Capítulo 1 Parte 5

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—Buenas noches —dijo la mujer frente a mí, a quien yo recordaba perfectamente. Alta, delgada, seria e imponente. Supuse que pareció pensar que me conocía de algún lado porque frunció el ceño y se inclinó ligeramente para verme mejor.

—Buenas noches —respondí un poco intranquila y di el golpe de gracia—. Tal vez no me recuerde, soy Sakura. Kinomoto Sakura —anuncié con una ligera reverencia.

Al volver a encontrarme con los ojos de la mujer, negros como el ébano; me pareció que comenzó a sentirse incómoda y tardó bastante tiempo en responder, casi como si se hubiese transportado a la época en la que su hijo y yo salíamos.

—Sa... Sakura, claro —comenzó la mujer casi atragantándose—. Pensé que no estabas aquí —señaló, supuse, sin saber qué decir exactamente.

—Acabo de regresar—. Aquellas palabras que parecían tan normales, encerraban un pasado trágico y ella asintió comprensiva antes de hablar.

—Ya veo. Me... alegro. ¿A qué debo tu visita? —la mujer trataba de sonar relajada y yo sonreí agradecida.

—Le agradecería mucho, si me permitiera hablar con usted solo un momento. Sé que no es la hora apropiada, pero no me gustaría alargar esto más de lo necesario.

Ella asintió y se hizo a un lado para permitirme la entrada a su casa. Yo le sonreí de nuevo en agradecimiento y entré en su compañía. No había cambiado nada. El mismo estilo, el mismo piso, los mismos pasillos, el mismo comedor, sala, cocina... todo era igual a como lo recordaba.

—Mi esposo está en la sala —señaló ella segura de que yo recordaba dónde estaba el lugar. Caminamos y me detuve ante la puerta de entrada a la sala. El padre de Lian, estaba sentado en uno de los sillones de dos piezas con la pierna cruzada sobre la rodilla, mientras bebía una copa y leía un libro, pero en cuanto sintió la presencia de lo que pensaba, solo era su esposa, levantó la vista con una sonrisa; sin embargo, su sonrisa se congeló a mitad de camino al igual que sus ojos dorados.

—Tenemos visitas, cariño —anunció la mujer detrás de mí, que con una palmada sobre mi hombro, me apremió a entrar. Me incliné a modo de saludo y el hombre se puso de pie de inmediato—. Es Kinomoto, ¿la recuerdas?

—Cómo olvidarla —afirmó el hombre y trató de parecer agradable, con lo cual falló miserablemente¾. Toma asiento, por favor.

Cuando los tres estuvimos sentados nos miramos sin saber cómo empezar a hablar; sin embargo, me di valor de nuevo, carraspeé y comencé.

—Le comentaba a su esposa, que lamento mucho la intromisión, pero... necesitaba hablar con ustedes.— Ambos se miraron sin entender, pero de inmediato el hombre asintió lentamente.

—Bien, te escuchamos, ¿qué es lo que sucede?— dijo la mujer mientras me daba una sonrisa leve para que continuara.

—La verdad es que, he venido a pedirles un favor —continué antes de que ellos malinterpretaran las cosas y tomé aire para hablar—. Sé que las cosas con su hijo no salieron bien y que posiblemente ustedes también se vieron envueltos en la situación, por lo que les pido una disculpa. Actué mal, aunque tenía mis razones. Ahora me doy cuenta de que no debí haber huido y debí haberme enfrentado a las cosas, pero... era joven, no tenía... el valor necesario y tomé la salida fácil. Así que he venido para pedirles un favor. Les pido que me ayuden a localizar a Lian de modo que pueda pedirle una disculpa por lo que sucedió. Sé que suena tonto de mi parte hablar de esto después de tantos años, pero mi consciencia me lo exige y no puedo... evitarlo. Es lo correcto y creo que nunca es tarde para pedir una disculpa.

Prohibido enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora