capítulo 33

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Raisa

abro los ojos con pesadez, me los tallo, volteo a mi lado donde se encuentra Damian durmiendo a mi dirección, siento su brazo en mi cintura, y siento el calor de sus pies contra los míos mientras sus piernas están entrelazadas con las mías, el duerme como si fuera una pluma aun que pesa demasiado su brazo, la imagen de hombre poderoso que si lo ves mas de dos segundos a los ojos tienes dos opciones o te intimida o te enamora, sonrió mientras estiro una mano para delinear su mandíbula, y nariz, toco su piel que se siente áspera la zona de la bárbara pero es una aspares que me llega a fascinar como se siente en mi piel, veo sus largas pestañas las cuales envidio y su cabello que le cae por la frente de una manera única, se ve como un dios griego, su rubia cabellera tan suave, veo como abre esos ojos negros de golpe y me sonríe estirando su mano copiando mi acción acariciando mi mejilla.

-Tienes una pequeña obsesión de observar a las personas dormir y tocarlas sin su permiso no es así señorita Bech- sonríe más arrogante que siempre.

-Despertaste- digo, como la estúpida que soy al ver que me ha descubierto mirándolo como una tonta.

-no, sigo dormido- dice con su horrible sarcasmo, ruedo los ojos.

-hey no hagas eso- dice arrugando su sueño.

-Veo que no despertaste de humor- digo a lo que él vuelve a sonreír.

-Puede ser que no pero tu sabes como se me arreglarla- dijo atrayéndome mas a él dejándome casi arriba de su pecho, sonrió.

-No lo sé- le digo.

-Vamos al menos inténtalo- me acerco estirándome y le doy un beso casto en los labios.

-Que mal intento, inténtalo otra vez- lo besó repetidas veces de forma casta, para luego separarme de él y verlo.

-Esa no era la forma pero está bien no me quejo- aprieta más mi cuerpo desnudo al suyo, sintiendo todo de él, mientras que mantengo mi vista en él y mi mano en su pecho.

-Debemos pararnos, si no llegaremos tarde a lo divertido y solo Jane se divertirá- dice pero sin dejar de tocar mi cuerpo.

-¿Que está tramando señor Tuell?- el sonríe más.

-Es una sorpresa que ya veras, esa gente no se debe de meter conmigo aunque solo queda un cabo suelto- dice dando palmadas para que me pare, lo cual hago, pero llevándome conmigo la sabana dejándome verlo en todo su esplendor, el también se para soltando una carcajada y caminando a mi como si no sintiera la mínima pena.

-¿Porque tapas tu cuerpo?- dice- no es como si no lo hubiera visto ya, no tienes porque preocuparte de nada tu para mi eres muy bella- me quita la sábana tirándolo al suelo, no me tapo pues tiene razón ya me a visto desnuda y no tengo nada porque ponerme nerviosa, en este momento le doy un gracias mental a Jane por llevarme a una depilación láser con ella ya que según ella era dos por uno.

-Ven- voy al baño con el detrás de mí, donde me pongo enfrente de el lavamanos poniéndome roja por lo que veo, no es mi desnudes si no las marcas que tengo en todo mi cuerpo, tengo unas marcas de manos en mi cadera una marca muy roja, tengo marcas de chupetones por mis senos y uno en medio de mi abdomen, toco con mis manos las marcas sorprendidas y aliviada de que no tenga ninguna en el cuello, estaba tan concentrada en las marcas que no me di cuenta que Damián estaba detrás de mí hasta que siento sus manos pasar por mi abdomen, lo volteo a ver desde el espejo, me quedo fascinada con la imagen que veo, somos los dos, él abrazándome viéndose la diferencia de alturas por más de veinte centímetros, me recargo en su pecho sonriendo.

-Esta imagen la desearía ver todas las mañanas- susurra más para él que para mí, pero lo logró oír.

-Eres un salvaje- le digo cuando siento como pasa sus dedos con delicadeza por las marcas que él me ha dejado esparcidas.

-Tu no te quedas atrás gatita- me dice para separarse de mí, lo veo con el ceño fruncido, él se voltea y me sorprendo ¿yo hice eso?, veo arañazos en su espalda, marcas rojas que probablemente le duelan mucho.

-Estamos a mano- me dice cuando paso mis manos por la zona dañada- o bueno las que dejaste duelen un poco y son más por lo visto pero por hoy así lo dejó- le doy un beso a sus marcas de la espalda, el se voltea y me sonríe, salgo de mi ensoñación dando de nuevo la vuelta.

-En ese cajón hay un cepillo de dientes lo puedes usar- señaló el cajón, el lo hace sacando un cepillo nuevo, nos lavamos los dientes como si fuéramos una pareja normal viviendo juntos y amándose mutuamente, ahí me doy cuenta que ni siquiera somos nada, el no me ha dicho que quiere algo serio conmigo ni mucho menos, termino de lavarme los dientes, escupo para luego enjuagarme la boca a lo que él hace lo mismo.

-Dejaré aquí mi cepillo de dientes para cuando venga, te doy permiso de ser rara y obsesiva como se que lo eres y usarlo de vez en cuando- dijo guiñándome un ojo colocando su cepillo junto dónde está el mío.

El va a la regadera abriéndola para luego venir a mi y cargarme estilo princesa como si no pesara haciendo que me carcajee, el me deja en la regadera sintiendo el agua caliente cayendo en mi cuerpo cierro los ojos disfrutando este momento en donde el es tierno conmigo, los abro cuando siento como cae un liquido frio en mi cabeza para luego cerrarlos cuando siento sus dedos masajear mi cuero cabelludo, y unos labios en mi cuello, luego de un rato me lava el cabello haciendo que pueda abrir los ojos, viéndolo frente a mí, sonrió grabándome en mi cabeza su imagen, toma la esponja lavando mi cuerpo con delicadeza en ocasiones rozándome con sus dedos, me ve muy concentrado y hasta diría tranquilo viendo mi cuerpo mientras lo lava, yo sigo todos sus movimientos disfrutando de sus caricias, cuando a terminado yo hago lo mismo con el, viendo todo su cuerpo, veo como le hace falta broncear, su piel la roso de vez en cuando tratando de grabarla en mi mente, me acerco y beso sus lunares de su pecho, esos lunares que hacen muchas formas los cuales he descubierto que me encantan, lo veo a los ojos cuando he terminado de lavarlo, él me sonríe mientras que me atrae a su cuerpo tomando mi cadera, juntando nuestros labios, de una forma tan única, que me hace querer no separarme nunca, una forma que se que solo con el experimentare por que es el hombre que quiero en mi futuro y no descansaré hasta que sea mío por completo, nos separamos, juntando nuestras frentes.

-se mi dulzura- me dice de repente sonrió.

-siempre he sido tuya- lo beso.

-¿pero tú eres mío?- pregunté aun viéndolo a los ojos, él toma mi cabello mojado haciéndolo en una coleta bajando un poco más su cabeza.

- soy tuyo, tuyo desde hace mucho- me besa bajando a mi cuello, besándome con fervor como si me le pudiera escapar cuando siempre voy a estar aquí, y es en ese baño nuestro lugar favorito para hacer el amor ya que de nuevo me vuelve a hacer suya, entregándonos de nuevo, siendo uno.

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-Hora del show- dice cuando bajamos del auto el brindándome su mano, cuando lo hacemos me quiero separar y cada uno ir por su lado pero él las entrelaza apretando mi mano, me guía a la entrada de la empresa y veo que todos nos ven sorprendidos, como si no lo creyeran pero Damián sigue con la vista enfrente dando la imagen indestructible como si no le importara nada solo el viendo a los demás como hormigas, pero a mi me muestra lo contrario ya que con su pulgar no hay un segundo que no acaricie mi mano.

Vamos en el elevador, cuando llegamos a su oficina él se va a sentar en su silla viéndose inalcanzable una imagen que intimida a cualquiera, me sonríe juguetón.

-Ven acá- dice haciéndome una seña con sus dedos, niego pero el lo sigue haciéndolo así que voy a donde está quedándome parada enfrente de él, el me sujeta de la muñeca haciendo que caiga en sus piernas, me acomodo, y el entierra su cabeza en mi cuello dejando un beso mientras me huele .

-Tu me das fuerzas- dice aun en mi cuello, yo toco su cabello disfrutando de su cercanía y de su olor el cual es el mío ya que se bañó con mis productos.

-Lo se, ahora deberé de comprar productos de menta o otros que no huelan a rosas para cuando yo vaya a tu casa- dice separándose de mi cuello no sin antes dejar un último beso.

Tocan la puerta para después entrar sin permiso para quien sea encontrarnos en una posición tan incómoda, volteo viéndola.

-Pero que mierda- dice para luego echarse a reír.

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No me mandasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora