|•Capítulo 25•|

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|Látigo|

Ya habían pasado varios minutos desde que Jungkook se había ido al baño. Suspiré cansado de esperar, "¿Por qué se tardará tanto?", pasé mis manos por mi rostro y tuve un mal presentimiento en ese momento. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral.

Me levanté bruscamente de la silla y bajé a la velocidad de la luz a buscar a mi hermano, "Dios, que no sea Do Hyun".

-Jungkook ¿Estas bien?.- Tenía la mano el el pomo de la puerta y al no recibir respuesta alguna, abrí la puerta y entre de un paso al baño.

- ¡Jimin!- Gritó Jungkook al verme en la puerta con la boca abierta y mis ojos fijos en su cuerpo.

- Mierda.- Fue lo único que pude pronunciar, mi hermano se encontraba sin camisa, con su torso desnudo, haciendo que mis ojos salieran de sus órbitas al apreciar tan majestuosidad ante mi.

Jungkook rio ante las expresiones inmóviles que se hacían presentes en mi rostro.

- Jiminie, ¿Crees que soy bonito?.- Preguntó Jungkook acercándose a mi, yo me encontraba estático, las señales que mandaba mi cerebro no las captaba mi cuerpo, sólo podía observar su cuerpo, el deseo de tocarlo se adueñaba de mi,
sensaciones extrañas me inundaban y una fuerte punzada en mi miembro me azotaba.

- Mu-mucho.- dije con dificultad, mi corazón bombeaba sangre a una velocidad que yo no creía posible, me faltaba aire en los pulmones y no podía, no quería más bien, dejar de admirar su pálido torso, delgado y plano.

- ¿De verdad?.- Sabía que moría por él, cada vez se acercaba más a mi, y mis ojos lo seguían inconscientemente, se detuvo, muy pero muy cerca de mi, su respiración rosaba de una manera deliciosa mi mandíbula, alzó la vista y nuestros ojos se conectaron.

- Eres precioso.- Mi mano se movió para ahora posarse sobre su abdomen, acción que no realizaría en un estado cociente, pero ¡A la mierda!, siempre estoy deseando tocarlo, por las noches me retuerzo en las sabanas por culpa de una maldita erección debido a estar soñando con Jungkook de una manera no muy limpia.- Pero somos hermanos, y no debemos pensar así.

- ¿Me deseas?.- hizo caso omiso a las palabras que salieron de mi en un susurro, sin apartarme de él, comencé a pasar los nudillos de mis dedos en un toqué casi invisible, haciendo que Jungkook cerrara los ojos y dejara escapar un suspiro.

- Siempre.

La cerradura de la puerta comenzó a sonar, dando a entender que estaba siendo abierta, rápidamente Jungkook abrió los ojos y yo quite mi mano de su cuerpo.

- Ponte la camisa, ¡rápido!.- Levanté la camisa que yacía en el piso y se la tendí, el la tomó y trataba de colocársela con sus manos temblorosas.

- Así quería encontrármelos.- Habló una voz pausada detrás de nosotros, volteamos y nos conseguimos a una mujer muy despreciable de nombre Do Hyun.

- ¿Qué haces aquí?.- Hablé con firmeza a pesar de la vergonzosa situación en las que nos encontrábamos.

- Veo que tu hermano se a desarrollado muy bien.- Una sonrisa siniestra se asomó en las comisuras de sus labios, y yo oculté el cuerpo desnudo de mi hermano detrás de mi, fulminándola, a continuación, con la mirada.

- Ponte la camisa rápido Jungkook.- Dije sin despegar la mirada de Do Hyun, sentí como mi hermano asentía y colocaba rápidamente su camisa.

- Nunca debieron nacer, son el pecado encarnado.- Espetó Do Hyun con na expresión de asco en su rostro.

- No eres quién para juzgar eso.- Respondí, la ira se expandía rápidamente por mi cuerpo, al verla recordaba el daño que le causo a mi hermano, y eso me hacía enojar de una sobremanera.

- Salgan a la habitación.- Dijo Do Hyun también carcomida por la rabia.- ¡Engendros del Diablo!.

Jungkook y yo salimos de la habitación sin mirarle, cuando estuvimos en esta Jungkook se sentó en la cama y yo me quede de pie.

- ¿Qué quieres?.- Cuestione con el ceño fruncido, la presencia de esta basura me molestaba.

- No venía a nada, pero a juzgar por el acto que e presenciado...- hizo una pausa y esbozó una sonrisa.- tendré que castigar a tu querido hermano por andar de ofrecido.

- ¡A ÉL NUNCA LO VOLVERÁS A TOCAR!.- Grité hecho un manojo de furia incontrolable, mi cuerpo se tensó y lo único que podía pensar era en la venganza que debía preparar en contra de está mujer.

- ¿Prefieres que te castigué a ti?.- Preguntó mientras se levantaba un poco la falda que traía puesta y sacaba de ahí ese maldito objeto del infierno.

- Lo que quieras, pero a Jungkook jamás te le vas a acercar.- Hablé con voz gruesa y dominante, más de lo común.

Apreté los puños al observar el objeto que sostenía en su diestra, ese látigo era el que había lastimado a mi hermano y, posiblemente ahora, a mi.

- Me parece bien, quitate la camisa.- Ordenó sin más.

- Sube al ático Jungkook.- Le indiqué a mi hermano.

- Pero...

- ¡Ahora!.- Gruñí y mi hermano asintió, se levanto de su asiento y le dedico una mala mirada a Do Hyun.

- Prudente en el infierno zorra, que cada golpe que le proporciones a mi hermano se te repitan mil veces en un futuro.- y al terminar su palabras escupió su cara y salio corriendo camino al ático.

- ¡Maldito Mocoso!.- Grito indignada mientras limpiaba los restos de la saliva de Jungkook de su rostro.

- Listo.- Hablé indicándole que ya me había quitado la prenda que cubría mi torso.

 - Vaya.- Comentó Do Hyun mordiendo su labio inferior.- Estas más bueno que el mocoso ese, que mal que tenga que marcar ese hermoso cuerpo.- Sonrío y yo la maldije en mi mente.

"Dolerá... Tengo miedo".

[•POV. JUNGKOOK]

 <<1... 2... 3>>

- Ya para por favor.- Suplicaba en susurros, escuchando los gritos de dolor de mi Jimin, mantenía mis piernas abrazadas y mi cabeza entre estas, mis lágrimas mojaban el piso, cada vez era mas constantes.

<<4... 5... 6>>

- No más por favor.- Chillaba en silencio, rogando que su sufrimiento terminará pronto, los recuerdos de aquel día llegaban a mi memoria. Las risas sádicas de Do Hyun resonaban en mis oídos "las palabras de mi madre", pensar que mi Jimin, la luz de mi vida, estaba sufriendo lo mismo que mi persona y yo no podía hacer nada, haciendo más doloroso aquel momento, sólo sollozaba sin control, yo lo amo... ¡Lo Amo!.

<<7...8...9... no hay regreso>>

- Ya basta.- Sollocé con mi voz quebrada... nueve... la misma cantidad, el mismo maldito número.

Nueve marcas, nueve recuerdos...
nueve dolores.

Escuché como un cuerpo descompuesto por los golpes recibidos se desplomaba en el piso, continuó de un risa malvada y un portazo de despedida.

Limpie mis lágrimas y salí a encontrarme con Jimin.

El Ático (Jikook)[Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora