosas se movían por su propia cuenta; el elevador fue cambiado por unas escaleras enormes en forma de caracol.

No tenía ni una gota de sudor cuando llegue al último piso en donde se supone que Cristine se encontraba; ella salió de una pared, literalmente la atravesó y se sentó en la silla con ruedas delante de mi. Todo comenzó normal, yo estaba nerviosa tal cual como ese día, la conversación transcurrió tal como la recuerdo pero al final de esta salieron las dos mujeres que estaban pidiendo una dirección el día de mi secuestro. ¿Qué diablos significa esto?

En las afueras de mi casa el jardín se ve precioso, está muy bien cuidado por las expertas manos de mamá, no hay ninguna hoja de césped más larga que otra, eso podría jurarlo. A través de la gran ventana en la sala puedo verlos a ambos sentados, mi papá lleva el brazo por encima del hombro de mamá, Lucas esta a mi lado viendo lo mismo que yo, juntos entramos a casa para hacer lo que era rutina.

— ¿Cómo les fue? ¿Mis amores tienen hambre?— eran las preguntas más comunes de nuestra madre.

"Bien y si" era lo que Lucas y yo siempre respondíamos al unísono mientras subíamos las escaleras para ir a nuestras respectivas habitaciones y cambiarnos la ropa por algo más cómodo para estar en la casa.

Leah siempre llegaba a la casa cuando era de noche, justo después de salir a la universidad, ella nunca tenía tiempo para nosotros, usualmente llegaba estresada y entraba en su habitación azotando la puerta cuando su día había sido pésimo en la escuela; esta vez fue diferente, parecía como si estuviera hipnotizada, llevaba la mirada perdida con sus pupilas dilatadas, en sus manos había sangre, caminaba por los pasillos tocando las paredes para guiarse hasta llegar a mi, justo enfrente de la puerta de mi habitación ella me tomó por los hombros y me vio fijamente con una sonrisa siniestra.

— ¿Quieres ver una película?— ladeó su cabeza al preguntar.

Lucas estaba detrás de ella y no hacía nada, todo parecía estar controlado por alguien más, ambos estaban hipnotizados, probablemente yo también porque acepté con total entusiasmo la propuesta.
Éramos la familia completa y feliz que no recuerdo haber tenido jamás viendo una película de comedia, mis padres se estaban quedando dormidos, yo estaba en medio de ambos hermanos, los tres sentados en el suelo mientras comíamos palomitas de maíz que no se en que momento habíamos preparado.

Prisionera de la CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora