C A P Í T U L O 27

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Michael

El sol de la tarde se reflejó en el cabello de Stephen, haciendo que el negro natural adquiriese tonos más claros. No sabía si era solo mi percepción de las cosas, pero lucía malditamente atractivo el día de hoy.

Me encantaba mirarlo cuando estaba distraído y me resultaba difícil apartar la mirada de él, porque su expresión era más natural, menos tensa y probablemente lo más parecido al Stephen real que había visto desde que llegué.

Nos encontrábamos sentados en el capo de mi auto, rodeados por los chicos que se encontraban charlando de algo que desconocía mientras devorábamos un par de pastelillos de jamón y queso que vendían al otro lado de la calle, tras decidir que la tarde estaba perfecta para comer afuera y cambiar de aires.

Mientras los demás hablaban, me dediqué a detallar cada gesto que hizo mientras terminaba su comida, totalmente desconectado de la conversación porque no podía apartar la vista del chico que estaba a mi lado y que siempre encontraba la forma de acaparar mi atención.

Estar así de atontado por Stephen me hacía preguntarme qué era exactamente lo que me gustaba de él, porque no importaba cuántas veces me cuestionara al respecto, nunca tenía la respuesta. Solo sabía que me gustaba muchísimo.

Aparté mi atención de él por un momento y mis ojos se encontraron con la intensa mirada de Alisson examinándome con inquietante seriedad.

Eso me abrumó, porque Alisson nunca me había observado así. Pero antes de siquiera pensar en preguntarle qué pasaba, la mano de Stephen se posó en mi muslo, acaparando toda mi atención.

—Hey, Michael...

—¿S-si?

Tragué pesadamente mientras me recuperaba de la sorpresa que su gesto generó en mí.

—¿Tienes algo que hacer mañana?

Abrí y cerré la boca sin saber qué decir cuando Stephen apartó la mano y buscó el teléfono en el bolsillo de su chaqueta. Me puse tan nervioso que escudriñé el estacionamiento con mis ojos para asegurarme de que nadie había notado el contacto entre ambos, aunque no tuve nada de qué preocuparme porque todos estaban pendientes de lo suyo.

Cuando volví a mirar a Stephen, noté el leve rubor que adornaba sus mejillas. Levantó la mirada y al ver expectación en sus ojos, recordé que no había respondido a su pregunta.

—No tengo nada que hacer. —Sonreí—. ¿Por qué? ¿Tienes algo en mente?

Se mordió el labio y buscó algo en la pantalla de su teléfono.

—Mira... —Se inclinó peligrosamente cerca de mí y acercó el aparato a mi cara—. Me encontré con esto hace unos días y parece un plan perfecto para hacer contigo.

Mi corazón se aceleró cuando le escuché decir esas palabras.

Él había pensado a mí.

Alejé un poco la pantalla de mi rostro y detallé lo que parecía el anuncio en Instagram de un museo que exhibiría un par de obras de arte abstracto durante toda una semana.

—En la descripción informan que se mostrarán algunos artistas influyentes y creo que no podemos perdernos de esto. —Volvió a mirar la pantalla y enarcó las cejas con sorpresa—. Por suerte lo recordé... la exhibición finaliza mañana —murmuró distraídamente, antes de mirarme con nerviosismo e incertidumbre—. Entonces, ¿qué dices? ¿Quieres ir conmigo?

Maldición, ¿qué infierno de pregunta era esa?

Stephen no podía esperar que rechazara esa oferta, cuando era la primera vez que tomaba la iniciativa de invitarme a salir.

El dilema de Stephen [P#1] (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora