03: El chico británico

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Las cortinas melón ondeaban suavemente debido a la brisa veraniega, el sol se colaba por la ventana abierta, calentando la pálida piel del chico que dormitaba sobre la cama, ningún sonido se escuchaba dentro de la cabaña más que el de algunos murmullos inaudibles que balbuceaba el pelirrojo, desde pequeño le habían dicho que hablaba dormido, para ser precisos habría que decir que mencionar su sonambulismo, solía levantarse a mitad de sus sueños a recorrer la casa haciendo actividades que normalmente haría despierto, muchas veces al quedarse a dormir en casa de su primo este le había dicho que incluso hablaba cuando llegaba a este estado y otras cuantas murmuraba cosas sin el mayor sentido mientras dormitaba.

El sonido de una campana empezó entonces a resonar en cada rincón, los chicos y chicas que hasta ahora estaban resguardados en sus cabañas empezaron a salir, algunos que no sabían a qué se debía el escándalo, con curiosidad, y otros ya informados de que significaba ello se dirigían al comedor.

Akira gruñó entre sueños, girando sobre su cuerpo en busca de una posición más cómoda sin embargo, el incesante sonido perturbaba sus ganas de dormir, abrió lentamente uno de sus ojos y posteriormente el otro adaptándose a la luz proveniente de la ventana, soltó un bostezo y estiró sus brazos al aire buscando ahuyentar la pereza y cuando estuvo en completas condiciones de pararse decidió salir de la cabaña en busca de lo que sea que lo haya despertado.

Afuera el sol parecía ya esconderse en el horizonte y los colores naranjas predominaban en el cielo con una intensidad tan impresionante que al mezclarse con las nubes otorgaba un panorama artístico digno de fotografía, por el estado del firmamento el pelirrojo asumió serían seis de la tarde y lo confirmó al oír rugir a su hambriento estómago; sin más que hacer terminó siguiendo a un grupo de chicos que salían de sus cabañas, pronto vio que todos los demás iban en la misma dirección.

Llegaron así a un terreno llano donde una serie de mesas adornaban el lugar, los jóvenes iban tomando asiento mientras entablaban conversaciones y se atrevían a degustar los platillos impuestos sobre la mesa.

El pelirrojo buscó con la mirada un asiento libre y pronto sus ojos dieron con el chico pelinegro de bonito acento inglés, abriéndose paso entre el tumulto se dirigió hasta él, tocando su hombro para llamar su atención.

-Hola, Akira-dijo el pelinegro al percatarse de quién se trataba-

-¿te molesta si me siento aquí?-preguntó el de orbes celestes-

-para nada, adelante-indició Kenzie, señalando el asiento contiguo-

Empezaron entablando una charla bastante amena sobre gustos y aficiones, sobre bandas de músicas, deportes y viajes, era una conversación normal entre dos jóvenes sin embargo, se llevaban gratas sorpresas al descubrir al contrario totalmente opuesto y aun así interesante.

-¿lo qué ponía en la cabaña era música clásica?-cuestionó Akira, tomando un trozo de pan de la canasta sobre la mesa-

-sinfonía 35 de Mozart, o también llamada Haffner-indicó el pelinegro, sorbiendo un poco de jugo-

-era agradable-comentó el pelirrojo-aunque soy más de música bulliciosa. Me gusta el pop-rock

-he escuchado un poco, algunas canciones me gustan de ese género-comentó Kenzie-

-tú eres británico ¿no?-arqueó una ceja el mitad japonés-

-sí ¿es muy obvio?-el de ojos grisáceos sonrió de lado-

-tu acento es un gran delator-respondió en medio de una risita-

-en cambio de no ser por tu nombre no pensaría que eres mitad japonés-el pelinegro le miró de reojo antes de tomar una manzana-

-lo sé, creo que los genes irlandeses de mi padre predominaron más-Akira formó una mueca de desconcierto-mis ojos son herencia japonesa, aunque incluso son raros de ver en ellos. Mi madre era una japonesa realmente preciosa.

El pelinegro realmente ya no sufría por aquello y a decir verdad era una de las razones por las que se había vuelto tan cercano a su primo. Ambos supieron lo que era el dolor de una pérdida.

-¿tú mamá....-el más alto no pudo terminar la pregunta, no quería importunar-

-murió hace ocho años-confesó con toda tranquilidad el pelirrojo-era una bailarina aficionada al teatro. Tuvo una presentación importante en varias ciudades, se presentó en Oslo, Estocolmo y su gran show final sería en Moscú

-Akira no tienes que contarme esto-interrumpió un afligido chico de ojos grises-yo...siento mucho lo de tu mamá

-no es problema-el irlandés le sonrió con sinceridad-si mamá me enseñó una cosa fue a no recordar las cosas con añoranza. Siempre decía que los recuerdos deben hacer solo dos cosas: enseñarnos y alegrarnos, nunca entristecernos.

-eres una gran mujer-Kenzie le sonrió con ternura-te enseñó bien

Akira asintió con orgullo.

-entonces...-el británico hizo una mueca. Tenía curiosidad-¿se presentó en Moscú?

-sí, y fue sensacional-contó el pelirrojo-pero un desperfecto en la maquinaria del tren causó un terrible accidente, murieron más de treinta personas, entre esas mi madre

-que terrible-murmuró el pelinegro-¿cómo se llamaba?

-Suki Hayashi-respondió el más bajo-su nombre significa <querida> aunque también tiene otro significado que es <ojos de águila>

-le sienta perfecto. Con aquellos ojos tan intensos y fieros, pero a la vez dulces no dudaría en su significado-comentó Kenzie sonrojándose ligeramente a sabiendas de que se refería también a los ojos del chico-

-sí...creo que, me gusta haber heredado sus ojos-Akira le sonrió ladinamente mientras ocultaba lo avergonzado que se sentía debido a sus palabras-

Unos tacones resonando contra la pequeña tarima del frente les hizo olvidar el momento, Madame Laforêt caminaba con paso firme y severo luciendo un conjunto ejecutivo de pantalón y chaleco negro, los cabellos platinados recogidos en un moño alto y su mirada sobre cada uno de los jóvenes presentes. Inspiraba temor.

-rayos, da miedo-murmuró el pelirrojo, mirando a su acompañante-

-así es Madame Laforêt-le contestó el británico-es exigente y meticulosa pero, siempre recompensa un buen trabajo. No es tan mala como aparenta, es sabía consejera aunque muy directa

-¿la conoces mucho?-cuestionó Akira, observando como la mujer tomaba un micrófono-

-vengo a su campamento desde hace cinco años-le dijo Kenzie-por eso incluso me permitió ayudarle en esta ocasión

-comprendo-asintió el de orbes cielo-

Madame Laforêt encendió el aparato y pronunció su discurso.

-Bienvenidos jóvenes a este campamento de aprendizaje-empezó la mujer sonando emocionada-no me extenderé demasiado, solo quiero invitarlos a desarrollar su capacidades al máximo y no ver este lugar como un castigo como sé un gran porcentaje de ustedes lo hacen. Van a divertirse aunque lo crean imposible porque todo está a su alcance si se lo proponen

-lo imposible es lo posible visto desde los ojos de un mediocre-pronunció Kenzie a su contrario-es lo que ella enseña

-es una filosofía acertada para estos tiempos-acordó el pelirrojo-

-estoy a sus disposiciones, no duden en buscarme de necesitar alguna cosa-continuó la de cabellos platinados-y si les inspiro demasiado temor como el que veo en sus ojos-sonrió ladinamente-pueden consultar con mi asistente, Kenzie Riley. Muchas gracias

Prefería al británico, nada más que decir.

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