Las clases de literatura habían acabado hacia poco y llegando el crepúsculo el chico pelirrojo decidió ir a buscar a su amigo, no era su mejor amigo pero, sí su amigo especial, eso lo había decidido hacia un par de días atrás, era la única manera en que podía describir al pelinegro. Decidió después de dar muchas vueltas ir a la cabaña de Madame Laforêt, si estaba en algún sitio a esa hora era en ese lugar, corrió el último tramo que le faltaba pero, antes de lograr abrir la puerta se quedó plantado con la mano en la manija de esta.
Una chica castaña hablaba con Kenzie, le sonreía de sobremanera e incluso lo había abrazado, Akira sintió una ligera molestia en su pecho que ignoró olímpicamente y cuando se dispuso a irse sus ojos no dieron crédito a lo que vio, la chica se acercó a el británico y junto sus labios en un beso.
El irlandés dio media vuelta y se alejó lo más posible hecho un lío de sensaciones ¿por qué se sentía de esta forma tan extraña? es decir, Kenzie era su amigo, uno especial sí pero, su amigo a fin de cuentas ¿no? el pelinegro podía hacer lo que quisiera sin embargo, el de orbes color cielo no paraba de repetir esa imagen en su cabeza.
¿No que le gustaban los chicos? ahora estaba confundido y levemente molesto sin saber la razón aunque esta si estuviese allí, en el fondo la esperanza de que un día el británico se fijara en él disminuía. Sus sentimientos no eran para nada claros y su cabeza era todo un embrollo, Kenzie lo estaba trastornando de una bonita manera.
A la hora de la cena el pelirrojo no se apareció por el comedor ni su cabaña, se dijo a sí mismo que necesitaba pensar, aclarar sus ideas y dejar de tener tantas emociones mezcladas en su sólo punto, con linterna en mano decidió caminar hasta el muelle donde se sentó y enseguida pudo relajarse.
La calma del lugar le invadió dándole paz, la brisa fresca le rozaba las mejillas y despeinaba los largos cabellos rojizos, la oscuridad parecía aplacarse bajo la luz platinada de la luna llena que brillaba galante, las estrellas parpadeaban sobre el mantos negro azulado y el agua del lago se movía en calma.
Akira respiró hondo, llenando sus sentidos de la agradable sensación.
Por su parte, Kenzie al no ver a su amigo por ningún lado empezó a inquietarse un poco, el pelirrojo siempre estaba esperándole para ir a cenar o iba a buscarlo para jugar después de acabadas las clases así que, luego de asegurarse de que todo estuviese en orden abandonó los comedores para dirigirse a la cabaña del irlandés.
Para su sorpresa tampoco se encontraba allí y sin pensarlo mucho tomó una linterna del puesto de caminatas y empezó su búsqueda por entre los arbustos y la oscuridad, dio vueltas aproximadamente quince minutos hasta que un reflejo artificial llamó su atención, siguiendo la luz dio con el lago y, sobre el muelle, con su amigo.
Aliviado apagó su linterna y caminó hacia él.
-Akira-le llamó, haciendo sobresaltar al menor-
-me asustaste, Kenzie-reclamó el pelirrojo frunciendo ligeramente el ceño-
-lo siento-se disculpó el pelinegro sentándose a su lado-¿por qué estás aquí? pensé que comeríamos juntos como siempre
-quería venir a pensar-suspiró el de orbes celestes-y cuando fui a buscarte estabas ocupado, así que mejor no interrumpí
El británico sopesó las palabras de su amigo y al caer en cuenta a lo que se refería, sonrió.
-le he explicado de mis preferencias a ella-le comentó el pelinegro ganándose la atención del contrario-lo entendió bien y me pidió disculpas.
El pelirrojo asintió más no habló. Verdaderamente era un lío de pensamientos y eso empezaba a enfadarle ¿qué tanto le costaba saber que sentía con precisión por Kenzie?, porque sí, durante el tiempo que estuvo solo llegó a la conclusión de que el único problema era el británico, que específicamente sus sentimientos estaban revueltos por él, pero no lograba identificarlos del todo.
¿Era cariño fraternal? ¿Admiración? ¿Atracción? ¿O algo que empezaba a ser más profundo?
-¿en qué piensas?-le cuestionó el más alto-
-en ti-respondió con sinceridad Akira-tengo un lío tremendo en mi cabeza por tu culpa
-¿mi culpa?-el pelinegro arqueó una ceja-
-sí-afirmó el de ojos celeste-tú eres alguien especial para mí, te has convertido en eso durante este tiempo pero, no logro ver más allá de eso y, estoy seguro de que tanto revuelto no es por gusto. Estoy confundido, Kenzie, detesto estar confundido. Más cuando tú no ayudas, cuando no sé qué piensas
-en este momento pienso que te ves muy lindo estando confundido-soltó el británico provocando el sonrojo del contrario y el propio-pienso que tú también te has hecho alguien especial para mí y, pienso en cómo se sentiría besarte justo ahora
Los ojos de Akira se abrieron de golpe al escuchar aquello último, desviando la mirada y para no sentirse más nervioso empezó a juguetear con el final de su camiseta.
-¿quieres besarme?-se atrevió a preguntar a lo que el contrario simplemente asintió-¿por qué?
-porque me gustas-declaró Kenzie, mirando a la hermosa luna sobre ellos-pero no voy a besarte por dos razones.
-¿cuáles?-Akira le miró expectante-
-quiero que estés seguro de lo que sientes, Akira, no quiero ni confundirte más ni precipitar una decisión-explicó con calma el pelinegro-y, porque no quiero que esto sea algo efímero o utópico. Quiero poder perderme en la intensidad de tus ojos mientras mi corazón trata de mantenerse sereno, quiero tomar tu mano y sentir como mi piel quema ante el contacto, deseo quererte con cada partícula de mi ser, Akira, porque siento que tú eres mi persona destinada. Quiero entregarte todo de mí pero, para eso primero quiero enamorarme de ti. No quiero arruinarlo con un simple <me gustas>
-Kenzie...-musitó el pelirrojo, acercándose tímidamente para envolverlo en sus brazos-quiero llorar pero, no sé por qué pero, también estoy feliz...y asustado, y sorprendido porque todo eso fue muy lindo, no sabía que creías en el destino. Te ves muy intelectual
El de ojos grises suspiró, correspondiendo el abrazo y besando la frente del pelirrojo.
-¿te parece si volvemos?-preguntó el más alto-no tenemos que charlar sobre esto ahora...es pronto aún
Akira asintió.
Se pararon y empezaron a caminar de vuelta a las cabañas alumbrándose con la luz de sus linternas, cada uno sumido en sus propios pensamientos, concentrados en los latidos de sus desbocados corazones. Al llegar a la cabaña del pelirrojo se despidieron sin embargo, cuando el británico se alejaba Akira le llamó.
-¡Kenzie!-el pelinegro volteó al escuchar su nombre-mi corazón y yo estamos felices de haberte conocido
Kenzie le sonrió y Akira entró en su cabaña.
Ambos tuvieron dulces sueños esa noche.
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Our story
RomantizmIncluso si muchos piensan que es sólo es un amor de verano, si nuestras familias se oponen, si las distancia nos juega malas pasadas, incluso si las estrellas dejaran de brillar... Yo te seguiré amando hasta el final.