Capítulo 11 Parte 4

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—Hola cariño.

—¡Madre, qué sorpresa! —quise sonar completamente honesta, pero fallé; sin embargo, algo le ocurría a ella porque ni siquiera se percató de la situación y dejando sus zapatos en la entrada, se adentró en mi casa como si fuese ama y dueña del lugar—. ¿Qué haces aquí... tan temprano?

—¡Ah!, siento no haberte avisado que venía.

—No... no importa. ¿Quieres algo de comer?

—¿Te desperté? — reguntó preocupada mientras entrábamos en la cocina y yo sonreía tratando de no parecer muy nerviosa.

—No, para nada. No pude... dormir muy bien de todos modos. ¿Qué te trae por aquí? —Mi madre se dejó caer en uno de los bancos de la cocina y me miró con gesto confundido y cansado—. ¿Quieres café?

—Me he peleado con tu padre —anunció por todo y yo alcé las cejas, sorprendida. Mi madre nunca se había peleado con papá, al menos si lo había hecho, nunca había sido nada serio como para que se apareciera tan temprano en mi casa para hablar conmigo.

—¿Qué sucedió?

—No lo sé. Ha estado llegando muy tarde a la casa. Tomoyo... él asegura que es por cosas de trabajo, pero yo... yo...

—¿Crees que esté con alguien más?

—¡No!

—¿Entonces?

—No lo sé... es decir, no creo que esté con alguien más, él me ha dicho que no es así, pero ¿y si prefiere quedarse en el trabajo porque me he vuelto insoportable?; me dijo que estoy paranóica últimamente.

—Mamá, mi papá te ama. Por otro lado, no creo que tenga absolutamente nada, con nadie. Además, para el caso, te habrías dado cuenta desde mucho antes.

—Lo sé, pero tal vez sí estoy paranoica. Me dijo que he tenido demasiado trabajo últimamente, así que decidí venir a verte para platicar contigo.

—Comprendo. Mamá, yo... —No sabía cómo decirle que ése, en específico, no era un buen momento para que ella estuviera en mi casa, y de todos modos no pude continuar porque ella se levantó del banco y caminó hacia las escaleras. De inmediato boté todo y la seguí con paso rápido—. Madre, ¿no quieres café? —pregunté en voz alta como para avisarle a Eriol que subíamos.

—No, cariño, muchas gracias. Creo que tomaré una ducha. — El baño de mi habitación era el único que tenía regadera, porque los demás eran baños incompletos. Me mordí el labio inferior totalmente preocupada; y es que sabía que tenía todo el derecho de andar con quien yo quisiera y dejar entrar en mi casa a quien yo quisiera, pero la situación embarazosa, nadie me la quitaba.

—¿Estás segura? Puedo hacerte mejor, algo para desayunar.

—Regálame una toalla cariño y una de tus lindas batas de baño. Me he decidido a relajarme hoy. —Cuando abrió la puerta de mi habitación, esperé lo peor, pero no sucedió nada. Eriol no estaba por ningún lado y su ropa tampoco. Supuse que había encontrado un mejor lugar para quedarse y respiré tranquila.

Mi madre abrió la puerta del baño y me acarició la mejilla antes de comenzar a preparar el agua y demás.

—Te dejo entonces para que puedas... bañarte —anuncié mientras cerraba la puerta y ella se desvestía, pero antes de actuar, mamá me obligó a ayudarla a desabrocharse la ropa y después se metió en la ducha.

—Deja la puerta abierta cariño, quiero saber cómo te ha ido en la oficina. — Y con eso me obligó a colocarme afuera del baño, apoyada en la pared.

Prohibido enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora