Capítulo 7: Un fin de semana juntos

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A la mañana siguiente desperté, el sol estaba muy brillante, miré al lado de la cama y Jeremy no estaba pero de la cocina llegaba el olor de un suave dulzor que conocía muy bien.

Abrí la puerta y fui a la cocina, ahí estaba Jeremy sirviendo dos platos con hot cakes, mi desayuno favorito.

- Buenos días señorita Gia ¿Descansó bien?

Asentí.

- ¡Me alegro mucho! - dijo con una gran sonrísa - bien, el desayuno está servido y su ropa está lavada y seca, si no le molesta después de desayunar podríamos ir a comprarle ropa nueva pues no podemos ir a la mansión Michele porque aún sigue el peritaje.

Asentí, me acerqué a la mesa y comenzamos a desayunar, su comida era deliciosa como siempre.

- Luce muy feliz -Dijo con su típica sonrísa- ¿En qué piensa?

- No es nada es solo que a pesar de que esté en un lugar completamente diferente me siento en casa, creo que eso se debe a que estás conmigo.

- Me alegra que me considere parte de su familia.

¿Parte de mi familia? ¡Oh Jer! ¡Tan inocente! Si supieras que lo que realmente quiero es formar una familia contigo.

- Aunque supe que me consideraba alguien de su familia y que se sentía realmente en casa cuando salió de la habitación solo con la playera de la pijama y su ropa interior puesta.

Dijo sonriendo.

- ¡¿Qué?!

Me miré las piernas, no traía el pantalón del pijama, solo la camisa y mi ropa interior, cubrí mi cara con mis manos, nunca me había sentido tan avergonzada.

- Se debió quedar entre las cobijas mientras dormía, me quedaba muy grande.

Dije muy apenada casi llorando.

- ¡Ah! ¡Lo siento señorita Gia! No sabía que había sido un accidente, me siento muy apenado.

- ¡Yo soy la que está sin pantalones en frente de ti! ¡¿Y tú eres el apenado?!

Ambos nos miramos fijamente a los ojos e irremediablemente comenzamos a reír hasta que nos dolió el abdomen.

- Lo siento señorita Gia - dijo entre risas - eso fue bastante gracioso, en seguida le traeré su pantalón.

- No te disculpes - dije riendo y ahora limpiándome las lágrimas de risa - yo iré por él, solo ¿Te puedo pedir un favor?

- El que sea señorita Gia, con gusto lo haré por usted.

- ¿Puedes cerrar los ojos mientras me levanto y voy a la habitación?

- Por su puesto.

Cerró los ojos y fui corriendo a la habitación. Me encerré con seguro y me senté al pie de la cama, estaba que moría de la vergüenza, era un buen momento para que el asesino viniera y me matara.

El resto de ese día nos la pasamos de compras, y pude saber nuevas cosas de él, como que sus colores favoritos eran el azul añil y el gris, algo que debí notar por los colores de su casa y habitación. También me di cuenta que le gustaba vestir de forma casual, con jeans, camisas de manga larga que doblaba hasta el antebrazo, suéters y tenis que combinaran con sus camisas, además de que siempre traía un reloj de pulsera.

También compramos víveres, me enseñó a escoger frutas, verduras y no dejaba de decir que ahora que estaba con él y que Loretta no nos vigilaba, cocinaría cosas deliciosas y poco nutritivas para ambos, se veía muy emocionado, al parecer mi presencia le agradaba tanto como a mí la de él.

¿Y si nuestro amor nos mata? ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora