²⁴: ⱽᵒˡᵛᵉʳ ᵃˡ ⁱⁿⁱᶜⁱᵒ.

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El día era muy triste, a pesar de que el sol estaba en su punto más alto, Lilith se sentía como en un día nublado en el cual no quería hacer nada, hasta respirar le costaba. Probablemente era porque había regresado a su vieja vida; había vuelto a Linterson, la ciudad en donde nació y en donde su madre conoció a el señor Williams... y era la ciudad en donde su papá estaba sepultado. Pero ahora no estaba en su casa en donde vivía sola con su mamá, estaba en la casa del señor Williams, donde su mamá llegó a vivir con él hasta su ultimo día.

Estaba allí, dentro de la casa, observando todo junto con Laila y su papá, mientras el camión de mudanzas se estacionaba. Pues a diferencia de su mudanza al pueblo en donde conoció a Edward, en esta casa aún no habían llegado los muebles, entonces, los de la mudanza estarían un buen rato aquí, no solo bajando cajas, sino, bajando otro tipo de cosas.

—Todo está como lo dejamos.

La voz del señor Williams atrajo la atención y Lilith asintió a sus palabras dándole la razón, observando el lugar vacío como lo habían dejado. Muy abandonado.

¡Ay, sí! Hasta el chicle que dejé pegado en la pared esta —aclaró Laila con diversión tratando de animar a su familia.

—Eso es asqueroso, Laila —recalcó el señor Arthur con desagrado.

—Era una broma —soltó con una sonrisa Laila manteniéndose positiva—. ¡Oh, mira, Lilith! ¡Tus patines! ¿Por qué los dejaste aquí?

Lilith los miró con tristeza porqué ella los había dejado allí con la esperanza de no volver a verlos. Pero ahora, los miraba de nuevo y una ola de soledad la invadió.

—Me los dio mi papá...

Al momento en que dijo aquello, Laila la miró arrepentida y elimino aquella sonrisa que había en su rostro.

—Oh, perdón —susurró avergonzada—. ¿Podrías enseñarme a usarlos?

—Nunca aprendí —soltó al instante, observando atenta las miradas incómodas de los Williams por mencionar a su padre—. Mi papá murió cuando era una niña, estos los compró porque creyó que en un futuro aprendería, pero nunca lo hice.

—No es demasiado tarde para hacerlo —aclaró el señor Williams atrayendo la atención de ambas y Lilith asintió a sus palabras, ya que, tal vez, podría hacerlo, pero no estaba segura de aquello.

Después de eso, Arthur salió para inspeccionar que la gente de mudanza hiciera bien su trabajo. Ese momento fue de provecho, pues Lilith decidió también salir junto con los patines, para ponérselos e intentar aprender, pero cuando lo intentó, cayó al suelo.

—¡Auch!

—¡Hey, ten cuidado chica nueva! —dijo alguien acercándose a Lilith, por ello, ella levantó su mirada, observando a su ex compañero de ciertas clases; Omar—. ¡Hol...! ¿Lilith Anne?

—La misma.

—Bienvenida a Linterson, una vez más —dijo con diversión, dándole la mano para ayudarla a levantarse, y eso hizo, pero sus piernas como gelatinas se empezaron a mover por todas partes, haciendo que ambos se resbalaran al suelo. Pero Omar, de inmediato, la ayudó sentándose en el suelo y Lilith se puso sus tenis sintiendo sus mejillas arder.

—Gracias.

—Te veo en clases... creo —aclaró con una sonrisa, despidiéndose con la mano y Lilith asintió a sus palabras mientras él se alejaba del lugar.

Cuando Lilith estuvo sola, decidió ir al panteón a colocar los patines en la tumba de su padre y además de ello, verlo.

Al llegar al lugar notó lo descuidada que estaba la tumba y se puso a llorar, como pudo le dio mantenimiento, lloró y gozó de la estancia en el lugar, para después dirigirse a su hogar.

ᴿᵒᵗᵒ ʸ ᵉˣᵗʳᵃᵛᵃᵍᵃⁿᵗᵉ ✁ ᴱᵈʷᵃʳᵈ ˢᶜⁱˢˢᵒʳʰᵃⁿᵈˢ.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora