¹⁸: ᴱᵈʷᵃʳᵈ.

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Lilith abrió los ojos y se levantó de golpe de la cama, atrayendo las miradas del señor Williams y de Laila que permanecían saliendo de la habitación, pero cuando la miraron alzarse, ellos corrieron hacia Lilith. 

El señor Williams se colocó a un costado de Lilith, sujetando de sus hombros tratando de que se calmara su hija y se volviera a acostar, pero Lilith quería ir detrás de Edward porque no soportaba la idea de dejarlo solo por más tiempo. Pese a que Lilith estaba en su casa y en su cama, quería huir lejos para ir con Edward, pero las miradas preocupadas de su familia, la dejaron alerta.

—¿Qué pasa? —preguntó Lilith juntando sus cejas, mirándolo con confusión.

—Tranquila —susurró el hombre—. Todo estará bien.

—¿Qué me paso?

—Tú deberías decirnos —mencionó Laila mirando a Lilith aun con la preocupación reflejada en su rostro—. Llegaste muy mal a la casa.

Lilith se levantó de golpe de su lugar; temiendo lo peor, aún alarmada de lo que pasará.

—¡Tengo que ir con Edward!

Aquello alarmo a Arthur y a Laila, porqué ninguno de los dos conocía a esa persona.

—¿Edward? —cuestionó Arthur mirando a Laila, preguntándole con la mirada sino sabía quién era, pero ella levantó los hombros en negación—. ¿Quién es ese? ¿Tienes un novio y no me habías dicho? —soltó separándose de Lilith y mirándola sorprendido.

—No. No es mi novio, pero, aun así, necesito ir con él.

Arthur se sintió extrañado por las palabras de su hija, y no lo hizo dudar.

—No necesitas ir con él —aclaró él con una sonrisa—, lo que necesitas es empacar.

—¿Empacar?

Lilith por un momento había olvidado que se debía ir, había olvidado lo que se le venía, había olvidado que dejaría a Edward pronto, y ella no lo anhelaba.

—¿Se te olvidó la mudanza?

—¿¡Qué!?

Un grito salió de Lilith ocasionando que su corazón comenzará a latir con rapidez logrando que sintiera una presión en el pecho.

—¡No nos podemos mudar!

Volvió a gritar levantándose de golpe de la cama, haciendo a un lado al señor Williams mientras trataba de ir hacía la puerta de la habitación, pero Laila se colocó delante de ella y la agarró de los hombros comenzando una pelea entre ellas. 

Lilith trataba de hacerla a un lado para cruzar la puerta, aunque ella se permanecía inerte ahí tratando de hacerla para atrás, hasta qué, una vez más, los mareos comenzaron a invadir a Lilith, siendo está una oportunidad buena para que, entre ambos, la mandaran a sentarse en la cama.

—No, no, no... —susurró Lilith casi inaudible mientras su cabeza dejaba de dar vueltas.

—¿Por qué no te quieres mudar? —cuestionó papá mirándola sin entender su comportamiento—. Necesitas... necesitan estar en un lugar con otros aires y otras cosas.

—Yo no lo necesito —mencionó Lilith con su voz débil—. No me puedo ir de aquí...

—¿Por qué no?

—Por su novio —mencionó Laila con una enorme sonrisa.

—Edward no es mi novio —dijo Lilith con seriedad apartando la mirada, enfocándose en el suelo—. Él es alguien especial —aclaró soltando un suspiro, para después enfocar su vista en ambos—. Él vive en el castillo en ruinas.

—¿El monstruo?

Las palabras de Laila destrozaron a Lilith. Le dolía como ella miraba a su amigo, odiaba aquello, así que como pudo trató de defender a la criatura más gentil que existía en este pueblo: a Edward.

—Él no es lo que ustedes creen que es. No es un monstruo —aclaró Lilith con una sonrisa—, es alguien único.

Después de eso, Lilith comenzó a contarles todo lo que había pasado desde que escuchó la leyenda de Edward hasta que lo conoció, y hasta como comenzó a sentir un vinculo afectico con él. Su familia solamente la escuchó atentos e incrédulos, hasta que ella misma decidió llevarlos a la colina para que verificaran que Edward no era malo, sino alguien que sí o sí la necesitaban.

Por ende, en lo más pronto posible, Lilith fue acompañada de su familia a la colina. En dónde, cuando llegó, rápidamente Edward corrió hacia ella y la abrazó, pero al ver que ella no venía sola, se escondió un poco observando a las visitas, mientras las visitas lo miraban sin creer lo que estaba frente de sus ojos.

—Tengo que admitir que no esperaba esto.

De repente, las palabras de Arthur resonaron.

—¿Cómo fuiste armado? —cuestionó, acariciando su barba mirándolo detenidamente, esperando que respondiera Edward.

Pero este se miraba nervioso, lo miraba con miedo, como si se sintiera intimidado. Entonces, Lilith tocó la pulsera que tenía en su brazo que ella le había dado hace tiempo y este sonrió, armándose de valor.

—No lo recuerdo, señor.

Pocas palabras y simple. Pero así era él.

A pesar de eso, Arthur aun lo miraba con detenimiento. Analizándolo.

—¿No te gustaría irte a vivir con nosotros?

—Papá... —susurró Laila, sorprendida.

La oferta era un sueño hecho realidad, pero Lilith sabía que él no lo haría por sus principios y por lo mismo, ella decidió negar algo que quizá a Edward le daba pena hacerlo.

—Señor Williams, eso no sucederá —dijo Lilith relamiendo sus labios y mirando como este la observaba con curiosidad—. Edward no puede ser visto por nadie. Me duele decirlo, pero él está mejor aquí.

—La gente del pueblo tiene ideologías extrañas de él —declaró Laila—. También creo que está bien él aquí.

Y ante eso, un silencio sepulcral invadió el lugar: ya estaba dicho, Edward debía quedarse aquí, pero, ¿Lilith también?

Entre cuchillas, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

ᴿᵒᵗᵒ ʸ ᵉˣᵗʳᵃᵛᵃᵍᵃⁿᵗᵉ ✁ ᴱᵈʷᵃʳᵈ ˢᶜⁱˢˢᵒʳʰᵃⁿᵈˢ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora