𝐗𝐈𝐈

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𝐇𝐞𝐥𝐞𝐧𝐚

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𝐇𝐞𝐥𝐞𝐧𝐚

Si no soñara con algo requete fumado relacionado a la misión, no sería una semidiosa.

La cabeza me daba vueltas y el rostro me dolía horrores, como si me hubieran dado un palazo en la mera jeta y se me hubiera roto la nariz unas cinco veces, y de paso me hubiera comido un sandwich hecho de metal que me destrozó la quijada. Si, bastante normal ya para mi alocada vida.

¿Y saben que mas es normal?

Encontrarte de frente a la vieja que te caga que casualmente es tu enemiga, y una de las titanides que tiene secuestrado a tu padre, en una sala oscura solo como único inmueble una mesa de té violeta y dos sillas doradas tapizadas de terciopelo del mismo color que el mantel de la mesa.

- Hola, querida - Me decía ella.

Su deslumbrante cabellera negra se movía como si esta estuviera bajo el agua, tal como una sirena que pintaban en los cuentos de hadas. Aquellos ojos del color del mar que se habían vuelto mi favorito, me parecían afearse al tenerlo aquella mujer y su piel mediterránea brillaba de un color dorado al igual que toda su silueta engalanada con un vestido al estilo bohemio con un millar de patrones en colores cálidos.

La condenada era hermosa.

Si hubiera sido un hombre o una humana normal y corriente, me hubiera desmayado ante aquella deslumbrante belleza, pero llegaba un punto en que te acostumbraba, pues claro que sucedería, si eras un semidiós siempre te toparias con gente guapa o monstruos la mar de feos que te dejarían ciegos si pudieran, como diría Thanos:

Perfectamente equilibrado, como todo debe de ser.

Me le acerque, tratando de no gritar y mostrarle mi furia - ¿Por que has secuestrado a mi padre, Rhea?

Ella soltó una risa burlona para provocarme, antes me hubiera hecho estallar de inmediato, pero extrañamente me encontraba más preocupada que nada. Rhea mostró su descontento ante mi falta de expresión.

- Sabía que aquel encuentro te echaria perder - Me dijo, dándose la vuelta, su rostro amable que no iba a corde a su personalidad se mostraba algo molesto - Debí de haberle avisado a mi niño para que no lo hubiera dejado escapar....

Sentí mi racionalidad a punto de explotar, como un volcán dando indicios de explotar, por suerte fui capaz de controlarme al morder mi lengua. Si algo había aprendido de Rhea, es que si le preguntabas algo y no te respondía era por algo, o lo respondería hasta que se le hincharan los malditos huevos.

Presionarla solo haría que alargara las cosas.

- ¿Me estas diciendo que estas del lado de los gigantes? - Pregunté, totalmente molesta.

Rhea me miró, con desagrado mientras tomaba lugar en una de las sillas trayendome un Deja Vu- No, querida, ni que estuviera loca - Me contestó, apartando uno de sus cabellos de su rostro, volviendo hacia arriba.

𝐌𝐨𝐨𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝; Percy Jackson [#3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora