Capítulo 4: Adiós Papá.

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Tres días después:

7:34 A.M.

Con pesar, Jill salió del coche de su madre. Segundos después, Kate abandonó de igual manera el vehículo, y a continuación, se dispuso a caminar hacia la capilla tomando la mano de su hija.

Al entrar, pudieron observar a Sidney hablando con una pareja, la cual era ni más ni menos que los otros supervivientes: Dewey Riley y Gale Weathers. Y un poco más alejado, se hallaba hablando por teléfono el famoso detective Mark Kincaid.

—Sobrina —dijo Kate acercándose a Sidney, quien enseguida volteó; sus ojos estaban totalmente cristalizados—. Mi más sentido pésame —expresó con una voz triste mientras se dirigía a abrazar a su sobrina.

Ambas se abrazaron, y luego Sidney se agachó para abrazar a su pequeña prima.

—Lo siento tanto, prima —expresó Jill.

Sidney asintió y volvió a levantarse.

—Me alegra poder verlas. Ustedes son la única familia que me queda —sollozó— ¿Quieren verlo?

—Sí, claro, sobrina.

Sidney guió a su tía y su prima hasta el abierto ataúd de su padre. Al verlo, Jill no podía evitar soltar algunas lagrimas.

—¿Cómo llegó a esto? —preguntó Kate viendo el cadáver de su cuñado.

—Un ataque al corazón —respondió al segundo—. Al parecer unos ladrones se metieron a su casa esa noche y causaron esto. Ya Dewey y Kincaid están investigando sobre esos criminales.

—Pobre hombre, él hizo tan feliz a mi hermana, y ahora él tampoco está —dijo Kate tapándose la cara con ganas de llorar.

—Jill —nombró una voz conocida detrás de la chica. Ella se volteó y vió que era su amigo Robbie acompañado de su padre.

—Robbie —dijo a la vez que lo abrazaba. Al separarse, levantó la vista—. Hola, señor Mercer.

—Jill, lamentamos mucho tu pérdida —comentó el padre del niño.

Ella asintió y se fue con Robbie a los asientos de la capilla. Ambos se sentaron uno al lado de otro.

—No puedo creer que sea verdad —expresó incrédulo Robbie al mismo tiempo que observaba a los lejos a Sidney—. Creí que era mentira que era tu prima.

—¿Sabes, Robbie? Preferiría que esto quedara entre nosotros —respondió Jill también mirando a su prima.

—¿Por qué? —giró hacia su amiga.

—No me gustan que me miren.

—Creí que te gustaba ser vista, llamar la atención.

—Quiero decir, que no me gusta que me miren por "ella". No me gusta que me comparen con nadie —confesó bajando la cabeza—. Ella es muy famosa y este pueblo es muy pequeño, Robbie —levantó la cabeza al frente— Imagínate si en la escuela se enteraran de esto.

—Prometo guardar el secreto, Jilly —respondió poniendo su mano en la rodilla de su amiga.

Por su parte, ella asintió y, acto seguido, abrazó a su amigo.

-

Llegó la hora del entierro. Seis personas ayudaban a cargar el ataúd hasta el punto de entierro, entre ellas estaban Dewey y Kincaid.

El ataúd se encontraba bajando a tierra, a la par que el cura dictaba su oración.

Las lagrimas empezaron a caer de los ojos de Sidney. Kate le puso su mano en la espalda y se mantuvo con la vista baja.

Jill: La Historia de "La Nueva Sidney" (SCREAM)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora