Capítulo 3: "No Hay Nada Más Sincero Que Un Niño".

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Año 2003:

Rondaban cerca de las 6:40 A.M. A esa hora precisa Kate solía regar su césped, para después sentarse en el frente de su casa y leer un poco el periódico. Su hija ya se sabía de memoria la rutina de su madre y tenía todo calculado.

A las afueras de la residencia de los Roberts, Kate tomaba el periódico para acto seguido sentarse en el banco de su frente y leer un poco antes de las 7:00. Por otro lado, dentro de la casa, Jill estaba llenando de agua una pequeña olla, para luego ponerla encima de la estufa y empezar a hervirla.

Tras unos 7 minutos, el agua ya se empezaba a poner caliente y a echar vapor, por lo que ella se dispondría a continuar con su plan. La niña se acercó a la olla y empezó a recibir todo ese vapor en la cara. Cada cierto tiempo volteaba a su izquierda y observaba el reloj que estaba pegado a la pared de la cocina, con el que calcularía el tiempo restante de su acción.

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6:56 A.M.

Jill apagó la estufa, se puso unos guantes de cocina y prosiguió a botar el agua hervida en el lavaplatos. Secó rápidamente la olla y luego la guardó.

La siguiente parte de su plan era irse corriendo hasta su cama.

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7:10 A.M.

—Por Dios, ¿otra vez apagó el despertador esta niña? —se preguntó enojada así misma Kate.

Subió hasta la habitación de su hija y le reclamó por qué aún no se había levantado.

—Ay, mamá, es que no me siento muy bien —respondió Jill adormecida.

Su madre le colocó una mano en la cara a su hija y se sorprendió al sentir el alto grado de fiebre que esta poseía.

—Te quedarás acá hoy, sigue descansando.

La niña solo asintió, sin embargo, logró engañar por completo a su madre.

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8:15 A.M.

Kate se fue al trabajo, mientras que Jill se levantó, se sirvió unos cereales y se dispuso a comer mientras veía televisión en la sala de estar.

Mientras con una mano se introducía la cuchara en la boca, con la otra cambiaba y cambiaba de canal, hasta que se detuvo en uno en el cual miraba a un muchacho caminando con sus manos, con las piernas completamente en alto por una casa; hasta que de pronto fue cortado a la mitad por un sujeto con máscara de hockey.

Jill se atragantó un poco con el cereal al ver dicha escena. ¿Y cómo no? Si Kate era el tipo de madre que le prohibía a su hija ver cintas violentas, pero en especial de terror. A pesar de sorprenderle la escena, quería seguir viendo que pasaba.

La siguiente escena mostraba a una chica acostada leyendo una revista, a la que sin previo aviso le comenzaron a caer gotas de sangre. Al mirar el techo vió al chico cortado a la mitad; expulsaba sangre de la boca y se podía apreciar a completo detalle sus tripas y órganos internos. Esa misma chica que estaba acostada empezó a ser penetrada de su espalda al pecho por un objeto filoso.

Jill miraba la escena con la boca abierta y los ojos casi por salírseles, sin embargo, no se sentía aterrada, al contrario, le estaba divirtiendo lo que estaba viendo y quería ver más.

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9:00 A.M.

Para esa hora ya había terminado esa película de terror, la cual era ni más ni menos que Viernes 13 Parte 3. La mayoría niños o niñas de 10 años se hubieran tapado los ojos o hubieran quitado la película, sin embargo, para Jill fue diferente. Había quedado encantada con esa película, le había encantado ese personaje llamado "Jason". Para ella era algo distinto a lo que siempre se la pasaba viendo junto a su madre: películas animadas de Disney o comedias familiares.

Jill: La Historia de "La Nueva Sidney" (SCREAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora