𝐌𝐨𝐨𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝; Percy Jackson [#3]

𝐈𝐈

𝐈𝐈

𝐇𝐞𝐥𝐞𝐧𝐚

Avril Lavigne/Wish You Were Here
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¿La verdad? No quería ni llevarla a la esquina a comprarle unas papas y una coca, la quería dejar ahí tirada a la chingada y no verle la jeta en cinco años, pero bueno... No podía irme y decirle: A sí, bueno te me cuidas, ahí que alguien te ayude, por cierto, los recuerdos que tienes del rubio teñido son mentira.

Soy culera, pero no tanto.

Le hable de todas las cosas increíbles que ofrecía el campamento —tiro con arco mágico, monta de pegasos, el muro de lava, pelea con monstruos—, pero no mostraba entusiasmo, estaba segura que tenía el rostro de apenas haberme levantado y respondía a lo idiota, si, hasta yo era así recién levantada, tenía la cabeza en otra parte...

Antes de que mis propios pensamientos me jugarán en contra y me hicieran derrumbar me en el suelo y llorar señale el pabellón del comedor al aire libre con vistas al estrecho de Long Island. Le explique que el Campamento Mestizo era principalmente un campamento de verano, pero que algunos chicos se quedaban allí todo el año, y habían acogido a tantos campistas que siempre estaba lleno, incluso en invierno.

Mid labios tiritaban, y sentía las incesantes ganas de llorar tal como una niña pequeña ahí frente a Piper, no sabía por qué, pero toda ella me recordaba a Silena, y eso lo odie, probablemente por ello ni siquiera tenerla cerca. Me sentía vulnerable, tan expuesta... Como si aquella chica de cabello desigual solo esperara mi quiebre.

La mire por unos segundos, ella me miraba, atenta. Miles de preguntas resonaban en sus ojos, pero aún así no pregunto nada haciéndome dar un suspiro de alivio, sinceramente no quería responderle nada, ni hablarle.

Mientras subíamos una colina situada en las afueras del campamento, Piper se volvió y contempló la increíble vista del valle, seguí su ejemplo: la gran extensión de bosque hacia el noroeste, una playa preciosa, el arroyo, el lago con canoas, los exuberantes campos verdes y toda la distribución de las cabañas, una extraña colección de edificios dispuestos como la letra omega griega, Ω, con una curva formada por cabañas alrededor de un prado central y dos alas que asomaban a cada lado en la parte inferior.

Un punzante dolor resonó en mi pecho.

Cada uno de sus lugares que estaba marcado por la belleza, parecían albergar un recuerdo con aquel chico de ojos verdes que me traía loca. A mis ojos ya no eran hermosos lugares, o fértiles, ni mucho menos vistosos, eran un enorme desierto que sólo parecía recordarme su falta en mi vida.

Me recordaban aquel agujero en mi pecho que crecía cada vez más y más.

Percy ¿Dónde te metiste? Me pregunté mirando a las cabañas, una más vistosa que otra. Instintivamente fui a la cabaña 3 que se veía igual que siempre, como si aquel chico que pasaba el verano ahí nunca se hubiera esfumado.