4. Cherry cola

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Ya está. Mensaje enviado. Ya estaba hecho y la presión no desaparecía. Tal vez fuese porque la finalidad de enviar un mensaje era recibir una respuesta y yo no estaba del todo seguro de que eso fuese a ocurrir pero hoy muchas de mis convicciones se habían roto en cuestión de segundos. Observé mi móvil medio convencido de que no recibiría ningún otro mensaje y medio deseando que así fuera cuando mi móvil vibro y la pantalla se iluminó.

Calle Alabama 18, junto al lago.

No tardes xx

¿No tardes? ¿Qué significaba eso? ¿Pretendía que fuese a un lugar desconocido a encontrarme con una persona a la que acababa de conocer? Esto no es normal, no es normal para nada. Observé como su En Línea desaparecía y respiré hondo.  Mentiría si dijera que no me sentía halagado, por todo, no todos los días una chica, realmente guapa, mostraba algo de interés en mí. Interés fuese del tipo que fuese.

De repente la puerta de mi habitación se abrió para dejar ver a mi madre con su abrigo puesto y el bolso en la mano.

- Cariño, voy a salir un momento. Ten cuidado, ¿vale? Te quiero. 

Asentí y después de un “y yo a ti” volvió a cerrar la puerta. Puede que esto fuese una señal para que aceptara aquella invitación y os diré porque. Quisiera o no quisiera acudir todo al final hubiese dependido sobre si mis padres me dejasen o no ir, y sin duda la respuesta sería no. Eran los típicos padres exigentes, duros y sobreprotectores. Nunca solían dejarme salir de casa a no ser que fuese para ampliar mis conocimientos. Para ellos la vida personal no era importante. Tener amigos no te aseguraba un futuro prometedor en la empresa de tu padre donde, quisieras o no, tenías que trabajar.  Yo sabía que ellos se esforzaban en mi futuro y no quería decepcionarles pero a veces, solo a veces, deseaba que esto cambiara.

Contemplé por la ventana como el coche de mi madre desaparecía carretera arriba y caí en la cuenta de que si decidía salir, tendría que hacerlo ya para poder volver antes de que mi madre lo hiciera. De nuevo, volví a sentir la presión recorriendo mi cabeza y finalmente tras un suspiro cogí las cosas necesarias y salí de casa. 

-o-

Llevaba alrededor de media hora de camino y volví a tomar rumbo después de pararme y dudar si dar la vuelta por décima vez. Tal vez estaba siendo demasiado exagerado ¿pero que iba a hacerle? No todos los días hacia cosas poco comunes en mí y me saltaba las normas. Porque si, lo había hecho, ahora mismo debería estar en casa estudiando duro para mis próximos exámenes y aquí estoy, rumbo a un lugar desconocido.

Alcé la mirada y observé que ya había llegado a la calle. Continué caminando mientras observaba los números 2,4,6,8,10,12,14,16 y… 18. Me encontraba frente a una bonita casa de madera rodeada por una valla con plantas enredándose por ellas. Evidentemente, no pensaba llamar al timbre, asi que asomé mi cabeza por el jardín buscando a Olivia con la mirada pero allí no había nadie. “Calle Alabama 18, junto al lago” recordé. Debía buscar el lago pero no tenía ni idea de donde estaba. Observé que la casa estaba rodeada por un camino de pequeñas piedras pegadas en el suelo, asi que la rodeé observando a lo lejos un pequeño muelle de madera donde una chica se encontraba sentada. De repente, comencé a ponerme nervioso. Esta era la última oportunidad que tenía para tirar la toalla y marcharme antes de que me viera. Giré la cabeza observando el camino por el que había llegado y preparado para salir corriendo. Vamos, Shawn me animé. No había llegado tan lejos para volverme a casa. Suspiré profundamente y escuché como mis zapatos sonaban en la madera mientras me acercaba a ella.

- Pensaba que no ibas a venir. – Soltó sin ni siquiera girarse.

Apreté mis labios y me coloqué justo detrás de ella, de pie.

Young volcanoes (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora