𝐌𝐨𝐨𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝; Percy Jackson [#3]

𝐗𝐈

𝐗𝐈

𝐇𝐞𝐥𝐞𝐧𝐚

Nightmare / Halsey
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¿Cuántas veces estuve a punto de morir?

¿Cuántas veces desee estar muerta incluso antes de saber que era una semidiosa?

¿Cuántas veces me sentí insuficiente?

¿Cuántas veces sentí que yo debía morir en su lugar?

¿Cuántas veces me hizo sentir que yo no valía nada?

Muchas.

Tantas veces que uno llega a perder la cuenta en algún punto.

Ser una semidiosa significa el ser distinta incluso aun antes de nacer ¿Qué tiene de especial ser hija de un dios si al final lo único que consigues es morir prematuramente? ¿Los poderes quizás? No, ni siquiera tener un maldito poder vale la pena cuando se trata de mantenerte a salvo.

Aunque a veces creo que soy afortunada de serlo. Después de todo, es la única razón del por qué ahora me encuentro viva.

Mi vida es confusa y a veces incluso yo llego a confundirme sobre mis verdaderas raíces al punto en el que aferrarse a una información es peligroso ya que no sabría si es la realidad o una simple ilusión.

Mi vida no es color rosa ni mucho menos amarilla.

Es probablemente gris y no es porque esta carezca de color, no, puedo asegurarte que mi vida está teñida de un sin fín de colores, desde un intenso rojo a un suave verde y es por ello que es gris, los colores simplemente decidieron unirse creyendo que se formaría un arcoíris sin saber que esto ocasionaría una brumosa nube que terminaría siendo el epicentro de una catastrófica tormenta.

Si pudiera describir mi vida con una frase, definitivamente sería «La calma antes de la tormenta»

Una tormenta capaz sembrar el caos a donde sea que vaya.

Escape de casa a los tres años a punto de cumplir los cuatro, no tenía opción, sabía que si me quedaba más tiempo en aquel lugar terminaría atrapada tres metros bajo tierra y con el aliento atorado en mi garganta de tanto gritar pidiendo una ayuda que no llegaría o en un tutelar de menores a la espera de que los monstruos terminarán el trabajo que mi tío no pudo.

— Sobreviviré... — Masculle. Era una silenciosa petición, puede que hasta una orden para mí misma diciéndome que yo no tenía el derecho a morir en aquel momento.

« No te rindas » Me había dicho muchas veces cuando mi cordura estaba simplemente al límite, y ahora ni siquiera yo misma sabia como no lo había hecho, lo único que conocía era un fugaz momento de calidez y el dolor impregnado en mi piel a base de moretones.