¹¹: ᶜᵘᶜʰⁱˡˡᵃˢ.

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Un día casual, Lilith trajo lo necesario y se dispuso a crear una pintura en frente a Edward, explicándole el proceso de ella y las técnicas mientras él sólo guardaba silencio y la miraba con atención, incrédulo del arte que hacía ella.

—Está casi listo —susurró ella cuando guardó los pinceles y pinturas en su mochila, mientras colocaba la pintura en el suelo para que esta se secara con el viento que había.

—¿Acabaste? —preguntó la criatura caminando hacia ella con extrañeza.

—No, pero es todo lo que haré por hoy. Tenemos más cosas que hacer y tengo que volver temprano a mi casa —aclaró ella sacando un libro que trajo para leerle y Edward la miró con extrañeza.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó él, sin apartar la mirada del libro, ansioso de saber.

—Casi siempre te leo —aclaró con una sonrisa mostrando la portada y el título del libro—. Bueno, eso haré hoy. Y te traje un cuento un poco clásico —confesó con voz temerosa, temiendo del desagrado de Edward.

—La portada es diferente a lo que tenían acostumbrado. Me gusta —declaró la criatura con una sonrisa.

—Bueno, entonces, me alegro de haber traído este libro, que trata sobre piratas, hadas y un niño que no quería crecer —contó emocionada, moviendo sus manos para atraer su atención y emoción—. Este libro se llama Peter Pan y Wendy —dijo con una sonrisa—. Creí interesante leerte esto, además, tal vez te podría leer un capítulo cada que viniera. Probablemente te guste la lectura.

—Me gusta tu idea.

Cuando él dijo eso, ambos se sentaron en el suelo y Lilith comenzó a leerle el contenido del libro, muy emocionada y Edward estaba tan interesado que cuando ella se detuvo, él quería seguir oyendo más.

—¿Qué sucede después? —preguntó ansioso.

—Lo sabrás la próxima vez que venga. Ahora, pásame tus cuchillas —dijo ella con una enorme sonrisa mostrando sus dientes, mientras agarraba su mochila y guardaba el libro, para después sacar la cosa que usaba el señor Williams para afilar cuchillos, entre otras cosas.

Aquel objeto que traía, el señor Williams le decía piedra y parecía como una.

Cuando Lilith tuvo la piedra en sus manos, levantó la vista a las cuchillas de Edward que las tenía casi en su rostro, que temió. Y con una sonrisa, trató de apartarse de él.

—Wow, sólo ten cuidado —dijo ella mientras él bajaba sus cuchillas con la mirada baja.

—Lo siento.

—No hay problema —susurró aclarándose la garganta y sosteniendo con cuidado sus cuchillas—. Te voy a afilar cuchilla por cuchilla, porque se ven un poco desgastadas.

La criatura asintió y ella comenzó a afilar.

—Ya. Creo que ya está bien —aclaró mirando sus cuchillas con atención—. ¿Me perdonas? Creo que no lo hice bien.

—Lo hiciste bien —dijo el hombre dando un asentimiento en su cabeza, sonriendo con nobleza.

Y como era de costumbre, Lilith se perdió en los ojos de Edward y lo miró con dulzura, hasta que él una vez más carraspeó y ella como pudo trató de desviar la atención de él para que no se diera cuenta que había caído en sus encantos.

—¡Oh, mira! Mi pintura ya se está secando —exclamó alegre, parándose del suelo y yéndose hacia donde la había dejado. Tomando distancia de la criatura.

Sin embargo, el hombre la siguió y colocó sus cuchillas cerca de la pintura, pero por inercia Lilith alejó la pintura de él y Edward se puso triste sabiendo porque ella realizaba las acciones, y Lilith se sintió tan mal que pidió perdón.

—Perdón, no quería...

—No importa —soltó levantando la voz levemente, observando su cara de susto—. No tuvo importancia aquello, sólo... no me siento bien.

El hombre la miró con tristeza, pero ella de igual forma tenía tristeza. Estaba cansada de que Edward aun le tuviera miedo, la hacía sentir mal y triste aquello, porque la hacía sentir que aún no tenía la confianza completa de Edward, y eso le dolía.

Entonces, de repente Edward acercó su cuchilla al rostro de ella y acarició de su mejilla con su cuchilla lentamente sin hacerle daño. Provocando que ella lo mirará confundida sin entender su acción, hasta que él hablo, sacando una sonrisa de su rostro.

—Me gustan tus colores.

Eso confundió tanto a Lilith que la dejó helada y ante eso, decidió retroceder. Y huir de aquellas confusiones que herían su corazón.

—Me... me tengo que ir Edward. Ya es un poco tarde.

Con la rapidez que lo dijo, comenzó a tomar sus cosas para huir, pero Edward aún no quería que se fuera.

—¿Por qué siempre te tienes que ir?

Ella quedó sin palabras. No sabía cómo explicarle eso a él, así que tragó duro, relamió sus labios y lo abrazó con fuerza.

—No puedo estar contigo aquí, siempre. Tengo que hacer... —susurró ella apartando la vista para no verlo—. Mi vida.

Aquellas palabras destrozaron a Edward y él sólo asintió entendiendo a lo que se refería, y con dolor beso la mejilla de su amiga.

—Te veo mañana.

Cuando Lilith dijo eso se fue del lugar sin esperar que Edward dijera algo más. Lilith estaba tan perdida en su mente que no tuvo precaución al dirigirse al pueblo, ya que cuando salió de la colina chocó con alguien y quizá eso fue de los peores errores que tuvo en su vida. Pues esa persona que la había visto, la había dejado tan extrañada.

—¡Ay, perdón! No te miré.

Lilith alzó la mirada y se encontró a Jake, a lo cual ella se asustó.

—¡Casi me matas!

—Tranquila, ten tu cuadro y tu bolsa —dijo con una leve sonrisa entregándole sus cosas, pero antes de que ella huyera, él volvió a hablar sujetando su mano con firmeza—. ¿Qué hacías allá?

—¿Allá dónde? —preguntó Lilith al instante, alarmada.

—En el castillo...

—Nada —contestó con rapidez, mirándolo con nervios—. ¡Estás loco, yo no venía de allí! —exclamó con desesperación.

—Te acabo de ver, Lilith.

Jake parecía seguro mientras levantaba su ceja y soltaba levemente su mano esperando su respuesta, pero no le daría la verdadera respuesta. Claro que no lo haría.

—Viste mal.

Y al decir aquello, Lilith se liberó de su agarré y se retiró.

Entre cuchillas, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

ᴿᵒᵗᵒ ʸ ᵉˣᵗʳᵃᵛᵃᵍᵃⁿᵗᵉ ✁ ᴱᵈʷᵃʳᵈ ˢᶜⁱˢˢᵒʳʰᵃⁿᵈˢ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora