C A P Í T U L O 25

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—Esto me trae recuerdos —expresó Michael con emoción tomando un tocadiscos demasiado antiguo en sus manos para detallarlo—. Mis abuelos eran un poco fríos con nosotros, pero una de mis actividades favoritas cuando iba a Irlanda era comer los scones que preparaba la abuela frente a la chimenea mientras el tocadiscos de mi abuelo reproducía alguna canción. El abuelo siempre se sentaba en viejo sillón frente a la chimenea con una pipa en su mano mientras yo tomaba asiento en el piso con un plato de scones y un vaso con té para acompañarle. Mientras observábabamos el movimiento del fuego, el viejo tocadiscos reproducía una y otra vez el disco favorito de mi abuelo y cuando llegaba una canción en específico, sacaba la pipa de su boca y me explicaba la relevancia histórica que tenía esa pieza.

—Era como un ritual que teníamos todas las noches antes de dormir —murmuró con nostalgia, observando el objeto en sus manos.

Minutos después lo dejó en su lugar y seguimos recorriendo los pasillos de la tienda de antigüedades con el dulce sonido de You'll Never Walk Alone llenando cada rincón desde unas bocinas que colgaban de una esquina del techo.

—¿Eras muy cercano a ellos? —pregunté con curiosidad al recordar el brillo de emoción en sus ojos.

—No tanto, el más cercano a ellos era Derek, sobre todo al abuelo —explicó—, pero aun así los quería mucho y tengo recuerdos muy gratos con ellos.

Nos detuvimos frente a una lámpara con diseño egipcio cuando me miró sobre su hombro con curiosidad.

—¿Cómo te llevas tú con tus abuelos?

Sonreí quedito.

—En realidad, ni siquiera los conozco. —Me encogí de hombros—. Nunca los he visto y ellos tampoco han hecho el intento de vernos. Ni siquiera sé si están vivos.

El entrecejo de Michael se arrugaba a medida que hablaba.

—Eso es muy extraño —murmuró.

Estuve de acuerdo con él.

—Tal vez exista una razón por la que papá no los trata, o por la que ellos no se acercan —suspiré—. Mi conjetura es que Steve los alejó de su vida como ha hecho con todos, aunque la verdad intento no pensar mucho en ello. Creo que no vale la pena dedicarles muchos pensamientos a aquellas personas que no están en nuestras vidas por algún motivo.

Pensó por un momento mis palabras, antes de asentir.

—Tienes razón, aunque de igual forma nunca podremos evitar preguntarnos por algunas cosas que no tienen respuesta.

Michael tomó unos binoculares y me observó con ellos. Rodé mis ojos mientras me cruzaba de brazos y el soltó una pequeña risa en respuesta.

—¿Qué estás buscando exactamente?

Se encogió de hombros.

—No lo sé.

—¿Ah? —Alcé mis cejas, no pudiendo creer lo que estaba escuchando—. ¿A qué te refieres con que no sabes? ¿Me estás tomando el pelo?

—No —contestó sin borrar su sonrisa—. Siempre vengo a este lugar sin tener la menor idea de lo que quiero comprar, pero sabiendo que encontraré objetos interesantes que harán que la visita valga la pena.

Comencé a negar, atónito por sus palabras.

—No lo entiendo.

—No hay nada que entender, bheag bhiast. Solo vengo a este lugar que me relaja y observo todo. No siempre salgo con las manos llenas, pero siempre vengo con la esperanza de observar algo que me haga sentir que debo tenerlo —comentó mientras un perchero de madera muy antiguo—. ¿Nunca te ha pasado que ves un objeto y aunque no sepas qué es, sientes la necesidad de tenerlo por todos los medios porque una voz te dice que se trata de algo invaluable? Bueno, algo así me pasa aquí.

El dilema de Stephen [P#1] (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora