Capítulo 14 Parte 1

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En donde comienza un nuevo camino.

—¿Y a dónde crees que vas? —preguntó mi madre con mirada molesta y las manos apoyadas en la cintura, en actitud de enfado mientras me observaba con su típico gesto de reproche, hacer mi maleta.

—¿Tiene alguna importancia?

—Pues ¿quieres que te diga lo que realmente pienso?

—No. Preferiría que te guardaras por ahora tus palabras —sentencié mientras metía la ropa de mi armario en la maleta e iba de un lado al otro de la habitación para poder hacerlo.

—No lo hagas, cariño.

La súplica de mi madre, me detuvo por un momento en el que paralizada a mitad del camino entre mi armario y mi cama, observé el suelo con atención, tratando de borrar de mi mente lo que había sucedido la tarde anterior. Había estado llorando desde el instante en que había llegado a mi casa, hasta hacía dos horas, que había decidido irme lo más pronto posible.

—¿Qué es lo que quieres que haga? —pregunté con la voz entrecortada en cuanto ella me miró con intensidad, apoyada en el marco de la puerta de madera de mi habitación—. ¿Que me quede aquí, sintiendo compasión por mí misma?

—Por supuesto que no, ¿cómo puedes pensar que eso es lo que quiero?

—Entonces, ¿por qué quieres que me quede?

—Quiero estar contigo —contestó lastimosamente y yo cerré los ojos con fuerza, tratando de darme ánimos.

—Mamá, yo también quiero estar contigo... con ustedes —afirmé con seguridad—, pero no me puedo quedar aquí por más tiempo.

—Vas a huir de nuevo.

Esa no era una pregunta y me dolió hasta el fondo de mi alma. Apreté las manos en puño y me mordí el labio inferior para después retomar mi camino hacia el armario.

—No estoy huyendo.

—¿Cómo le llamas a esto, entonces?

—¡No estoy huyendo, madre! —En el momento en el que alcé mi tono de voz, me arrepentí y negué con fuerza, luego con un gesto de mano, me disculpé y continué haciendo mi maleta—. No estoy huyendo. He hecho todo lo que he podido, mi conciencia está limpia y me siento tranquila. Que esté destrozada emocionalmente en el sentido amoroso y prefiera tomarlo de una forma un poco menos depresiva, viajando a otro lado, no quiere decir que estoy huyendo.

—Cariño... ¿no vas a darle tiempo para pensar las cosas?

La miré sin poder creer lo que me estaba diciendo y fruncí el ceño en gesto confundido.

—¿Pensar?, ¿qué es lo que tendría que pensar, madre? Él ya ha decidido lo que quiere hacer, así de simple. Mi estancia aquí simplemente lo hará sentir peor, y tampoco me ayudará a mí tener que encontrármelo todo el tiempo.

—Entiendo.

No tenía ni idea de a dónde iba a viajar, simplemente me había propuesto llegar al aeropuerto y tomar el primer vuelo que marcara la pizarra. Sabía que era una idea estúpida, pero regresar a donde había huido por primera vez, tampoco llamaba mucho mi atención.

—¿Necesitas ayuda con algo?

—Gracias mamá, puedo arreglármelas sola. Lamento haberme comportado grosera contigo hace unos minutos; no tengo ninguna justificación, lo sé.

Mi madre se tomó ambas manos y las apretó con fuerza, después suspiró y negó con la cabeza.

—Comprendo lo que sientes y el porqué de que actúes de este modo. No puedo juzgarte. Tu padre ha estado muy preocupado por ti, desde que te vio llegar ayer a la casa, llorando.

—Imagino que sí. Iré a hablar con él después de que termine de hacer mi equipaje.

No le quedó de otra más que asentir y girarse para salir de mi habitación. La miré alejarse con paso lento y sentí un extraño dolor en la boca del estómago. ¿Huir?... Yo no estaba huyendo. Pero nada bueno me esperaba al quedarme allí.

Seguí metiendo todas las cosas a mi maleta y después de algunos minutos, me senté sobre la tapa y busqué el cierre para deslizarlo y dejarla cerrada. Me llevé las manos a la frente y luego me pasé las palmas por los párpados; me dolían mucho de haber estado llorando toda la maldita noche y lo que llevaba del día. Pero ya no iba a llorar.

Comprendía bien la situación y aceptaba la decisión de Shaoran acerca de acabar con todo; al final de cuentas, como mi hermano había dicho, era su elección y él ya la había hecho, así que debía respetarlo. Quedándome aquí solamente lo haría sentir culpable de haber decidido eso.

Tomé aire y valor, para después salir por la puerta como mi madre y me dirigí hacia su habitación porque sabía que mi padre estaba allí. A esa hora normalmente se acostaba a leer algún libro o un informe arqueológico de importancia nacional. Toqué la puerta con los nudillos suavemente cuando llegué y la voz rasposa y grave de mi padre respondió con un ligero "adelante". Asomé la cabeza por la rendija y sonreí suavemente cuando él se incorporó y dejó sus lentes de lectura rápidamente en la mesa.

—Cariño, ¿cómo te sientes?

Estaba preocupado. Lo podía saber no solo por el tono de su voz, sino en sus rasgos faciales. Mi padre me sonrió cálidamente y me señaló el lugar a su lado, en la cama. Lo tomé sin dudar y apoyé mi cabeza en su hombro.

—Es una pregunta tonta, ¿verdad?

—No papi. No podría ser nunca una pregunta tonta. Me siento un poco mejor, después de haber llorado por diecinueve horas seguidas. —Mi padre comenzó a reír y luego negó por mi comentario.

—Es mucho eso. Tu madre me dijo que te vas.

—Quisiera quedarme papá, pero... no sería bueno. No podría soportar ver a Shaoran todo el tiempo, sabiendo que no puedo estar con él. Me rompería en pedazos —acepté con tristeza, mirándolo de soslayo. Mi padre me acarició con su mano el cabello y me besó en la coronilla para después tomar una de mis manos y apretarla en gesto de soporte.

—Entiendo, y tu madre también lo entiende. Pero irte a otro lado, sola, en este estado, no creo que sea la mejor opción. Te diré algo —me alejé de él y agudicé los oídos para escucharlo con atención—. Nunca te di tu regalo de graduación y justamente hace algunos días me han dicho que hay un viaje que debo hacer... al Cairo.

—¡Egipto! —gemí emocionada por él; siempre había sido su lugar favorito y solo había podido ir un par de veces.

—¿Recuerdas que después de mi segundo viaje me dijiste que querías ir?... ven conmigo. Será un viaje de dos meses y te servirá para decidir con tiempo lo que realmente quieres hacer, mientras excursiones y... mi compañero de viaje tiene un hijo muy apuesto.

—¡Papá! —reprendí con una sonrisa y él se encogió de hombros.

—No tiene nada de malo, tal vez te ayude a sentirte menos sola. Anímate a ir conmigo, Sakura. El avión sale pasado mañana. Solo tendrías que quedarte un día y medio más.

Lo pensé concentradamente y luego me mordí el labio inferior. Ciertamente nunca había salido de Japón y esa iba a ser una oportunidad de pocas... no podía decirle que no.

—Está bien —acepté más animada y él sonrió con emoción—. Iré a hablar con Tomoyo para despedirme de ella y contarle que me voy.

Mi padre asintió y yo le di un beso en la mejilla, agradeciéndole internamente por su apoyo, después de eso salí de la habitación y me dirigí hacia la parte baja de la casa. Iría a verla... odiaba las despedidas, pero eso era lo mejor.

Prohibido enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora