6. Wild heart

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Ya eran las 10:35 y aún me mantenía apoyado en aquella pared mientras pensaba. No sabía que hacia allí, ni siquiera me gustaba el futbol y lo peor de todo es que había mentido a mis padres. Les dije que iría a buscar información en la biblioteca y me dejaron aun sabiendo que tenía todo lo necesario en casa pero claro, ellos nunca imaginarían que su hijo perfecto les miente. Puede que sea una pequeña mentira pero eso no quita lo mal que me hacía sentir. Solo estaré un rato pensé. Suspiré y me coloqué el cuello de la chaqueta antes de comenzar a entrar al interior de aquel establecimiento. Se trataba de un campo de futbol americano con gradas a su alrededor. En el césped se podía divisar a varios muchachos vestidos con uniformes de dos diferentes equipos que hacían estiramientos para calentar. Eché un vistazo a las gradas que había a mi derecha donde pude observar a Olivia sentada, lo cual no me resultó muy difícil ya que eran de las pocas personas que había allí. Me acerqué tímidamente a ella, que se encontraba sentada junto a una muchacha de suéter verde y pelo azul oscuro brillante, lo cual me dio más vergüenza aún. Creía que estaríamos solos aunque eso tampoco me tranquilizaba, para ser sincero.  Casi al llegar a su lado Olivia se percató de mi presencia y me sonrió saludándome con la mano llamando la atención de su amiga quien comenzó a mirarme de arriba a abajo, analizándome. Devolví la sonrisa a Olivia y ella golpeó la silla de plástico que había a su derecha sugiriendo que me sentara a su lado, y así lo hice. Después, me ofreció pipas de un pequeño paquete y negué con la cabeza, rechazándolas, mientras su amiga volvía a fijar la mirada en el campo sin reparar en mi presencia. A ver, se suponía que ella no sabía quién era yo y no mostraba ningún gesto de que le pareciese extraño verme allí. A no ser, que Olivia le hubiese hablado de mí… Cosa que no creo. Estaba claro que no.

Posé la mirada en el campo donde ahora los jugadores se dividieron cada uno en una mitad del campo, equipación azul por un lado y equipación naranja por otro. Fijándome atentamente pude reconocer a uno de los miembros del equipo naranja, se trataba del chico que se coló en la cola de la cafetería del cual no recordaba el nombre. El muchacho se acercó a uno de los banquillos seguido por sus compañeros y se colocó el casco reglamentario antes de saludar hacia la zona de la grada donde nos encontrábamos. Olivia y su amiga le devolvieron el saludo y yo pude reconocer a Kian entre los demás jugadores.

- No sabía que Kian jugaba al futbol. – Susurré.

- Oh, si lo hace, y en el otro equipo están Jc y Sam pero a nosotros nos importan más Taylor, Jack y Cameron.

Cameron. Así se llamaba el muchacho de antes. Dediqué una mirada dudosa a Olivia, sabía demasiado bien quienes eran Sam y sus amigos pero los nombres de Taylor y Jack eran nuevos para mí.

- Mira. – Dijo señalando a la parte del campo donde se encontraba el equipo azul. – El que se va ahora mismo corriendo hacia la derecha es Jack y – arrugó la nariz. – Quien está haciendo flexiones en medio de sus compañeros sin venir a cuento, es Taylor.

La chica de pelo azul soltó una carcajada mirando hacia donde su amiga señalaba.

-  Este tío no se cansa nunca de hacer el tonto ¿o qué?

- ¿Te cae mal? – Pregunté.

- Es su mejor amigo. – Informó Olivia.

- Vaya forma de demostrarlo. – Contesté sin que su amiga pudiese oírme y ella rió.

- Tendrás que acostumbrarte. 

¿Acostumbrarte? Eso quería decir que habría más “quedadas” así y eso supondría más mentiras. Ni siquiera sabía si eso era lo que quería y evitarlo sería tan fácil como decir que no. Pero yo no sé decir que no, es uno de mis defectos, de mi larga lista de defectos.

El pitido del silbato que anunciaba el comienzo de lo que parecía ser un partido interrumpió mis pensamientos. Me acomodé en mi sitio y contemplé el curso del partido mientras por mi cabeza aparecía mi amigo Matt, a quien le encantaba jugar a esto. 

-o-

Me levanté junto a Olivia y Anna, había averiguado que así se llamaba la chica del pelo azul, y celebramos el punto del equipo azul, eso sí, sin mucha efusividad puesto  que Cameron se encontraba en el equipo contrario. Conforme iba transcurriendo el partido más cómodo me sentía con ellas dos y eso hacía que hablase más y me sintiera más animado. Digamos, que poco a poco iba averiguando que saltarse la rutina no era tan malo como mi cabeza lo proponía, podía divertirme fuera del terreno de los libros y del conocimiento simplemente gozando de una buena compañía.

 Fijé mi mirada en la jugada que estaba trazándose sobre el césped donde Taylor llevaba la pelota mientras se desplazaba por toda la banda a una velocidad considerable cuando un jugador del equipo contrario le placó con una masiva fuerza haciendo que ambos cayeran al suelo.

- ¡Falta! – Gritó Anna levantándose a la vez que Olivia. - ¡Eso es falta! 

Taylor se levantó rápidamente del suelo a la que vez que su “agresor” y se enfrentó a él sacando pecho y soltando alguna que otra maldición a la divinidad más conocida. Noté desde mi asiento como la furia crecía entre ambos jugadores a medida que iban intercambiándose palabras cuando varios jugadores más acudieron a separarles al ver que la cosa no acabaría de la mejor manera. Finalmente, el árbitro pitó falta causando furia en el resto de jugadores del equipo contrario, excepto en Cameron, que intentaba tranquilizar a Taylor sin éxito.

- ¡Eso no es falta árbitro cabron! – Gritó una de las mujeres que se encontraban en la grada causándome sorpresa. – ¡Eche a esa nenaza!

Anna giró la cabeza rápidamente en dirección a la mujer y bufó para después mirar a su amiga.

- Puta vieja. 

Olivia rió y volvimos a fijar la mirada en el campo donde en ese mismo instante Sam se enfrentaba a otro jugador del equipo contrario mientras Kian y JC se ponían por medio.

- ¡Arbitro, eche a ese idiota! – Volvió a gritar la mujer. - ¡Que no toque a mi hijo!

- ¿Esa estúpida mujer es la madre del idiota de Collins? – Preguntó Anna frustrada.

- Eso parece. – Contestó Olivia.

En el campo, Kian no pudo controlar a Sam y este propinó un puñetazo a ese tal Collins haciendo que todo se desbordara y los jugadores enloquecieran.

- ¡Maldito bastardo!

- ¡Cállese de una maldita vez! –Gritó Anna dirigiéndose a aquella mujer. – Su hijo es un gilipollas, créame cuando le digo que se merece muchas más hostias en su vida. 

Anna hizo amago de irse y Olivia la agarró del brazo negando con la cabeza. ¿De verdad pretendía bajar allí abajo? ¿Para hacer qué?

En el campo la situación se resumía en dos, por una parte estaban los furiosos que deseaban descargar su furia contra la cara de un contrincante y por otro los pacifistas que pretendían evitarlo. En este último grupo se encontraba Jack, quien sin venir a cuento recibió un puñetazo en el estómago de un jugador contrario haciendo que Cameron dejara su función de pacifista a un lado y después de quitarse el casco arrasara con el culpable. Viendo aquello, Olivia y Anna corrieron escaleras abajo dispuestas a saltar la valla del campo, ¿estaban locas? Rápidamente, corrí detrás de ellas intentando evitarlo pero ya era tarde, ambas se encontraban dentro del campo, corriendo en dirección a la gran masa de jugadores. Al llegar, Anna saltó sobre la espalda de Collins y Olivia se abrazó a Cameron intentando calmarlo para sacarle de allí. Esto era increíble. En un momento todo se había vuelto extrañamente salvaje.

Young volcanoes (Shawn Mendes)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora