⁰⁶: ᵁⁿⁱóⁿ.

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Un día después de la escuela, Lilith compró todo y llegó a su casa para pintarse el cabello y cambiar completamente su estilo de nuevo. Ahora tenía el cabello rosa.

Después de eso, la mujer indagó entre sus pertenencias en búsqueda de cosas para utilizarlas con Edward, cuando encontró cosas buenas, decidió guardar todo en una mochila y después irse a dirección del castillo en ruinas para visitar a aquella extravagante persona que vivía ocultó entre las ruinas.

Cuando la mujer llegó al lugar, rápidamente se encontró a su amigo y le sonrió, como también él le sonrió a ella sin creer que se habían vuelto ver más pronto de lo que ambos creían.

—Te estaba esperando —confesó Edward parándose frente a ella y dándole una leve sonrisa, mostrando la ternura en sus ojos.

—¿Ah sí? ¿Por qué? —cuestionó Lilith con simpleza tragando saliva.

—Para enseñarte lo que hago —aclaró con entusiasmo, para después mirar a su amiga con el ceño fruncido—. ¿Y ese rosa?

Edward estaba muy impactado de lo rápido que ella podía cambiar el color de su cabello. Para él aquello era tan extraño y mágico que le atraía más, pues Lilith era muy diferente a lo que él conocía. Pero pese a que él sentía admiración, ella creía que él lo estaba juzgando, y con temor, habló.

—¿Te gusta? —cuestionó con timidez la fémina, pero rápidamente él asintió, haciendo que ella se sintiera más confiada—. Pues eres el primero que lo ve.

Lilith no podía creer de la gentileza que él poseía y se sentía tan maravillada de lo bueno que era él. Pero antes de que ella pudiera reconocer más de sus fortalezas, el hombre caminó hacía detrás de su castillo y ella lo siguió sin imaginar lo que estaba a punto de presenciar. Pues el hombre se dispuso a cortar de un arbusto para darle de esas formas que tanto fascinaban a la mujer.

Las hojas volaban mientras movía sus cuchillas con rapidez de un lado a otro, hasta que dejo de moverlas y Edward miró a Lilith como un niño pequeño esperando una felicitación, pero ella había quedado tan maravillada que no sabía cómo reaccionar.

—Haces... arte. ¿Puedes hacer cualquier cosa? —preguntó ella mirándolo a los ojos y este asintió manteniéndose orgulloso—. Eso es increíble, ¿podrías hacer un pingüino? ¡Amo esas criaturas! —confesó con una enorme sonrisa, acariciando el arbusto que acababa de hacer Edward.

—¿Son los animales que viven en el frío y tienen alas, pero no pueden volar? —cuestionó en voz baja mirándola con confusión.

—Claro. ¿Te sabes todos los animales? —preguntó ella mientras caminaba detrás de este hombre, que había comenzado a caminar hacia otro arbusto que no tenía forma.

—Mi papá me leía muchos libros —aclaró dejando de caminar—, incluso de animales. Aunque hubo varios que le faltó leerme.

—Yo podría leerte unos —aclaró Lilith con una sonrisa—. Claro, en otro día.

Edward estaba tan feliz que ya se disponía a crear su nueva obra, pero algo lo detuvo. Pues a él no le estaba siendo suficiente cortar arbustos, quería hacer figuras de hielo para ella, para que mirará lo hábil y mágico que él también podía ser y por eso se detuvo. Y eso extrañó a la mujer.

—¿Qué pasa Edward?

—Creo que sería mejor hacerlo en el hielo. Sería más lindo, pero necesitaras ayudarme en conseguir hielo —aclaró mirándola sin ninguna expresión en el rostro.

—Me encantaría traerlo —dijo la mujer, aunque sabía que sería complicado. Así que por eso cambio el tema—. Haces un gran trabajo. Es espectacular.

Pero Edward no dejaba de ver a la mujer, exactamente a su cabello y eso la incómodo. Aunque él simplemente deseaba saber más de porqué el cabello era así, sin embargo, ella creía que estaba siendo juzgada.

—Deja de ver mi cabello —pidió acomodando de este.

—Es... lindo.

Lilith sonrió y el hombre finalmente desvío su mirada para mirar las manos de la fémina en dónde ella tenía un par de pulseras que decoraban sus manos y que fueron de la atracción de la criatura, que sin dudar las miró con fascinación y la mujer lo notó decidiendo hablar de ello.

—¡Ah! Estas son pulseras. Me encanta usarlas junto con los collares —confesó con una sonrisa observando sus cinco pulseras y todas ellas, se las había dado su madre en el transcurso de su vida.

Lilith permanecía viéndolas y con curiosidad, Edward también las contempló y acercó sus cuchillas a ella, cortando de una y provocando que está cayera al suelo. Rápidamente él retrocedió unos pasos muy apenado del momento y Lilith quedó en shock e incrédula sin saber cómo reaccionar, pues había perdido de algo que para ella era muy valioso.

—Lo siento.

Y aunque Lilith no era muy tolerante, no quería perder la buena persona que era él.

—No te preocupes. Tengo muchas en mi casa –aclaró ella resistiendo las ansías de llorar—. Está me la dio mi madre. Te la regalo —mencionó ella con su corazón latiendo con rapidez.

—La voy a romper. Le haré el mal —justificó el hombre retrocediendo.

—Sé que la cuidaras bien —dijo Lilith con una sonrisa poniéndosela en su brazo, o, mejor dicho, amarrándosela en este—. Cuando la uso pienso que estoy con ella, así cuando no pueda venir, tú sentirás que estoy aquí.

Edward le sonrió con ternura y Lilith observó el cielo dándose cuenta que estaba comenzando a oscurecer.

—Es demasiado tarde. Debo irme a casa —dijo mirándolo con pena—. Volveré pronto.

Edward sonrió nuevamente mirándola a los ojos, y una vez, la atrajo a ellos.

Nota: ¿Qué nombre les gusta mas para el shipp? ¿Edwith o Edwanne?

Entre cuchillas, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

ᴿᵒᵗᵒ ʸ ᵉˣᵗʳᵃᵛᵃᵍᵃⁿᵗᵉ ✁ ᴱᵈʷᵃʳᵈ ˢᶜⁱˢˢᵒʳʰᵃⁿᵈˢ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora