𝐕

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───────────────𝐕𝐇𝐞𝐥𝐞𝐧𝐚

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𝐕
𝐇𝐞𝐥𝐞𝐧𝐚

Te extraño.

Te extraño tanto.

Me repetía una y otra vez mi cabeza, sin descanso alguno, una frase que ya se había quedado impregnada en mi como un parásito que poco a poco me consumía día a día mas quebrando mi fortaleza que era aquello que me impedía romperme en miles de pedazo ante tu sola mención o tu persistente recuerdo.

Te extraño tanto que mi propia alma llora a todas horas esperando tu regreso.

Hoy es otro día, otro día de tu ausencia aunque para mi se asemeja a un año ¿Cuando fue la última vez que te escuché reír? ¿Cuánto me hablaste por última vez? ¿Cuando me abrazaste por última vez? ¿Cuando fue la última vez que me sentí realizada con solo besarte? Lo recuerdo, lo hago tanto que aquellas imágenes simplemente no me abandonan a pesar de que quiero olvidar tu recuerdo por unos segundos para que el dolor en mi se calme.

Si, ese es mi pensamiento ahora, lo que siempre pensaré hasta que te encuentre. Mi garganta está seca y sabe amarga con un fuerte ardor en ella por otra noche de llanto incontrolable que logra mantener mi cordura e impedir que pierda la fuerza en mis piernas.

El día anterior había ayudado a Leo con Fesgo, había sido un buen momento, por un momento casi podía sentir como si tu, Percy, no hubieras desaparecido y estuvieras durmiendo en tu cabaña de lo más tranquilo, casi...

El amanecer llegó y con ello mi partida del bunker nueve y una lastimera mirada del Moreno que aún así parecía verse aferrado a sonreír.

No tuve tiempo de dormir, más bien, ni siquiera quería hacerlo y dime ¿Cómo lo haré si cada que cierro mis ojos te veo a ti? Tu sonrisa problemática, tus ojos brillantes y amables, el cabello negro en el que envolvía mis dedos y tu aroma tan tranquilizador a brisa marina.

Te extraño. Pensé nuevamente al tomar mi chamarra azul, ya desgastada, parecía como si se fuera a deshacer entre mis manos tal cual castillo de arena cerca de la tormentosa marea.

Mis manos temblaban al igual que mis labios, quería gritar, quería ponerme a llorar hasta que aquel dolor en mi pecho se fuera para siempre.

Yo comprendía que el amor dolía, lo sabia.

Pero en aquel momento solo quería extirparme el corazón y el cerebro para dejar de sentir de una buena puta vez. Las lágrimas cayeron en la superficie azul, dejando un azul aún más oscuro — ¿Donde estas? — Pregunté a la nada, deseando una respuesta.

El celular sono, con demasiada insistencia, lo tome con prisa tratando de quitar las lágrimas de mi rostro — ¿Bueno?

Al otro lado de la línea se escucho la voz de un hombre — Cariño, soy yo.

𝐌𝐨𝐨𝐫𝐥𝐚𝐧𝐝; Percy Jackson [#3] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora