Capítulo 12 Parte 2

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Las letras se borraban una a una, cada frase parecía perder el sentido completamente y cuando eso sucedía, en vez de imaginar de lo que iba la historia, otra imagen surcaba por mi mente, una y otra vez.

Ni siquiera el sonido lejano me permitió despejarme de mi obnubilación, hasta que se volvió demasiado insistente y desagradable.

—¡Eriol! ¡Te estoy hablando!

Respiré rápidamente sorprendido por la presencia de la pelirroja frente a mi escritorio que me miraba con ojos acusadores y completamente molesta, movía su cabello de un lado al otro.

—¿Por qué no me prestas atención cuando te hablo?

—Lo siento, estaba distraído —me disculpé sin realmente sentirlo y seguí leyendo los papeles que retenía en mis manos y luego de algunos segundos ella tamborileó con los dedos sobre la madera y yo levanté la vista.

Ahora qué.

—Esa no es la palabra que yo utilizaría.

—¿Cuál es, entonces? —Ciertamente me tenía muy fastidiado, pero no se lo hice saber.

—¿Qué me hace falta? —preguntó después de un momento en el que cruzamos miradas. Fruncí el ceño sin comprender en absoluto su pregunta sin contexto y después gemí en mi interior cuando me percaté de que otra plática desagradable se avecinaba.

—No comprendo a qué te refieres.

—Te pregunto que, ¿qué es lo que me hace falta?

—¿Respecto a qué, Kaho?

—A todo. ¿Qué es lo que tiene esa... —Iba a utilizar una palabra grotesca y yo la reprendí de inmediato con la mirada—, esa mujer, que yo no tengo?

—No pienso tener esta plática, contigo. No tiene absolutamente nada que ver.

—¿Qué tiene ella? —preguntó de nuevo, tercamente.

—Todo. Ella lo tiene todo. Ella es todo lo que tú no eres y lo que jamás podrías ser. —Sus ojos brillaron resentidos por mis palabras fuertes y apretó los labios formando una fina línea, en gesto de molestia.

—Ella no te quiere.

—No me importa.

—Te rechaza todo el tiempo — gimió molesta y yo suspiré, cansado por esa situación.

—Tampoco me importa. —Kaho golpeó el suelo con el pie, totalmente enojada y se cruzó de brazos, obsequiándome una mirada de esas que matan.

—¿Es que no sientes nada por mí?

—Te aprecio. Eso es todo.

—¿Me aprecias? —Ella se burló sin timidez alguna y se llevó las manos al cabello— . Yo no quiero tu aprecio.

—Lo siento; porque es todo lo que puedes recibir de mí.

—Te conozco desde antes que ella, Eriol.

—Eso tiene aún menos importancia que todo lo anterior. Estoy enamorado de ella. —Pareció ser como una bomba para ella, porque de inmediato jadeó sorprendida y se llevó una mano a la boca para acallar los sonidos absurdos que salían desde su garganta, hasta su boca— . Tienes que parar todo esto.

Me decidí a hablar claro con ella... era lo correcto, incluso si tenía que pelear o enfrentarme a una situación terrible, lo valía.

—¿A qué te refieres? —Antes incluso de que yo pudiera contestar, ella se dio cuenta de todo y abrió los ojos con incredulidad, pero no hacia lo que yo decía, sino hacia el hecho de que Tomoyo me había dicho todo—. Esa arpía...

—Cuida tu lenguaje, Kaho. Escucha... creo que es momento de que hablemos claro.

Me miró completamente enfurecida y se giró para caminar hacia la puerta, así que me levanté de inmediato y la seguí con paso apresurado, porque ella era demasiado explosiva; no tenía idea de lo que pensaba hacer, así que la detuve por el brazo, pero como una lombriz, comenzó a retorcerse y me empujó.

—Yo se lo advertí, Eriol. Le dije que si te contaba algo, todo terminaría. Ustedes... y este lugar.

—Lo sé —respondí manteniendo mi distancia.

—¿Y no te importó?, ¿es ella más importante que todos los empleados de éste lugar?

—Por supuesto.

Mi seguridad la hizo enfadar aún más y antes de que pudiera evitarlo, salió de mi oficina. Me llevé una mano a la frente, pero rápidamente me decidí a seguirla. 

Prohibido enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora