Capítulo 6: Las Nuevas Vecinas.

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Unos días después:

12:47 P.M.

Un sábado por la tarde, un enorme camión de mudanzas llegó junto a una camioneta a la casa vecina de la residencia Roberts.

—Vaya, parece que alguien por fin compró la casa de al lado —dijo Kate observando por la ventana.

Por su parte, Jill solo estaba concentrada en su dibujo de Michael Myers. La noche anterior pudo ver a escondidas la película original de 1978 en televisión, y quedó fascinada.

—Y parece que tienen una hija. Quizás puedas hacer una nueva amiga —agregó la madre, sin recibir respuesta alguna— ¿Me estás oyendo, Jill?

—¡Oh, sí! —respondió en tono alto y sorpresivo volviendo a la realidad, a la vez que tapaba su dibujo con un libro de "Los Tres Mosqueteros".

—Tal vez podamos darles la bienvenida, ¿no te parece?

—Creo que estaría bien —expresó de manera algo lenta e insegura.

-

3:00 P.M.

Acompañada de su hija, Kate tocó la puerta de los vecinos para darles la bienvenida. Jill le pasó a su madre un platillo de galletas que sujetaba.

—Es increíble como le sueles hacer galletas a otras personas antes que a tu propia hija. Yo ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que me cocinaste unas —reclamó Jill.

–Shh —interrumpió—. Creo que ya van abrir la puerta.

Se abrió la puerta, y de ella salió una mujer muy bonita; tenía ojos color café y un cabello rubio oscuro, por su aspecto no parecía mayor de 40 años.

—Hola, buenas tardes —saludó a la familia Roberts de forma muy cortés.

—Hola, mucho gusto, somos las vecinas de al lado. Yo soy Kate y ella es mi hija Jill.

—Julia Morris, encantada de conocerlas  —estrechó manos con sus nuevas vecinas.

—Hice estas galletas para ustedes —le entregó el platillo a Julia acompañada de una gran sonrisa—. Es bueno tener nuevos vecinos por acá —expresó Kate.

—Muchas gracias de verdad, solo somos mi hija y yo.

—Ah, vecinas —corrigió Kate—. Parece que ya tenemos algo en común —soltó de manera chistosa.

—Sí, eso parece —rieron ambas mujeres—. Ya les presento a mi hija. ¡Olivia! —gritó para dentro de la casa.

Tras unos segundos, llegó una chica igual de bonita que su madre, con el mismo color de ojos y cabello de esta.

—Muy buenas tardes, me llamo Olivia —se presentó alegre la chica.

Kate la saludó y le dió la mano a la pequeña, para acto seguido Jill hacer lo mismo.

—Hola, soy Jill —le estrechó la mano a su joven vecina con una sonrisa en el rostro.

—Agradezco mucho esta bonita bienvenida que nos dan, pero aún tenemos cosas que acomodar de la mudanza —explicó Julia—. Tal vez en algún momento nuestras hijas se pondrían a jugar con Barbies mientras nosotras platicamos el día a día de madres solteras —terminó agregando en tono de broma.

—Yo ya no juego con Barbies, mami —comentó Olivia apretando los dientes mientras miraba a su madre.

Jill se rió al ver la hilarante escena. Tras eso, la familia Roberts se despidió de la familia Morris.

-

Al día siguiente:

Jill se encontraba en su cuarto cociendo lo que parecía ser una sudadera negra. No era un atuendo que guardaba en su armario, era uno completamente hecho por ella a base de telas negras. La sudadera poseía algunos agujeros y rayas, aunque en realidad no había sido por descuido, sino porque su máscara necesitaba algo para complementar su diseño.

La joven se hallaba acompañada por tan solo su televisión encendida. Su concentración en lo que introducía y sacaba la aguja con el hilo era tan alta que la cosedura se le empieza a sentir eterna. Hasta que de repente, escuchó un nombre: Sidney Prescott.

Apenas oyó ese nombre, dejó de coser para llevar su mirada al televisor. Pudo apreciar a su prima sentada y sonriendo al público en el programa de "Harry's Sunday Afternoon".

Los recuerdos de lo que esos dos muchachos le hicieron a Jill días atrás en la escuela le empezaban a llegar a la mente, al mismo tiempo que contemplaba a su prima hablando con el entrevistador Harry Wilcox.

Los recuerdos de lo que esos dos muchachos le hicieron a Jill días atrás en la escuela le empezaban a llegar a la mente, al mismo tiempo que contemplaba a su prima hablando con el entrevistador Harry Wilcox

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—"Oí que estabas empezando a escribir un libro sobre tu vida, sobre tus hazañas y más. Cuéntanos más sobre ello".

La expresión en la cara de Jill se tornó en una de frustración. Agarró el control remoto y apagó la TV; tiró el control a la cama y se dispuso a continuar su obra. No podía hacerlo, no podía continuar y prefirió dejarlo así por ahora. Al parecer, su inspiración había muerto en cuanto había mirado la televisión.

-

Tras algunas horas, la joven salió por la puerta de enfrente y se sentó en el banco al lado de su madre, la cual estaba haciendo unos crucigramas en el periódico.

—Compañía de internet y software fundada en 1998. Seis letras —consultó Kate con los ojos fijos en el crucigrama.

—Google —respondió la hija.

En unos segundos, Jill y su madre giraron su mirada a la izquierda para ver la llegada de sus nuevas vecinas.

—Hola, Kate —gritó Julia mientras bajaba de su vehículo, acompañada de su hija.

Las dos Roberts se levantaron del banco en lo que las dos Morris se aproximaban.

—¿Cómo están? Acabo de inscribir a Olivia en la Secundaria Woodsboro —comentó Julia.

—¡Que bueno! ¿En qué grado estará? —preguntó curiosa Kate.

—Sexto grado.

—¿Sexto grado? Entonces, ¿estudiaremos juntas? —inquirió Jill mirando a Olivia.

—Eso parece; mañana lo averiguaremos —contestó emocionada su joven vecina.

—Bien, iremos a hacer la cena. Fue bueno verlas, vecinas —dijo Julia—. Y por cierto, estuvieron muy buenas sus galletas, señora Kate —terminó agregando.

La familia Morris se despidió de la familia Roberts y se fueron caminando hasta su hogar.

—Dime si ellas no te recuerdan a otra familia —comentó muy irónica Jill a su madre—. Y aún así son felices...

Jill: La Historia de "La Nueva Sidney" (SCREAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora