C A P Í T U L O 30

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Se suponía que luego de las primeras clases iríamos a la cafetería como todas las mañana en busca de algún aperitivo para soportar el resto del día. Pero Michael había estado actuando extraño desde que nos encontramos al llegar y ahora que me arrastraba por los pasillos de la universidad, me preguntaba si me estaba perdiendo de algo.

—Michael, ¿a dónde me estás llevando?

Las personas a nuestro alrededor nos miraban, pero la atención que generábamos no parecía relevante cuando desconocía la razón del raro actuar de Michael.

Tan solo seguía sosteniendo mi muñeca con la fuerza suficiente para llevarme con él, pero sin lastimarme.

Cambiamos a un pasillo más desolado y solo allí Michael me miró sobre su hombro con rapidez.

—Falta poco —fue lo que dijo.

Miré a mi alrededor, un poco extrañado cuando llegamos al pasillo poco concurrido en el que se encontraba la biblioteca y nos detuvimos frente a un cuarto del conserje. Michael miró a nuestro alrededor para cerciorarse de que no había nadie cerca y luego me arrastró al interior de la pequeña habitación con él.

Cuando la puerta se cerró, tomé una profunda respiración para recuperar el aire perdido por nuestros frenéticos movimientos. Al sentirme más tranquilo, me permití notar lo alterado que parecía Michael mientras peinaba su cabello hacia atrás con brusquedad, por lo que comencé a preguntarme si algo malo estaba pasando.

—Michael, ¿qué...?

—Lo siento, pero no podía aguantar más. —Su respiración estaba agitada y sus ojos no dejaban de detallar mis labios—. Necesito besarte.

Me arrinconó contra la puerta y estampó sus labios contra los míos mientras sus brazos se envolvieron alrededor de mi cintura, sin darme tiempo para asimilar lo que estaba ocurriendo.

Jadeé con sorpresa sobre su boca y cerré mis ojos cuando salí de la impresión que me generó su repentino actuar.

No pasó mucho cuando el beso comenzó a tornarse desesperado y demandante. Michael deslizó su lengua sobre mi labio inferior y yo abrí mi boca para recibirle mientras deslizaba sus manos hacia abajo y me cargaba en sus brazos. Mis piernas se enredaron alrededor de su cintura y Michael se acercó un poco más, frotando nuestros miembros en el proceso.

Gemimos en la boca del otro mientras nuestras lenguas se enredaban y nuestras manos recorrían el cuerpo del otro. Michael posó las suyas sobre mi cintura cuando las mías se enredaron alrededor de su cuello y comenzó a mover sus caderas contra mí, provocando una deliciosa fricción entre ambos.

Me alejé del beso cuando mis pulmones comenzaron a quemar y recosté la cabeza contra la puerta mientras Michael esparcía besos por mi cuello y clavícula. Un jadeo involuntario escapó de mi cuando sus labios succionaron una zona sensible en mi cuello.

Los movimientos de Michael aumentaron, provocando que apretase más mi agarre contra su cuello y mordiera mi labio para evitar que algún sonido vergonzoso saliera de mi boca.

Estaba caliente y la excitación comenzaba a causar estragos en mi cabeza. La fricción entre nuestros miembros era más de lo que podía soportar y sentía que en cualquier momento caería por lo pesado que se sentía mi cuerpo.

El aliento de Michael contra mi cuello y los sonidos que salían de su boca tampoco estaban haciendo nada por ayudarme a salir de la bruma en la que había entrado por sus acciones.

Esto se estaba poniendo peligro.

—P-Para, Michael... si seguimos... —Apreté sus hombros con fuerza y gemí sin poder evitarlo cuando uno de los constantes roces casi me lleva a la locura. Cerré mis ojos y recé por poder aguantar un poco más cuando sentí que estaba llegando a mi límite—. Michael, por favor...

El dilema de Stephen [P#1] (RESUBIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora