Capítulo ocho. Día en la playa.

1K 29 6
                                    

El sábado había sido curioso, sí, cuando llegamos al apartamento le conté a Irwin que el día siguiente iría a comer con Brian y se cogió máximo enfadado y se largó, bueno, creo que es mejor decir que seguía enfadado, aunque nunca supe qué le pasó por la mañana para que se cabrease.

Así que aquí estoy, preparando un desayuno dulce, muy dulce en esta soleada mañana de domingo. D está mejor, lo único que tengo que hacer es vigilar sus moretones y que su labio mejore. Cuanto más tiempo paso con él más creo que es gay, son pequeñas cosas que hace que me recuerdan a Brian, aunque quizás sean paranoias mías...

Irwin no volvió anoche a casa, lo sé porque cuando desperté estaba sola y su lado de la cama hecho. Así que podemos decir que hoy comienza muy bien el día. Vigilo que los gofres no se pasen mientras D está abrazándome, atando sus manos sobre mi estómago desnudo y con su barbilla apoyada en mi hombro derecho.

-¿Cómo sabes tantas recetas?-él pregunta y yo le doy la vuelta a la gofrera.

-A Liz le encanta la cocina y bueno, a mí la repostería se me da bien-confieso y él ríe. Sirvo el primer gofre en el plato y mi móvil suena, D se adelanta y lo coge de la encimera. Yo saco el segundo y me giro con mi mano extendida pidiendo que me de mi móvil.

-Uh, un tal Brian bomboncito te está escribiendo-él levanta el brazo hacia el techo con mi móvil entre sus manos, yo voy dando vueltas alrededor de él intentando cogerlo.

-¡D, vamos!-me quejo intentando escalar por su cuerpo. Entre tanto movimiento, salto y pisadas acabamos tropezándonos y cayendo al suelo, D está de espaldas y yo quedo sobre su cuerpo. Su aliento a dulce llega a mí, nuestros ojos conectan, sus manos han terminado en mi cintura, ayudándome a mantener el equilibrio, mis palmas en el suelo a ambos lados de su cabeza, nuestros labios demasiado cerca y entonces, la puerta se abre y los pesados pasos de Ashton se escuchan entrar.

-La mesa es más cómoda, pero a vuestro rollo-su voz suena más grave de lo que es, yo me quito de encima de D y acabo sentada a su lado, observándolo, la camisa de Nirvana está arrugada, la bandana mal atada, el cabello más revuelto de lo usual y muestra marcas en su cuello. Así que alguien había tenido una noche movidita.

-Como siempre, el sentido de la puntualidad lo tienes en el culo-Derek masculla, yo me levanto y lo ayudo a hacer lo mismo.

-Gofres, ¿has hecho para mí? Siempre que follo vuelvo hambriento-pregunta mientras se adentra en la cocina, y con él, un olor a sexo que hace que mi nariz se arrugue. Es un maldito chulo y prepotente.

-No sabía si ibas a venir a desayunar, y no hace falta que des tanta información, tu olor te delata. Espero que la hayas hecho disfrutar a ella-me acerco a la encimera y voy a ponerme a hacer otro gofre cuando Ashton me interrumpe el paso, quedando así frente a su cuerpo.

-¿Acaso lo dudas?-una sonrisa torcida se muestra en sus labios y yo alzo un poco mi cabeza, uniendo nuestras miradas.

-Sí-contesto segura, dejando que una sonrisa tome mis labios mientras veo cómo por sus ojos un destello de incredulidad pasa. Suelta un gruñido y se acerca a mí aún más, quedando nuestros pechos separados por apenas unos cuantos centímetros.

-¿Quieres que te lo demuestre?-él masculla entre dientes.

-No gracias, estoy servida-me muevo a la derecha- y por favor, si quieres mantener una conversación conmigo dúchate, porque hueles fatal-llevo mi índice y pulgar a mi nariz y me la tapo, Derek se empieza a desternillar mientras Ashton deja el cuarto soltando distintas maldiciones.

-Eres mi ídolo-Derek me dice poniendo los platos sobre la mesa.

-Es lo que hay, soy tan fabulosa que deseas ser como yo-me giro y le suelto un guiño, para que sepa que estoy bromeando, él sonríe y saca las cosas para desayunar. Mi móvil suena, contesto mientras vigilo que el gofre no se pase.

Unpredictable ☯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora