Capítulo 10: El Partido.

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Un mes y medio después:

En cuanto aquel silbato sonó, el partido dió inicio. Los chicos de Woodsboro contra los chicos de Falls City.

Roberto, un compañero de clases, traía el balón y evadía a cada muchacho de Falls City que intentaba arrebatárselo. En esa oportunidad, hizo un pase y ahora el balón estaba en manos de Trevor. Sí, Trevor Sheldon, ni más ni menos.

Corría al mismo tiempo que rebotaba el balón y esquivaba al equipo rival. Estaba en una buena área y decidió aprovecharla. Trevor lanzó el balón y logró encestarlo, logrando los primeros puntos para la secundaria Woodsboro.

El público aplaudía y ovacionaba desde sus asientos.

—¡Y ahí el chico que ahora tiene a las chicas de la secundaria vueltas locas anota! —dijo Robbie mirando mientras grababa el partido con su videocámara.

—Es bueno, muy bueno —opinó Kirby antes de tomar su bebida.

A su hombro izquierdo se hallaban sentados: Olivia, Jill y Robbie, en ese orden. Aunque al otro lado de Robbie se encontraba un lugar vacío.

—¿Te ha impresionado? —le susurró Olivia a Jill.

—¿Deberás me lo vas a preguntar? —replicó Jill y con un suave golpe en la muñeca de Olivia, seguido de risas entre ellas.

—¿Está ocupado este lugar? —apareció Charlie y preguntó por el espacio vacío al lado de Robbie.

—No, para nada, siéntate si quieres —le contestó Robbie a su compañero de clase.

Los chicos de Woodsboro volvieron a encestar y el público gritó con emoción.

—Tu cámara tiene el tapa lentes puesto —dijo Charlie mirando a Robbie.

—¿Perdón?

—Tu cámara tiene el tapa lentes puesto. Estás grabando solo oscuridad —señaló.

Robbie miró el lente de su videocámara.

—Oh, carajo, es verdad —quitó el tapa lentes.

—Espera, ¿nunca te diste cuenta de que no grababas nada? —interpeló Jill mirando a su amigo.

—Estaba mirando el partido por mis propios ojos —suspiró—. Mi madre el otro día me dió el discurso de "mira y disfruta las cosas por ti mismo y no por una cámara" —imitó a su madre burlonamente—. No estaba prestándole atención a la cámara.

—Entonces, ¿no grabaste los swings? —cuestionó cruzada de brazos.

—No... —contestó apenado—. Gracias por avisarme, colega —volteó la mirada a Charlie.

—No hay de qué... ¿Robbie?

—Sí, colega. Ese es mi nombre —le estrechó la mano.

—Es un gusto, soy Charlie.

—El gusto es mío. Mira, te presento a mi grupo: esta es Jill, la otra chica seductora a su lado es Olivia, y la de último es Kirby.

Jill y Olivia saludaron a Charlie amablemente, mientras que por otro lado, Kirby solo le levantó la palma y se quedó concentrada mirando al partido.

—Esa última es un poco perra. No te preocupes —le comentó Robbie a Charlie.

Kirby miró a Robbie con una sonrisa falsa y le sacó el dedo medio. Charlie solo se rió al ver la escena.

-

Acabó el partido, y los alumnos de Woodsboro salieron victoriosos con un 122 a 116.

Los espectadores se fueron retirando de la cancha, salvo algunos como por ejemplo Jill, que se encontraba mirando a Trevor hablando con el entrenador. Ella se quedó parada, apoyada sobre los bancos.

Entretanto, movió su cabeza y fijó la mirada en la oficina del maestro de Educación Física. Los horribles recuerdos de lo que hizo ahí años atrás comenzaron a llegarle a la mente.

"Tengo entendido que te gustan las películas de STAB".

"No, por favor, déjame".

Palabras como esas circularon en la mente de Jill. Sacudió un poco la cabeza y regresó su atención a Trevor y su maestro.

Cuando parecía que la conversación acabó, Trevor y Jill cruzaron miradas. Esta última se puso algo nerviosa.

—¿Qué tal, Jill? —preguntó sonriendo Trevor mientras caminaba hasta su compañera de clase.

—¡Hola! Estoy... muy bien —respondió algo tímida cuando más se acercaban—. Tú... estuviste genial en el partido —dijo sonriendo de oreja a oreja.

—Gracias, linda. El entrenador justamente me estaba felicitando, cree que fui el mejor del equipo.

—Sí, yo los ví. Te felicitó —asintió—. Bueno... me voy, cuídate —se dió la vuelta y empezó a caminar hasta la salida.

—Estás muy hermosa hoy, por cierto —gritó.

Ella se detuvo, sin saber qué hacer. Solo se giró hacia Trevor toda sonrojada y le sonrió. Luego regresó la vista al frente y continuó caminado.

Trevor solo sonrió mientras la veía partir de ahí.

-

Cayó la tarde y el autobús escolar dejó frente a sus casas a Jill y a su amiga Olivia. Ambas se despidieron y se dirigieron a sus respectivos hogares.

—¡Mamá, ya llegué! —avisó mientras abría puerta.

—Jill, estoy en la cocina —respondió la madre.

La joven caminó hasta dicho lugar.

—Hola, Jill —saludó parada desde el frente de la mesa—. Te tengo una sorpresa —se movió a un lado y le mostró el regalo que estaba sobre la mesa.

Era una pequeña caja de vidrio con un hámster dentro. Jill se acercó y apreció ese bonito hámster amarillo junto a su rueda de correr. La verdad es que se había enamorado de ese pequeño amigo peludo.

 La verdad es que se había enamorado de ese pequeño amigo peludo

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—¿Sí lo quieres? —preguntó su madre con una sonrisa.

La chica asintió igual de sonriente y sujetó la caja de vidrio; no podía dejar de ver a ese animalito corriendo alrededor.

Tras agradecer a su madre, Jill subió las escaleras sujetando la casita de su nueva mascota.

Al entrar en su cuarto, caminó hasta su escritorio y colocó ahí la caja. Tras eso, se quedó mirando a su nuevo hámster.

—Aún no te he puesto nombre, pequeñín —le habló con un tono de voz cariñoso a la vez que empezó a girar la rueda para que su mascota corriera—. Creo que te llamaré... ¿Neil?, ¿Maureen?, ¿Trevor?, ¿William? —Jill se quedó brevemente en silencio hasta que reaccionó rato después— William. Te llamaré William, como se llamaba mi padre —dijo con una voz desvaneciéndose.

Jill: La Historia de "La Nueva Sidney" (SCREAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora