Capítulo 1: La primera vez que lo vi

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Muchos dicen que nací con suerte, ya que mi padre es el actual dueño de una de las empresas chocolateras mas grandes y conocidas del mundo, mientras que mi madre es la dueña de una famosa firma de moda, pero siempre he dicho que si hubiera nacido con un poco más suerte no me hubiera tocado nacer en esta familia. 

Dinero y poder. Entendí perfectamente el significado de estas palabras al cumplir los 8 años lo que llevó a comportarme de una manera irracional. 

-¡Gia, por favor, ya basta! 

Era la único que se atrevían a decir las sirvientas y niñeras cada vez que me portaba mal.

- Le diré a mamá que me tratas mal para que te despidan.

Era mi frase favorita, con ella las detenía en seco, lo cual me daba la oportunidad de romper, rayar y destruir lo que estuviera en mi camino. 

"Lo siento señor y señora Michele, ya no tolero a su hija" 

"Se ha convertido en un monstruo difícil de detener" 

"Lamento que Gia haya roto el antiguo espejo romano que estaba bajo llave, pero me dijo que si no le abría la puerta les diría a ustedes que intenté acosarla lo cual es mentira, yo nunca haría algo como eso"  

Cada semana renunciaba un niñero o niñera.

"Gia tiene las peores calificaciones que alguna vez haya visto para una niña de su edad, sus padres no le prestan atención, apenas le hablan" 

¿Qué era atención? ¿Se supone que mis padres deberían de hablarme?

"¿Alguna ves has visto que el señor o la señora Michele le den un abrazo a su hija?" 

¿Qué era un abrazo?

"Tiene ocho años y aún no puede leer, seguro que sus padres ni siquiera lo saben" 

¿Mis padres deberían que saber que no sé leer? 

"¿Sus padres no la han llevado al Médico para asegurar que su bajo rendimiento escolar y su inadecuado comportamiento no sea causado por alguna enfermedad?" 

No, mis padres nunca me han llevado a ningún lado.

"¿Esa niña sabrá siquiera el nombre de sus padres? 

¿Sus nombres no son papá y mamá? 

Poco tiempo después entendí que trataba mal a mis niñeras y sirvientas porqué sabía que cada una de ellas hablaba mal de mí a mis espaldas ya sea con mis padres o entre ellas mismas, y cada vez que oía sus pláticas acerca de mi inutilidad o la falta de atención y cariño de mis padres hacia conmigo me sentía peor.

Una noche hice algo inesperado. 

- ¡Gia! ¡¿Qué hiciste?! ¡Gia!

Lo único que recuerdo son los gritos desesperados de mi madre mientras yo estaba en el descanso de las escaleras, me dejé caer sobre ellas, lo vi en la televisión, si te caes de las escaleras te llevan al Médico, las personas se preocupan por ti y te abrazan, yo quería que mis padres hicieran eso. 

Pero cuando desperté en el hospital, de nuevo solo estaban mis niñeras y sirvientas. Creyeron que simplemente me había caído. ¿Por qué...ellos no estaban aquí? 

Después de unas semanas me dieron de alta del hospital, la única niñera que quedó me llevó a la oficina de papá, ahí también estaba mamá. En ese entonces ir a la oficina de papá era una aventura, me sentía importante de que mi padre me quisiera ver y más aún en su oficina. 

- Gracias por tus servicios Loretta,  ninguna niñera había durado más de una semana. Esto se verá recompensado en tu paga y tu ascenso.  

Dijo mi padre con agradecimiento y gran educación. 

- Gracias señor. Fue un honor haber servido como niñera a la familia Michele, ¿Ya han conseguido una nueva niñera? 

- Mejor aún señorita Loretta, hemos conseguido un joven francés criado y educado en el seno de la familia Didier, una familia que por generaciones se ha dedicado a la educación, cuidado y seguridad de los sucesores de las familias más ricas y poderosas del mundo así como de la realeza.

- Eso suena muy adecuado para la señorita Gia. 

En ese momento tocaron la puerta.

- Así es y al parecer ya está aquí, señorita Loretta, tengo el placer de presentarle al joven Jeremy Didier. 

Y esa fue la primera vez que lo vi. 

¿Y si nuestro amor nos mata? ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora