Capítulo 32: Adiós, Prima (Final)

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El alguacil Dewey Riley entra a la habitación donde se encuentra su esposa, Gale Weathers.

—¿Va a estar bien? —pregunta Gale.

—Sí, es una chica muy fuerte —responde su esposo.

—Sí, es cierto.

—Ella preguntó si tu estabas bien. Cree que deberían escribir un libro juntas, con "heridas similares" —comenta, señalándose el hombro.

 Cree que deberían escribir un libro juntas, con "heridas similares" —comenta, señalándose el hombro

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—¿A ella también la hirieron en el hombro?

Su esposo responde asintiendo con una sonrisa, sin embargo, su alegre gesto se desvanece cuando se pone a pensar en eso último.

—¿Cómo sabía ella que me hirieron en el hombro? —cuestiona extrañada la mujer.

El hombre abre los ojos y solo puede pensar en una sola cosa.

—¡Maldición! —exclama saliendo rápidamente de la habitación.

El alguacil corre por los pasillos del hospital y entra de golpe a la habitación de Jill, pero para su sorpresa, esta se encuentra vacía.

—Oh, no, Sidney —susurra para ahora disponerse a correr directo a la habitación de su herida amiga.

Él se moviliza lo más rápido que puede por los largos pasillos de esa clínica. En eso, logra escuchar a lo lejos fuertes golpes, concluyendo con ruidos de vidrios quebrados. Ya bastante nervioso, pide refuerzos por la radio de su pecho, a la vez que desenfunda su pistola ya acercándose al sitio. La puerta está abierta, y el hombre entra apuntando a todos lados hasta que logra ver a Sidney tirada en el suelo, sangrando por su estómago, por lo que va a socorrerla.

—¡Dewey, cuidado, está detrás de ti! —grita aterrada Sidney.

El alguacil se gira, pero Jill lo sorprende al golpearlo de manera brutal en la cabeza con una cacerola de cama; tanto, que llega a caer inconsciente al piso.

La joven atacante se agacha para tomar el arma del policía, y una vez la tiene, se dirige hacia su prima.

—¿Así lo quieres? El final de la película era en la casa, esto es una verdadera estupidez —dice Jill.

—Considéralo un final alternativo. Nunca te saldrás con la tuya, Jill.

—¡Claro que sí!

—¿Dewey? —pregunta una voz femenina entrando a la habitación, se trata de Gale— ¡Oh, por Dios! —levanta las manos al ser apuntada por la otra chica—. Tranquila, ¿qué pasó con nuestro libro?

—Creo que tendré que escribirlo yo sola —replica la joven, a punto de apretar el gatillo.

En eso, una rápida persona empuja a Gale, llevándola detrás de una cama. Es la oficial Judy Hicks, que fue informada por Dewey de lo que está pasando.

Jill: La Historia de "La Nueva Sidney" (SCREAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora