²⁶: ᴬᵐᵒʳ ᵈᵉ ᵐⁱ ᵛⁱᵈᵃ.

405 47 60
                                    

Lilith nunca antes en su vida se había sentido tan feliz de estar empacando, nunca antes en su vida se había sentido tan afortunada de decirle adiós a una vida, a personas que conocía, a su casa y a todo lo que conlleva el despedirse, nunca antes..., es más, nunca antes había sido tan divinamente feliz en toda su vida. Después de años, sentía la verdadera felicidad, se sentía completa y se sentía alegre, todo eso mientras pensaba en Edward y se cuestionaba en cómo se encontraba él, también se preguntaba que estará haciendo y si la recordaba. Se preguntaba lo que estaría pensando de ella y cómo este reencuentro podía ser lo mejor del mundo, o en el peor de los casos, podía ser un pésimo momento. Aunque, Lilith esperaba que este encuentro le trajera solamente cosas buenas.

Así que, mientras ella estaba tan perdida en sus pensamientos, su hermana se adentró a la habitación, cerrando la puerta con fuerza detrás de ella, provocando que Lilith la mirara fijamente y se burlara de verla, por su enorme panza.

—¡Deja de hacerlo! —exclamó Laila con una sonrisa acariciando su vientre.

—¡Es inevitable! —exclamó Lilith con una enorme sonrisa, caminando hacia ella y acariciando de su panza—. Siempre has sido más delgada que yo, y ahora, yo lo soy.

—Pero no será por siempre —aclaró soltando una risa—. Cuando tenga al bebé, me pondré a hacer ejercicio.

—¿Ya sabes qué será?

—Adivina que es.

—¡Es una niña! —gritó extasiada y Laila asintió feliz, abrazándola.

Ambas se abrazaron con fuerza, alegres de aquello, y ansiosas de conocer pronto a la bebé. Ante ese momento bello, Laila le sonrió a su hermana y decidió tomar esa oportunidad para darle una buena noticia a Lilith.

—¿Quién crees que será su madrina?

Al escuchar eso Lilith, soltó un chillido de felicidad y abrazó a su hermana, sin creer lo afortunada que era en estos días.

—La niña será muy bonita. ¿Sabes por qué? —cuestionó Lilith con una sonrisa, apartándose de su hermana y ella la miró confundida, sin entender a lo que se refería—. Ya que será igual a su tía Lilith.

Laila soltó una enorme carcajada y miró con diversión a su hermana, no tomándose en serio las palabras, viéndola con ingenuidad.

—Claro que no, Lilith. Mi hija será más bonita que su tía —mencionó cruzando sus brazos en su pecho, sin eliminar esa mirada—. Porque estará como su madre.

Ante eso, ambas comenzaron a hablar y payasear entre ellas, hasta que en los ojos de Lilith comenzaron a caer lágrimas al sentirse tan afortunada. Eso alerto a Laila, que se acercó a su amiga con curiosidad.

—Hey... no llores, Lilith.

—¿Vas a ir a verme? —cuestionó, sorbiendo sus mocos, y mirándola con su vista borrosa por las lágrimas.

Laila le sonrió y beso su frente, dándole una sonrisa tierna como las que solía dar desde que se casó.

—Claro que lo hare, lo prometo —mencionó con dulzura—. Te amo.

—Yo igual te amo —dijo Lilith con una sonrisa triste, disfrutando de la compañía de su hermana.

Y después de la inesperada visita de su hermana, y luego de guardar todas las cosas, preparándose para la nueva mudanza, posteriormente de todo aquello, Arthur le sugirió a Lilith ir a ver a su verdadero padre antes de irse, porque otra vez se irían y nuevamente la tumba quedaría en abandono por mucho tiempo, y como mañana temprano se irán de la ciudad, Lilith no podría despedirse de su padre. Por eso la trajo aquí el señor Williams, al cementerio, mientras en las manos de Lilith permanecían flores para él y en las manos de Arthur estaban las cenizas de la madre de Lilith.

Estuvieron ahí en silencio por mucho tiempo, sólo viendo la tumba. Cuando Arthur creyó que era tarde, le comentó a su hija que era hora de irse. Lilith, por desgracia, no quería irse, le dolía hacerlo. Sin embargo, ella sabía que Laila visitaría la tumba y le daría mantenimiento, aún así, había tanto en la cabeza de Lilith que decidió hablar antes de soportar guardar silencio de su sentir.

—Papá... —Lilith llamó al señor Williams, dudando de sus palabras—. ¿Es normal querer estar con ellos de alguna u otra forma? Digo, los extraño... muchas veces, he pensado en que hubiera sido... —suspiró cansada—. No lo sé... olvídalo mejor.

Arthur suspiró. Sabía a lo que se refería, su hija muchas veces intentó quitarse la vida y era claro que aún tenía esos pensamientos de quitarse la vida, así que como pudo, trató de persuadirla.

—Cariño... —susurró—. Falta mucho para aquello —declaró y Lilith lo miró incrédula, ya que la muerte le llegaba a cualquiera y en cualquier momento—. Cuando estés con ellos, es cuando estés muerta y disfrutes de la eternidad a su lado, pero para eso, falta demasiado.

—¿Cómo sabes? —preguntó, tomando la palabra, sorprendiéndolo por la agresividad con la cuál había soltado esa pregunta.

—Eres joven —contestó indeciso, se mostraba en su rostro, parecía como si no supiera que decir, como si esperaba que las palabras le llegaran solas, ya que no estaba seguro—. Tienes una vida adelante, falta que te cases y tengas hijos, ¿o no quieres hijos? —cuestionó sin quitar la desesperación de su rostro.

—Nunca me he enamorado —soltó solamente, mirándolo seriamente, esperando dejar ese tema atrás, pero el hombre no parecía interesado en dejarlo, ya que siguió hablando, manteniendo esa desesperación en su rostro.

—Tal vez..., todavía no encuentras el verdadero amor, y eso no significa que nunca te casaras —declaró él, dándole una sonrisa al final.

Y ante eso, Lilith no evitó en recordar a Edward. Aunque lo suyo fue extraño, Lilith no podía evitar olvidar su adiós y el beso que le dio. Ella había sentido tanto con ese tacto que nunca había vuelto a besar a alguien durante ese tiempo, quizá esa era la señal que demostraba que lo sentía por Edward era real y sincero, quizá él era su verdadero amor.

—¿Y si ya lo encontré? —cuestionó Lilith siendo directa, viéndolo a los ojos, pero el señor Williams la miró sorprendido, sin creer del todo sus palabras.

—¿De qué hablas, cariño?

—Creo que... —comenzó a decir con duda, esperando que no la tomara como loca, porque puede ser difícil asimilar lo que diría—, Edward lo era.

Arthur quedó sorprendido, pero rápidamente lo disimuló, porque era de esperarse esa revelación. Aun así, le era inusual y cómo pudo, habló de nuevo, tratando de ser respetuoso con su pequeña.

—No sé qué decir, la verdad. Pero pronto lo veras, sólo que... no sé cómo funcionaria aquello —dijo, aunque sus palabras fueron muy simples, habían sido significativas para Lilith. Porque no la juzgo ni regaño, no la rechazo ni la llamo loca. Por eso, le sonrió.

—Gracias papá —agradeció sin eliminar una sonrisa—. Pero por ahora, sólo quiero ver cómo está Edward, y ya después... sé que nunca habrá algo, pero... si mi vida debe ser cuidar a Edward hasta que me muera, lo haré —declaró mirando su rostro y sintiendo como su garganta se formaba un nudo y sus ojos comenzaban a picar por las lágrimas que amenazaban salir de allí.

Entonces, el señor Williams le sonrió, se agacho frente a ella y colocó a su madre en el suelo, para después envolverla en sus brazos, haciendo que Lilith comenzara a llorar en su hombro, sin embargo, a pesar de que estaba llorando, ella se sentía feliz y completa, pues sabía que dentro de poco volvería a ver al que consideraba el amor de su vida.

Entre cuchillas, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

ᴿᵒᵗᵒ ʸ ᵉˣᵗʳᵃᵛᵃᵍᵃⁿᵗᵉ ✁ ᴱᵈʷᵃʳᵈ ˢᶜⁱˢˢᵒʳʰᵃⁿᵈˢ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora