capitulo 8

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Raisa

hoy es un día horrible, hoy es un día lluvioso, yo odio la lluvia, me recuerda a la tristeza y la melancolía, días como estos tengo ganas de quedarme en mi cama y dormir olvidándome de todo pero no, ya no, hoy como todos los días debo de afrontar mi vida, cuando estoy en el coche con mi papá al lado, él me ha querido hacer platica como todos los días desde hace una semana, pero yo estoy sumida en mí, y en mis recuerdos tortuosos con él, me habla de cosas no prestó la mínima atención por ver las gotas cayendo a la ventana.

-capullito ¿Qué pasa?- me toca mi mejilla y volteo mi cabeza para verlo.

-nada papá, solo pienso- suspiro y él me mira triste.

-capullito desde hace una semana has estado así, ya no has querido hablar casi y te niegas a ir a la casa de los Tuell siempre, ¿acaso te peleaste con Jane? o algo te incomoda- no sé qué decir- di algo- yo solo suspiro mirando mis manos

-No es nada papa, solo estoy acostumbrarme a todo, Jane y yo estamos perfectas, es más si quieres hoy voy contigo a la casa de los Tuell- lo último lo digo en un murmuro ya que la verdad no sé si estoy lista para encontrarme con Damián, no sé si lo soporte.

-Está bien capullito, ahora baja y da lo mejor de ti- me dice y cuando volteo ya hemos llegado.

-te amo papá- me despido caminando al ascensor.

-no olvides que hoy a la hora de la comida tenemos una junta con mi amigo y el pequeño Damián- me paró en seco al oír su nombre, aprieto mis manos y me volteo para con una sonrisa decirle a mi padre.

-claro, no lo dudes- me giro y de inmediato borró esa sonrisa, entro al ascensor y cuando llego a mi lugar de trabajo me dedico a solo trabajar y solo enfocándome en ello ya que no quiero recordar al Damián, porque como olvidarlo si siempre lo voy a tener que ver y me dolerá el corazón no poder acercarle, pero ya está decidido, aunque sea poco a poco lo tengo que olvidar,

Estoy revisando unos papeles importantes cuando alguien me toca el hombro, veo arriba y me encuentro a Estela.

-hola, solo quería saber si hoy vas a poder ir a comer con nosotros- sonrío.

-no, lo siento pero hoy tengo una comida con mi padre- ella asiente.

-me alegro, ya será para la próxima, además mira para allá- miro disimuladamente y me encuentro con los ojos de Cristian los cuales regresan a la computadora rápidamente con un leve sonrojo en las mejillas cuando nos ve mirándolo- parece que tienes un admirador algo tímido, pero que no te engañe, los más tímidos siempre son los más rudos en.. ¿Ya sabes a lo que me refiero cierto?- me pare y exclame.

-Estela- ella ríe.

-yo solo digo, además tiene lo suyo es bonito y como de tu edad tal vez un año más, además si ese hombre del que me contaste no te hace caso no te olvides un clavo saca otro clavo- alza las cejas mirándome de una forma poco correcta, a lo que niego hecha un tomate.

-estas loca, nunca haría eso, es cierto, es lindo pero no es mi tipo- me encojo y ella se ríe a carcajada limpia.

-solo digo- se encoge de hombros, me recuerda un poco a Jane pero si Jane estuviera en su lugar hubiera traído al pobre Cristian de la oreja y hacerlo confesar su supuesto "amor" y luego hubiera hecho un comentario muy vulgar.

-mejor trabajemos que ya casi es la hora del almuerzo y no quiero que nos regañen- digo y ella se encoge de hombros para decirme aburrida e irse de aquí a su asiento, yo me siento y sigo trabajando, cuando llegó la esperada hora del almuerzo voy directo a la oficina de papá donde él me espera poniéndose su saco.

-vamos mi capullito- me da su brazo a lo que yo se lo acepto gustosa.

-y dime capullito alguien a estado molestándote, porque si es así no me molestaría darle un buen golpe- dice en el ascensor y yo me rio ya que mi papa siempre es así con la familia.

-claro que no papá, todos se han portado bien hasta ahora conmigo y no he tenido ningún problema es más hasta me han ayudado en dudas que he tenido, son buenas personas- él asiente complacido.

-eso es bueno, al menos son competentes- se abre el ascensor y nos dirigimos al auto donde ya nos espera el chofer abriendo la puerta, nos sentamos y mi papá se la pasa haciendo chistes y la verdad él es la única persona que me ha hecho carcajearme en esta semana, sé que se está comportando así porque no quiere verme triste y se lo agradezco mucho.

-hemos llegado señor- dice el chofer, yo rápido borro mi sonrisa, lo había olvidado, mi sonrisa cambia por una mueca mientras veo por el cristal donde se ve el restaurante donde está mi pesadilla y mi sueño.

-Estábamos tan metidos en la plática que no me he dado cuenta- me dice mi papá y yo asiento, salimos del carro el tendiéndome la mano, caminamos hasta el restaurante y los segundos para mi pasan como horas.

-Lo guio a su mesa, sus acompañantes ya los esperan- logro oír que le dice el mesero a mi papá y de lejos lo veo, él está ocupado con su celular como siempre, y a un lado está mi tío viendo la cartilla, cuando llegamos a donde ellos yo suspiro llamando la atención de ellos los cuales voltean, mi tío está contento y se para a estrechar en un fuerte abrazo a mi papa, casi como si no se hubieran visto en años, mientras Damián se queda sentado observando con detenimiento y confusión, yo solo desvió la mirada ya que no quiero ver esos ojos tan intrigantes, mi tío se separa de mi padre y me abraza a mí.

-Qué bueno que te veo, ya tiene más de una semana que no te hemos visto, pensé que estabas enferma- se separa de mí.

-Solo he tenido un poco de resfriado- miento dándole mi sonrisa más creíble, mi tío asiente para ver a Damián con el ceño fruncido, el cual todavía está sentado sin despegar su mirada de mí.

-Niño malcriado, levántate y saluda, parece como si no fuera un adulto- sonrió por los regaños de mi tío, Damián para el tío es como un niño y eso es lo que odia Damián, Damián se levanta bufando, se acerca mi papá y mi padre le da un abrazo susurrando algo que no logro entender, pero el solo se separa asombrado y algo ¿triste?, se dirige a mí y me iba a abrazar cosa que casi nunca a hecho pero con toda mi fuerza de voluntad levanto mi mano en su dirección, el solo mira mi cara y mi mano un par de veces con un poco de asombro y la mandíbula apretada, pero termina asintiendo como si entendiera algo, y estrecha su mano con la mía y me recorre una corriente eléctrica desde la mano hasta mi vientre por lo cual suelto su mano rápidamente.

- Que bueno verte, Raisa.

No me mandasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora