|12| EL PRIMER ATAQUE DEL ENEMIGO

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Había pasado ya medio mes desde que Mía llegó al pueblo y las cosas seguían iguales que antes, no he visto a mi según "novio" desde que Mía se hospeda en la casa de los Ruiz. A mis amigas tampoco las he visto, mas que en dos ocasiones. Me siento molesta porque parece ser que soy la única que no le agrada Mía, trato de evitar a todos y me pasó la mayor parte en mi jardín, estoy frustrada porque mis pesadillas han aumentado, la sensación de ser observada me persigue a todos lados y aunque trato de ya no prestar atención a mis miedos es casi un reto imposible.
Mi pequeño jardín me llena de paz, por eso se ha convertido en mi refugio, todos los días riego mis plantas, corto las malezas y converso con cada flor.
—Mali ¿Podemos hablar?— estaba tan absorta en mi mente que hasta brinque del susto cuando me hablaron,    —perdona no quería asustarte— Ashton está frente a mi después de todo esté tiempo y el coraje o mejor dicho la decepción regresa a mi. —¿Que necesitas?— respondo seca, quiero que se vaya ya.
—Entiendo que estés molesta conmigo, pero entiende, Mía es nueva y yo solo quise ayudarla— me aplaudo mentalmente por no estar celosa.
—¿Y yo que dije?— elevo mi voz. —Pues nada, pero te desapareces, ya no me hablas,¿Que quieres que crea?— me reclama, aquí es donde me doy cuenta que aceptarlo me traería problemas.
—¿Como quieres que te hablé? ¿Por telepatía con el pensamiento? Tú mejor que nadie sabe que yo no mendigo atención ni tiempo, yo no voy tras un hombre llorando para que me haga caso y mucho menos cuando esté se enfrasca medio mes en ayudar a una turista desconocida— le respondo molesta, él se queda perplejo y antes de que diga algo más, continuo: —Escucha muy bien Ashton, yo no te voy a hacer berrinches, reclamos, ni escenitas de celos, tu sabes si quieres fallarme, solo te recuerdo que así como yo no te exijo nada, tú no vengas a pedirme cuentas— hago una pequeña pausa y termino —Con el tiempo te darás cuenta que me estás perdiendo— estoy muy cabreada con él así que lo dejo solo y voy a casa de Audrey. Necesito hablar con mi mejor amiga, pero se me olvidaba que ella también prefiere a Mía, nunca antes me sentí tan sola y es que nunca he sido celosa con ellas, pero no puedo negar que una punzada de traición y decepción se instala en mí, todos ellos se están dejando llevar por una cara bonita, Mía es un misterio para mí y aunque intuyo que todo lo que oculta me llegará a destruir, necesito saber ¿por qué no estoy tranquila con ella?
Estoy por pasar el segundo portón cuando escucho el grito de Mía —Ashton cariño ¿Dónde andabas?— veo como Ash camina sonriente,(el no me ha visto por qué yo entre por el portón del jardín de la casa de Au, y él entro por el portón principal) él se dirige hacia ella, Mía me ve y la malicia brilla en sus ojos, se acerca corriendo con los brazos abiertos hacia Ashton y lo besa, cualquier otra chica estaría llorando o desilusionada, por eso agradezco no ser una chica normal, cuando Ash se separa se ve confundido pero está por devolverle el beso cuando nuestros ojos se conectan, le doy una sonrisa de "no que no" y Audrey también me voltea a ver con lastima y eso es peor que el beso que acabo de presenciar, antes de que ellos reaccionen me doy la vuelta y me alejo de allí, escucho que me gritan pero no volteo y se que tampoco me seguirán, está de más decir que mientras esto sucedía, Mía tenía una sonrisa victoriosa.
Muchos han de creer que estaré deprimida, pero ¡no! Cuando llego a casa, escucho risas y me asomo a ver qué pasaba y quién era, me encuentro a mi abuela con un joven, al cuál no reconozco porque está de espaldas, ella me ve y me sonríe tal vez por lógica el también voltea y sus ojos se agrandan de sorpresa, posteriormente me sonríe y exclama:—¡Gardenia!—
El único que me llamaba así era... Pero no, no podía ser.
—¿Gastón?— pregunto confundida y sorprendida, el asiente con esa sonrisa que le caracteriza, me olvido de todo y corro a abrazarlo, su abrazo me llena de calma y eso es bastante bueno. Desde hace más de cinco años que no se nada de él, por lo que con café, galletas de mi abuela, risas y mucha plática la tarde llega a su final.
Esto me enseñó que todo lo Malo trae consigo algo bueno, eso que nos hace sentir un poco de calma antes de que la tormenta se desate nuevamente y está vez con mayor furia.

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