Capítulo 5 Parte 4

491 60 56
                                    


—¿Estás segura de que esto me queda bien?

Ylean Li se miraba en el espejo con los ojos completamente fijos en la imagen que se reflejaba ante ella. No se parecía para nada a ella últimamente, porque las ojeras y la palidez habían desaparecido por completo y yo sonreí ante la visión tan bonita.

—¿Por qué crees que no te queda bien?

—¿No es demasiado formal?, ¿para qué me arreglo tanto si solo seremos tu y yo? —preguntó observándose mejor. Sonreí ante su desconcierto y después me incliné por detrás de su hombro y le arreglé el tirante del vestido.

—No lo sé... tuve ganas de arreglarte el día de hoy. La verdad te ves bellísima. Si mi hermano estuviera aquí te diría mil y un piropos.

Y es que era la verdad. El vestido era de color negro y hacía juego con sus ojos, la tela se amoldaba a la perfección a su silueta, era corto... una mano arriba de las rodillas y supuse que ella no estaba acostumbrada a utilizar esa clase de vestidos, por lo que se sentía ligeramente incómoda.

—¿Vas a decirme que no te ves bien?

—Creo que nunca me he visto mejor, pero ese no es el punto.

—Ahm falta algo —hice que girarse hacia mí, subí las manos hasta su cabello amarrado en el moño fuerte de siempre y lo solté sin más rodeos. Ella abrió los ojos sorprendida y en seguida se rio.

—Tengo el cabello hecho un desastre, Sakura. Por eso siempre me lo amarro.

—No tiene sentido, tu cabello es hermoso. Deberías soltarlo más seguido. — Toqué con las yemas de los dedos la superficie de su pelo, negro como el azabache y tan brillante, que la luz se reflejaba en él y lo hacía cambiar casi de manera imperceptible en diferentes tonos.

—¿Soy la única que se va a arreglar?

—Por supuesto que no —mentí con una sonrisa—. Iremos a preparar la mesa y lo que falta y después de eso vendré a cambiare y me encontraré contigo en la cocina.

—Bien.

Bajamos y comenzamos a preparar todo lo necesario para poder cenar. Yo elegí un poco de música para amenizar el ambiente y como no sabía qué tipo de música le gustaba a ella, simplemente puse baladas. Regresé a la cocina y la observé con atención, mientras lavaba la lechuga y movía un pie al compás de la canción.

No pude evitar sonreír al imaginar la sorpresa que se iba a llevar el estirado de su esposo al verla así. Sabía que la quería. Los había visto juntos algunas veces y la manera en la que la miraba lo decía todo... pero, por alguna razón, había una enorme brecha que ninguno de los dos había podido romper, hasta ahora.

—Iré a cambiarme —dije cuando estuvo todo puesto finalmente—. Espérame aquí. Ah, te traje un libro que quiero que leas... prometo no tardar.

Ella asintió, se sentó en una de las sillas y comenzó a leer el libro que le alargué. Era igual o más joven que mi madre; no pasaría de los cuarenta ya que se había casado a una edad muy temprana, por lo que, sentada con ese vestido y el cabello suelto, parecía más una universitaria que una mamá.

Salí de la cocina y cerré la puerta para después caminar hacia las escaleras y esconderme detrás de una de las puertas del vestíbulo. Observé mi reloj y me di cuenta de que era justo la hora en la que debía llegar el esposo de Ylean. Hien Li no tardó en entrar por la puerta de la casa y yo lo observé sin que él pudiese darse cuenta de que estaba cerca.

—¿Qué hace prendida a estas horas la luz de la cocina? —se preguntó mientras dejaba sus cosas a un lado de la puerta, cerca del perchero y se aflojaba la corbata. Caminó hacia la cocina y abrió la puerta. Me mordí el labio con nerviosismo y deseé con todas mis fuerzas que él se quedara adentro.

Prohibido enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora