Me acomodé mejor en mi silla mientras colocaba las piernas por encima del escritorio y leía cuidadosamente el escrito que tenía en mi mano derecha porque me había colocado el bolígrafo en la mano izquierda para especificar los lugares que iban a necesitar la última corrección. Lo bueno era que en las treinta páginas que llevaba, no había encontrado ninguno.
Los ojos me ardieron con intensidad antes de llegar al capítulo tres y solté el bolígrafo y las hojas en el escritorio para poder posar mis manos sobre ellos y masajearlos lentamente.
—Doscientas veinte páginas leídas cinco veces en seis horas. Mi récord. No me lo puedo creer, todo por culpa de ese estúpido... me quedaré ciega —me lamenté y gemí internamente al observar el reloj de escritorio. Eran las seis de la tarde y yo tenía que entregarlo todo a las ocho a más tardar y todavía me faltaba revisar las últimas ciento noventa páginas.
Me di cuenta de que moría lenta y lastimosamente, además de que comenzaba a cabecear con ganas de mandarlo todo por el escusado. ¡A la mierda Eriol Hiragizawa!, pensé; pero segundos después me dije que debía resistir. No había dormido nada la noche anterior pensando en cómo haría para decirle la verdad a mi amiga, antes de que fuese a la casa de Ylean Li. Pero las cosas se habían resuelto sin mi intervención y por la mañana, Sakura había llegado como una magdalena y a mí se me había caído el alma a los pies. Supuse que el cansancio que sentía en ese momento era resultado de lo poco que había podido dormir por la noche.
Escuché las puertas del elevador abrirse y esperé lo peor. Ya conocía esos pasos rígidos y altaneros y la respiración agitada del que corre un maratón antes de entrar a una tienda para comprar una botella de agua. Quise suplicarle que no hablara ni dijera nada... no quería oír su voz. Pero como siempre, sucedió lo opuesto.
Maldita ley de Murphy.
—Parece que ya has acabado. Tienes tanto tiempo libre que hasta te pones a descansar, ¿no es así? —sostuvo la voz grave desde la puerta y yo abrí los ojos con pesadez y lo miré molesta.
—Calla esa impertinente boca tuya —susurré al dejar de mirarlo y como pude, me senté bien y tomé las hojas de nuevo en mis manos—. Apenas son las seis. Vete y molesta a alguien más, antes de que sea la hora en la que tienes que venir a molestarme a mí, no me adelantes la maravillosa visita.
Eriol Hiraguizawa me sonrió burlón y se acercó al escritorio; yo le lancé una mirada fúrica como para advertirle que le sacaría un ojo si se acercaba otro paso, pero eso tampoco dio resultado.
—Escucha, no me cantes tus insultos, de nada sirven. Solo he venido a cerciorarme de que estés haciendo lo que prometiste.
—No tengo cinco años. Lárgate de mi oficina, puedes entrar hasta las ocho y como ves... el reloj no marca las ocho, todavía —solté en lo que miraba las hojas sin prestarle atención.
—Tomoyo. —Su tono de advertencia me hizo explotar. Me levanté repentinamente del asiento, cosa que no le causó ningún efecto y después golpeé el escritorio con las dos manos.
—¡Ya estoy harta de ti y de tus órdenes! ¿No pudiste haber cerrado la boca y esperar a venir aquí a la hora acordada verdad? No. ¡Tuviste que venir dos horas antes a hacerme perder el tiempo y ponérmela imposible! ¡Vete de aquí!
Él frunció las cejas con molestia reprimida y se enderezó sin dejar de mirarme como bicho raro.
—¿Quién te crees que eres? No puedes correrme de la oficina. Pero si quieres saber la verdad, sí. Vine a verte para ver si haciéndote rabiar conseguía que renunciaras. La realidad es la siguiente: No me importa si crees que eres la mejor editora de este mundo, deseo con todas mis fuerzas que te vayas para poder dejar a alguien más competente a cargo de esta oficina.
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Prohibido enamorarse
FanfictionEnamorarse es difícil, pero lo es aun más cuando es de la mujer equivocada. Shaoran Li, está estrictamente prohibido que te enamores de ella. +18. ShaoranxSakura. TomoyoxEriol.