Capítulo veinte. Novedades amorosas.

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 -Así que...-Irwin pasea sus dedos por mi costado izquierdo, haciendo figuras sobre el hueso de mi cadera. - ¿Hoy no vas a acompañarme al ring?-él pregunta mientras deja suaves besos por mi espalda desnuda.

 -No Irwin, hoy he quedado con las gemelas-susurro pues estoy cansada después de todo el gasto de energía que he hecho junto a este hombre.

  -Aplázalo para mañana-él me pide y yo me echo a reír, deteniendo Ashton el descenso de sus labios por mi columna.

 -Irwin, me sorprende que después de llevar casi dos meses viviendo conmigo, sigas creyendo que voy a hacerte caso-le hablo mientras me giro, quedándome boca arriba en la cama y mirando al rubio escaso de ropa que se alza sobre mí.

 -Realmente, lo que intento es encontrar ese punto en tu cuerpo que te haga decir que sí a todo lo que yo te proponga-él contesta sonriente mientras adentra sus juguetones dedos en las sábanas que me cubren y acaricia con delicadeza mi torso.

 -Eso lo tienen los perros Ash, y la última vez que me mire al espejo no tenía ni cola ni garras ni exceso de pelo-respondo sonriendo mientras acaricio su cabello cuando sus labios vuelven a mi clavícula.

 -Y yo que pensaba que te estabas convirtiendo en diablesa-él bromea apoyando su barbilla en el valle entre mis pechos. Yo sonrío y miro hacia el despertador que se encuentra en la mesa de noche de Ashton, son las siete en punto de la tarde, debería entrar en la ducha.

 -Siento romper el momento pero, tengo que ir a la ducha ya si quiero estar presentable cuando las chicas aparezcan-digo apoyando mis manos en el colchón y deslizándome hacia arriba, saliendo de debajo del cuerpo de Ashton.

 -No sé para qué pierdes el tiempo en intentarlo, eres una impresentable y los dos lo sabemos-él bromea y yo le doy una palmada en su culo. - ¡Nina!-él se queja y yo alzo mis hombros.

 -Tú mismo lo dijiste, soy una impresentable-le guiño el ojo antes de entrar al baño, como es de esperar, el señorito aparece a los pocos minutos rascándose la espalda. Entra en la cabina y me coge de las caderas para hacerme hacia delante, ocasionando que un jadeo salga de mis labios, miro hacia la zona en la que Ashton presionaba sus dedos y entiendo el por qué. - ¿Esto son las marcas de tus dedos?-pregunto atónita, girándome para poder mirarlo a los ojos.

 -Ups-él responde tan tranquilo mientras regula el agua.

 -¿Tú crees que es normal dejarme esas marcas?-murmuro medio enfadada medio sorprendida.

 -Nina, ¿has mirado mi espalda?-él inquiere, girándose y dejándome observar la pequeña obra de arte que he hecho en su piel. Ahí donde se reflejan sus fuertes músculos hay mordidas, chupones y arañazos.

 -No es mi culpa, me incitas a hacerlo-respondo situándome bajo la alcachofa.

 -¿Cómo? ¿Dándote el mejor sexo de tu vida?-él pregunta y observo cómo se le empieza a hinchar el pecho a lo gallito.

 -No, impidiendo que llegue al orgasmo, es tu culpa ergo tú pagas por ello. -contesto para cerrar mis labios y alzar mi cara hacia el teléfono, dejando que el agua me refresque. Después de estar unos pocos segundo ahí, salgo y le dejo espacio a Irwin mientras yo me enjabono. Él se encarga de lavar mi cabello, cosa que me encanta porque que me toquen el pelo me vuelve loca.

  -Me sigue sorprendiendo lo mucho que te relajas cuando te toco el cabello-él murmura cuando ya estamos en la habitación, yo en ropa interior mientras él tiene los pantalones subidos sin abrochar y el pecho al descubierto.

 -Es mi punto débil-respondo antes de soltar un ronroneo, Irwin me está peinando y sé que soy capaz de dormirme con esto.

 -Ya veo-él termina y deja caer mi pelo libremente por mi hombro derecho mientras sus labios van a mi cuello.

Unpredictable ☯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora