Capítulo 2: Creciendo con él

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Jamás olvidaré la primera vez que lo ví. Entró por esa gran puerta de madera que estaba en medio de la oficina de mi padre. Era un chico alto, gordito, vestido de traje, de cabello dorado y suave como una nube, de piel muy blanca y lisa, como la de los bebés, de ojos color verde oscuro como el de los árboles, de mirada tranquila, tenía una sonrisa tierna y una voz suave. Nada más entrar a la habitación su mirada se desvió hacia mí, caminó con paso tranquilo, se agachó y me sonrió ignorando a los adultos.

- Hola ¿Cómo estás? ¿Cómo te llamas?

Se me hacía muy bonito, su personalidad bonachona y su cara regordeta lo hacían verse como la persona más amable que haya visto en la tierra.

- Gi-Gia Michele

Dije a duras penas, pues estaba perdida en el color tan bonito de sus ojos, que era igual al de a mi crayola favorita.

- Gia, ¡Qué bonito nombre! - tomó mi mano y la besó - es un honor conocerte bonita Gia.

"Bonita" Nunca me habían dicho algo así.

El chico se levantó y saludó a mi padre, a mi madre y a Loretta.

- Es un placer verlos de nuevo.

- El joven Didier tan solo tiene 14 años, pero es considerado por la familia Didier como uno de los mejores niñeros, también es un excelente mayordomo y a los 16 podrá aplicar para ser educado como guardaespaldas, aunque claro, como es de esperarse de la familia Didier, el joven ya domina una gran cantidad de artes marciales, es por eso que lo hemos traído hasta aquí.

Dijo mi madre

- Con gusto los serviré hasta que mis servicios no sean requeridos, además estoy seguro que Gia y yo formaremos una bonita amistad - se agachó, me tomó de la mano y me miró a los ojos - ¿No es así Gia?

Me preguntó Jeremy con voz suave y sonriendo, recuerdo haber hecho un puchero, voltear hacia otro lado y el sonido de su suave risa. Poco sabía que él y yo, con el paso de los años, formaríamos más que una bonita amistad.

El tiempo pasaba y yo pasaba todos los días con Jeremy y él conmigo, estaba presente en mi día a día desde que amanecía hasta que iba a dormir.

Él preparaba mi desayuno, mi comida y mi cena, y no solo eso, si no que me dejaba a ayudarle a cocinar, algo que las otras niñeras nunca me dejaban por miedo a que me lastimara o por no limpiar el desastre que dejaba, y aunque así fuera Jeremy nunca me regañaba, al contrario, reía suavemente y limpiabamos juntos, hacía que las tareas del hogar fueran divertidas, casi como juegos.

- Me preocupa que casi no quiera jugar y prefiera ayudarme a cocinar pequeña Gia.

Decía él con una sonrisa.

- Mientras esté con Didi estoy bien.

Didi, así lo llamaba, pues Jeremy era bastante largo y difícil para mí, y él siempre me llamaba pequeña Gia.

También se encargaba de mi educación, cuando se dio cuenta que no podía leer él me enseñó personalmente, gracias a él aprendí rápidamente, no solo a leer, sino también matemáticas, se mantenía al tanto de mis calificación, me ayudaba con la tarea y si no entendía algo me lo explicaba y repetía tantas como fuera necesario, y cuando lo hacía bien siempre me elogiaba o me daba chocolates.

Cuando estaba aburrida jugaba conmigo, cuando tenía miedo de la lluvia y los truenos siempre me abrazaba y cantaba hasta que me quedaba dormida, cuando estaba enferma me cuidaba, todas las noches antes de dormir me leía un cuento mientras me abrazaba y acariciaba mi cabello, y siempre al momento de arroparme me daba un beso en la frente de buenas noches.

¿Y si nuestro amor nos mata? ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora