C A P Í T U L O 24

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Cosas como el descanso y el tiempo libre sonaban demasiado lejanas cuando llegaba la semana de parciales y debíamos dedicar la mayor parte del tiempo posible a abarcar los contenidos con la esperanza de pasar una materia que debíamos estudiar desde el principio y no al final cuando ya no había más opción.

No obstante, no podía decir que estaba arrepentido por eso cuando mi tiempo lo había pasado con Michael las últimas semanas. No podía sentir remordimiento cuando la salida a la discoteca que tuvimos hace dos semanas seguía repitiéndose en mi cabeza como una vieja película que quería que se repitiese.

El problema era que la semana de exámenes estaba consumiendo mi vida. Mis ojeras tenían ojeras y ya no sabía lo que era dormir ocho horas seguidas. Ya había tenido las tres primeras evaluaciones y lo único que quería hacer era rendirme sabiendo que aún me faltaba una. Sentía que no podía con el estrés y el cansancio que me generaban tantas horas de estudio y pocas de sueño.

Hace una semana presentamos el segundo informe del trabajo de contabilidad social y tuvimos la defensa en dónde expusimos la problemática del lugar. Holvan nos felicitó y la recaudación de fondos había sido un éxito la última semana dado que la publicidad había sido tan efectiva que muchas personas se estaban sumando.

Al menos en esa materia ya teníamos la mitad de la nota.

Pero había visto tantos números los últimos días, que sentía que estaba perdiendo la cabeza.

—Si la formula general es Y= β0 + β1X1 + β2X2 + u. Entonces, al asignarle los valores, tendría... —murmuré distraídamente mientras mordía la punta del portaminas y analizaba el ejercicio que estaba resolviendo, precedido por la serie de ejercicios resueltos que tenía en la libreta que descansaba sobre la mesa.

Cuando visualicé en mi mente el propósito del ejercicio, comencé reemplazar las variables con los datos que tenía y tomé la calculadora para realizar las cuentas que necesitaba. Anoté los números que obtuve en la pequeña pantalla, culminando de esa forma el antepenúltimo ejercicio de la guía. Luego comprobé cuidadosamente el resultado en el solucionario y sonreí con satisfacción al comprobar que mi resultado era el correcto.

Me estiré sobre mi asiento y exhalé con fuerza cuando mis huesos crujieron por el movimiento. Las pocas horas de sueño que había tenido los últimos días estaban comenzando a dejar estragos en mi cuerpo cansado. Había dejado todo para última hora como de costumbre y ahora me encontraba intentando recuperar el tiempo perdido en la silenciosa biblioteca, pero existían factores externos que me estaban imposibilitando un poco la tarea.

Como el chico caprichoso que se sentaba a mi lado demandando un poco de atención.

—Stephen...

Era la quinta vez que Michael intentaba llamar mi atención y era la quinta vez que le ignoraba para continuar con los ejercicios.

—No me ignores —El tono caprichoso casi me hace sonreír, pero luché con todas mis fuerzas para no hacerlo porque necesitaba que Michael comprendiera que se trataba de un asunto serio.

Una pierna chocó contra la mía y mi atención se dirigió al chico que apoyaba la parte superior de su cuerpo sobre la mesa y descansaba su cabeza sobre sus brazos mientras me miraba con el entrecejo fruncido y un pequeño puchero en los labios.

Ah, maldición. ¿Cómo podría resistirme a él cuando me miraba de aquella manera?

Ni siquiera estaba seguro de cómo había logrado resistirme por tanto tiempo a su encanto. Michael sin duda me había engatusado por completo.

—Michael, hemos venido a estudiar —le recordé—. En dos días tenemos el último parcial de la semana y apenas hemos abarcado la mitad del contenido.

El dilema de Stephen [P#1] (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora