⁰²: ᴰᵉ ᵐᵃˡ ᵉⁿ ᵖᵉᵒʳ.

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Las vacaciones de verano se iban agotando, y con ello pronto volverían a clases. Pero tanto Lilith como Laila lo harían en una nueva escuela, con nuevas personas y muchas variantes de lo que podía pasar. Sin embargo, Lilith no se hacía muchas perspectivas positivas, pero sí quería intentar dar lo mejor de sí para que el señor Williams no se preocupará tanto por ella. 

Por lo mismo, ese día Lilith había decidido salir al centro del pueblo a conocer un poco y quizá comprarse un poco de cosas, ya que Arthur le había dado dinero para que ella se comprará cosas y se sintiera más cómoda en conocer, cosa que a Lilith se le hizo tierno, pues, aunque él no era nada de ella, la trataba como una hija de verdad y eso lo valoraba la fémina.

Después de un rato, Lilith ya tenía varias bolsas en la mano de ropa, pero ella también quería comprar cosas para pintar y realizar sus lienzos, aunque por más que indagaba en el pueblo, no encontraba una tienda que vendiera lo que quería para su arte. Pero, por desgracia, sí se encontró con los niños que la habían molestado en su primer día en el pueblo.

—¡La bruja!

Lilith se sobresaltó a escuchar aquello, pero de inmediato identificó de dónde venía esa voz y divisó a un grupo de 10 niños que habían corrido a esconderse mientras la chica se ponía roja de la pena pues había varios adultos alrededor que presenciaron la escena y eso la hizo sentir tan insegura y tan mal que quería salir huyendo, aunque a su vez, ella no lo quería, pues sentía que no debía de irse sin sus cosas para realizar sus lienzos.

Las miradas de las personas eran tan penetrantes que Lilith sólo quería huir del lugar y ante no encontrar pronto su objetivo, la mujer estaba a punto de retirarse. Pero antes de hacerlo, en dónde ella estaba parada, una camioneta roja se estacionó frente de ella, dejando ver a un muchacho pelinegro, con un mechón rojo en su largo cabello, haciéndolo ver mejor, además de su estatura alta y su ropa completamente negra, que lo hacía lucir más. 

Era como aquellos chicos que mirabas en la televisión y con su simple presencia atraía la atención de todas; y, en definitiva, había atraído a Lilith. Pero detrás de él, en el asiento del copiloto bajó una mujer con piel pálida y cabello completamente negro. Era de baja estatura, a simple vista se notaba, pero cuando corrió a sostener la mano del pelinegro fue notorio que ella muy apenas alcanzaba a llegar a estar en los hombros del muchacho.

Ante eso, Lilith se sintió un poco mal de haberse fijado en el hombre y decidió huir de la escena, pero al intentar cruzar la calle, un carro negro apareció de repente, casi atropellándola, ante lo pésima que era la mujer al cruzar la calle. 

Lo bueno de todo es que el dueño del carro era el señor Williams que no dudó en hablarle a su hija.

—¿Dónde andabas? —cuestiono el señor Williams—. Te estaba buscando.

Lilith sonrió un poco y se dispuso a subirse al carro para tomar el asiento del copiloto, para después dirigirse a su casa en total silencio. Aunque este no era desagradable, era cómodo. Sin embargo, Lilith no paraba de pensar en lo aburrido que era el lugar que no evitó pensar en voz alta.

—¿Por qué aquí?

—¿De qué hablas?

—¿Por qué decidiste mudarte? —cuestionó Lilith—. ¿Por qué este pueblo tan olvidado?

La pregunta sorprendió al hombre, pero rápidamente lo disimuló y contestó.

—Quería olvidar. Tú también lo necesitas —argumentó el hombre con un tono un tanto serio—. Creo que esa razón ya había sido aclarada hace un tiempo.

—Lo fue. Solo que... me refería, a por que aquí. Existiendo tantos lugares.

El hombre sonrió, manteniendo su mirada hacia al frente, observando el camino y contemplándolo.

—Puede que está no haya sido la mejor opción, pero tiene muchas cosas que ofrecer este lugar.

Su respuesta había sido un tanto simple, que no había dado una respuesta, por eso Lilith siguió.

—Parece un lugar abandonado por Dios con vecinos excéntricos —susurró Lilith, aunque rápidamente se arrepintió ya que sintió que estaba actuando como Laila.

—Deberías de cuidar lo que dices —mencionó el hombre—. Es un pueblo muy completo.

—Lo siento.

Después de esas palabras, ambos llegaron a la casa y antes de que bajaran del carro, el señor Williams volvió a hablar.

—Perdón... perdón por los cambios que han pasado en tu vida y cómo está se ha transformado a esto —mencionó mirando a los ojos a su hija—. Si quieres hablar de algo, estoy para ti. Y también quiero pedir perdón por mi hija, que en ocasiones puede ser muy... especial.

—Gracias.

Lilith no podía creer lo bueno que era el hombre y lo comprensible que siempre era. Entendía entonces porqué su madre antes de morir le había dicho que estaba en buenas manos. Era bueno, y, ante todo, muy sincero, por lo mismo, Lilith no dudó en aprovechar esa virtud para continuar conversando antes de entrar al hogar.

—Antes de bajar quiero hacerte una gran pregunta.

—Dime.

—¿Me veo bien? —cuestionó Lilith con pena—. Creo que soy la única demente que le gusta este corte y este color de cabello.

El señor Williams sonrió con pena incapaz de saber que decir. Lo cierto era que su hija no se miraba mal, pero sí era inusual y lo raro siempre era tratado mal y ahora temía que su depresión aumentará a causa de eso y trató de ser lo más dulce que podía.

—Por supuesto que sí —aclaró alegre—. Aunque tal vez un rosa estaría mejor.

Lilith le sonrió y con esas palabras salieron del carro, pero sin evitarlo, la mujer fijo su vista en el castillo en ruinas y antes de entrar a casa, una vez más, Lilith cuestionó a su padre, en espera que él supiera algo de ese increíble lugar.

—Oye... papá.

—¿Mande?

—¿Quién vive aquí?

—Es curioso, ¿verdad? —comentó y Lilith asintió—. La verdad, no estoy seguro. Cuando visité el lugar también tuve la misma duda, pero la mayoría dijo rumores extraños.

—¿Cómo cuáles? —preguntó de inmediato, estando realmente interesada.

—Sobre que es una casa embrujada o que un monstruo vive allí —comenzó a relatar lo que Lilith con los niños ya había escuchado: —También hablan de un inventor que hacía experimentos ahí e inventaba cosas —aclaró divagando sin sentido, moviendo sus manos de un lado a otro, desinteresado—, hay gente que dice que el hombre hacía experimentos con personas. Pero todos esos son rumores de pueblo.

Lilith no dijo más, ya que eso había sido extraño y ante el silencio, Arthur habló de nuevo.

—Bueno, vamos adentro —dijo este, caminado una vez más hacia la puerta de la casa con las llaves en la mano.

—Es ridículo.

—¿Qué cosa?

—Lo que dice la gente —contestó Lilith con burla—. Es absurdo. Están dementes.

—Nunca estaremos seguros de cuál es la verdad —soltó el hombre nuevamente yendo a la puerta. Y con eso, Lilith no paró de pensar en ese lugar.

Entre cuchillas, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

ᴿᵒᵗᵒ ʸ ᵉˣᵗʳᵃᵛᵃᵍᵃⁿᵗᵉ ✁ ᴱᵈʷᵃʳᵈ ˢᶜⁱˢˢᵒʳʰᵃⁿᵈˢ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora