C A P Í T U L O 22

2.2K 297 299
                                    

Michael

Parpadeé un par de veces con el propósito de hacer que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad que me rodeaba cuando una profunda sed se acentuó en mi garganta, haciéndome saber que esa era la razón por la que me había despertado en primer lugar.

Me removí un poco e hice el intento de levantarme cuando un calor intenso me hizo mirar a mi lado a un Stephen dormido y acurrucado a mi cuerpo, con su rostro apoyado en mi hombro y una mano cubriendo mi antebrazo.

Me quedé inmóvil en mi lugar, analizando la escena, incapaz de apartar la mirada del lento pero constante respirar de Stephen o de la expresión relajada en su rostro que pocas veces tenía la oportunidad de apreciar.

Una pequeña luz proveniente de algún lugar de la habitación me sacó de mis pensamientos y me hizo apartar la mirada del chico a mi lado para observar con curiosidad al aparato que brillaba sobre la mesita de noche. Me removí con cuidado para no despertarle y tomé mi teléfono cuando descubrí que el brillo provenía de él.

Mis ojos repararon en la pantalla justo cuando una llamada de mi madre se activaba, provocando que un suspiro saliese de mis labios al saber que no podría escaparme de aquello. Miré la figura de Stephen por última vez, para luego levantarme despacio y salir de la cama.

Cuando logré salir al pasillo, tras cerrar la puerta con el mayor cuidado posible, la llamada había finalizado. Pasé la mano por mi cabello y maldije por lo bajo al ver la hora y notar que faltaban pocos minutos para la medianoche.

Una decena de llamadas por parte de mi madre aparecían en mi barra de notificaciones, haciéndome saber que estaba en aprietos. Abrí la aplicación de mensajería para reportarme, en un intento por salvar mi pellejo, cuando un ruido proveniente de la planta baja me alertó, distrayéndome de los futuros problemas que tendría y haciéndome guardar el teléfono en mi bolsillo trasero para comenzar a caminar hacia las escaleras.

Sabía que Stephen había cerrado todo con llave y hasta donde tenía entendido, solo sus hermanos tenían acceso a la casa; acceso que no tendrían a medianoche sin razón aparente.

Atravesé la sala a paso lento, me acerqué a la cocina con cuidado y asomé mi cabeza por el borde de la pared para ver a un hombre de espaldas a la isla junto a la estufa, tomando una taza humeante con expresión pensativa.

Al ver que se trataba del mismo hombre que había estado fumando frente a la casa el día en que fuimos al lago, me relajé y tomé una profunda respiración para calmarme.

Por un segundo, olvidé que Stephen vivía con su padre.

Aclaré mi garganta y di un paso al frente, sabiendo que no tenía escapatoria. Volver a la habitación no era una opción cuando mi madre casi explotaba mi teléfono a punta de llamadas y salir de la casa pretendiendo no ser visto era ingenuo de mi parte.

Steve Miller alzó la mirada y la fijó en mi, primero con confusión y luego con reconocimiento atravesando sus ojos café oscuro. Enderezó su postura y me escrutó por unos segundos, antes de dejar su taza sobre la encimera y encararme.

—Buenas noches —fue lo único que se me ocurrió decir ante la situación.

Me sentía avergonzado por estar a esa hora en su casa, pero la situación se había salido de mis manos desde el instante en que caí rendido ante las caricias de su hijo.

—Buenas noches —respondió con su mirada fija en mi—. Eres el chico de la otra vez.

No era una pregunta.

—Sí, nos vimos en la entrada de la casa —murmuré sin saber qué más decir. Sobé mi cuello con nerviosismo y suspiré—. Lamento la hora, me dormí sin percatarme del tiempo que pasó y...

El dilema de Stephen [P#1] (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora